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El Rastro de Madrid

Acudir un domingo por la mañana al Rastro es sin duda una de las actividades en la ciudad más  apetecibles para turistas y madrileños, tanto si se quiere comprar algo como si simplemente queremos darnos el gusto de ver y pasear.


Este mercado al aire libre, originalmente de objetos de segunda mano, se encuentra en el barrio de Embajadores, en el distrito Centro. Está constituido, si atendemos a lo que indica la normativa municipal, por un máximo de 3.500 puestos de venta, que se extienden en torno al área comprendida entre la Plaza de Cascorro en el extremo norte, el eje de la calle Ribera de Curtidores y aledañas, la calle Embajadores al este, y la Ronda de Toledo y la Plaza del Campillo del Mundo Nuevo al sur.

Casi cualquier objeto se compra y vende en El Rastro: Muebles, llaves antiguas, ropa usada y nueva, cuadros, cromos, películas, libros, componentes electrónicos, juegos de ordenador, muñecas de cartón, herramientas, …

El Rastro nació hacia 1740, asentándose en el barrio de Lavapies, uno de los más poblados y con mayor industria del Madrid de la época.  Se sabe que era zona de mataderos y en sus aledaños se realizaban tareas relacionadas con el curtido de las pieles de los animales sacrificados; actividades que han quedado reflejadas en el callejero madrileño: calles del Carnero, Cabestreros, Ribera de Curtidores.

El nombre de Rastro se origina porque al transportar arrastrando las reses, ya muertas y aún sin desollar, desde el matadero cercano al río Manzanares hasta las curtidurías, se dejaba un rastro de sangre, aumentado por el desnivel de Ribera de Curtidores.

La zona del Rastro, además del matadero y las pequeñas industrias de curtidores, tejedores, zapateros, sastres, etc, que desarrollaban actividades en torno al cuero, también albergaba  dos fábricas, una de salitre y otra de tabaco. La concentración de personas en la zona atrajo al barrio la venta ambulante y así, poco a poco, el mercado fue creciendo en variedad y cantidad. Como referencia de la época, en la obra “El Rastro por la Mañana”, del dramaturgo Don Ramón de la Cruz (el "Don", dato curioso, era nombre y no simple tratamiento), se describe en el lugar un conjunto de puestos ambulantes, con cajones de madera en el que se venden productos alimenticios, callos, salchichas y demás casquería, entre los habituales cajones de ropavejeros y vendedores de botones (la normativa actual del Rastro prohíbe la venta ambulante de comida y de animales vivos).

El matadero de las proximidades del Rastro continuó funcionando hasta comienzos del siglo XX, cuando se inauguró en 1928 el nuevo matadero del paseo de la Chopera, en el barrio de Legazpi.


Famosa en El Rastro, por ser lugar de referencia claramente identificable para quedar,  es la estatua de Eloy Gonzalo (“el tío de la lata”, como también se le conoce informalmente). La leyenda de este soldado, declarado héroe del asedio de Cascorro en Cuba, cuenta que se ofreció voluntario para una difícil misión, en la que, armado con su fusil y con una lata de petróleo, y atado con una cuerda, -para que recuperasen desde su zona su cadáver si caía muerto-, se deslizó hacia las posiciones insurrectas, prendiéndoles fuego y regresando indemne a su posición (tras su muerte, sus restos fueron repatriados desde Cuba y reposan en un mausoleo del Cementerio de la Almudena de Madrid junto a los de otros fallecidos durante los conflictos de Cuba y Filipinas).

También suele utilizarse como lugar de cita en el Rastro, especialmente si estamos próximos a la zona de Puerta de Toledo, la Plaza del Campillo del Mundo Nuevo, más frecuentemente conocida como plaza de los cromos, por ser lugar de cita de niños y mayores intercambiando, comprando y vendiendo cromos de los coleccionables de moda en cada momento.

 Para poner colofón a nuestra visita al Rastro de hoy, un aperitivo en alguna de las tabernas de la zona es sin duda una buena decisión. Yo sugiero aquí, por ejemplo, unos caracoles y un vermú en la cervecería Los Caracoles (c/ Toledo 106). Tampoco está mal, sin salir del cogollo del Rastro, comprarnos una tosta en El Capricho Extremeño (c/ Carlos Arniches 30). La cantidad de gente en este comercio, que es tienda y no taberna, nos indica su gran aceptación y popularidad, aunque claro tiene el inconveniente de que debemos tomarla luego en la calle. ¡Buen provecho!.

Para más información sobre la historia del Rastro de Madrid te recomiendo el siguiente enlace: http://www.elrastro.org/historia-3.htm