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Exposición temporal: Francisco Sancha

El Museo ABC nos muestra en una de sus salas temporales la exposición "Francisco SANCHA. El alma de la calle", una selección de obras de este destacado ilustrador y humorista gráfico de finales del siglo XIX y primer cuarto del XX, considerado por su estilo uno de los maestros del realismo crítico español.

A Sancha, con formación artística en la Escuela de Bellas Artes de Málaga, su ciudad natal, y en la Escuela Superior de Escultura, Pintura y Grabado de Madrid, de lo que realmente le hubiera gustado vivir es de la pintura, pero sus obras nunca tuvieron el reconocimiento por el esperado, algo que sin embargo encontró en parte a través de sus dibujos para la prensa gráfica, con la que empezó a colaborar inicialmente como mero medio de sustento y luego ya de forma más profesional y asídua. Interesado por la corriente vanguardista europea a la que la España tradicional del momento era bastante ajena, se trasladó a París, en donde viviría cuatro años y en donde forjaría, codeándose con varios de los mejores dibujantes del momento y colaborando en diversas revistas gráficas parisinas, las que serían sus señas de identidad. Estás, utilizando la propia descripción que hacen los organizadores de la exposición son: en lo temático, la preocupación por los personajes más humildes y anónimos de la gran ciudad; y en lo estético, la profundización en el expresionismo de la herencia goyesca a través de dibujantes franceses de ayer (Daumier) y de ese momento (Steinlen). Tras su regreso a Madrid en 1904 encontrará cierto éxito, en especial merced a sus escenas costumbristas madrileñas para la revista Blanco y Negro. No obstante, en 1912 decidirá marchar con su familia a Londres para probar allí nuevamente fortuna profesional, permaneciendo en Inglaterra hasta 1922, año en que asfixiado económicamente, decide regresar ya definitivamente a España, en donde colaborará nuevamente con diversos diarios. En 1936, a poco de haberse instalado en Oviedo, fue sorprendido por el golpe militar que desencadenó la Guerra Civil y fue encarcelado. Moriría en prisión apenas dos meses después.

Como curiosidad diré que Francisco Sancha se casó con Matilde Padrós, mujer de gran inteligencia y que está reconocida como una de las primeras universitarias de nuestro país, pues llegó en 1893 a licenciarse en Filosofía y Letras (recordemos que el acceso de las mujeres a la universidad estuvo prohibido hasta 1888 y desde dicho año hasta 1910 se les autorizaba sólo bajo petición individualizada que debía ser aprobada expresamente por la Superioridad). Matilde fue además, y ahí va una segunda curiosidad colateral a la biografía de nuestro protagonista, la hermana de Juan y Carlos Padrós, los fundadores en 1902 del que actualmente está reconocido como mejor club de fútbol del mundo: El Real Madrid.

Volviendo a fijar nuestra mirada sobre la exposición que nos ocupa es oportuno comentar como con frecuencia uno no deja de admirar la capacidad expresiva y de síntesis que con frecuencia logran estos artistas plasmar en sus viñetas. Mediante dibujos con minuciosos detalles o con simples y modestos trazos, acompañando la imagen con un breve texto o presentándola desnuda de explicación complementaria, los humoristas gráficos son capaces de transmitirnos con toda su fuerza un mensaje, un sentimiento, una emoción. El Roto es, de los grafistas actuales, con el que más me identifico personalmente, pero ahí está también el recuerdo de la obra de otros muchos maestros de reconocida valía: Mingote, Forges, Chumy Chumez, Perich, Gallego y Rey, Peridis, Máximo (fallecido recientemente), etc. Ligada frecuentemente la obra del humorista gráfico a la actualidad del momento, algunas viñetas de Francisco Sancha debemos verlas lógicamente bajo el tamiz de los gustos y preocupaciones de otra època, pero no por ello dejaremos de valorarlas y, de paso, comprobaremos sin embargo que varios de los aspectos sociales y políticos que inquietaban entonces son los mismos que mantienen su rabiosa actualidad.

Exposición temporal: "Francisco Sancha. El alma de la calle"
Lugar: Museo ABC (c/ Amaniel, 29-31)
Fechas:  Hasta el 25 de enero de 2015
Horario: Martes a sábado de 11 a 20 h. Domingo de 10 a 14 h.
Precio: Entrada gratuita



Plaza de Legazpi

A la llamada "momia de la plaza de Legazpi" le han quitado el vendaje "provisional" que ha lucido durante años y nuevamente deja ver el conjunto escultórico que mantenía velado. Pese a que se aprecian ahora claramente los diversos desperfectos sufridos, especialmente en una de las alas del Pegaso,  creo que está mejor así que tapado. ¿Significará que se va a acometer en breve su restauración y que por fin se va quizás a ornamental la plaza? ¡Ójala!, pues falta hace sin duda.

Junto al tema de la escultura y la almendra central de la plaza, Legazpi tiene pendiente también la remodelación del antiguo Mercado de Frutas y Verduras que lleva décadas sin un uso definido y sin perspectivas claras de tenerlo en breve. Es una lástima que sea así, pues igual que se hizo con el renacido y vitalista espacio de Matadero, estas instalaciones al otro lado del Puente de la Princesa ofrecen grandes posibilidades. El colectivo Espacio Vecinal Arganzuela (EVA) demanda, mientras algún proyecto definitivo tome forma, que provisionalmente le sea cedido el espacio para realizar en él de forma autogestionada actividades de índole social, educativa y cultural. Creo que es una opción interesante que el Ayuntamiento no debería desoír.



Mercado de San Fernando

El Mercado de San Fernando, conocido también como el de Lavapiés, es uno de esos mercados clásicos de barrio que no se ha librado de la grave crisis comercial que ha venido afectando a buena parte de estos establecimientos, pero que como algunos otros está sabiendo reinventarse y, gracias a ello, podemos ver con agrado como poco a poco va recuperando presencia vecinal e incluso incorporando a una nueva clientela de visitantes madrileños ocasionales que son atraídos por las actividades que allí se desarrollan determinados días, incluyendo de forma especial los fines de semana. Así, por ejemplo, el Mercado ofrece a los que gustamos de acercarnos algunos domingos al cercano Rastro la posibilidad de degustar en sus instalaciones, llegada la hora del aperitivo, de una amplia y variada oferta de tapas y raciones con la que complementar una cervecita, añadiendo quizás al placer del momento la posible audición de un concierto gratuito o, incluso, de echarse un baile en la plaza central del mismo.

Es cierto que el mercado de San Fernando no tiene el glamour modernista de los remodelados mercados de San Miguel o San Antón. La renovación del de Lavapiés está siendo impulsada por la activa implicación de grupos vecinales, colectivos de autogestión y personas preocupadas por la agroecología. No cuentan con una inversión potente detrás, sino que se están trabajando desde abajo y por ello con un esfuerzo más visiblemente centrado por ahora en la oferta colectiva de servicios que en la modernización de la infraestructura. Es sin duda un mercado que está en sintonía con el barrio y en el que se aprecia ese aroma un punto alternativo que lo hace también atractivo para muchos.

El mercado de San Fernando, cuya fachada principal da a la calle Embajadores, ocupa parte del solar abandonado por el Colegio de las Escuelas Pías de San Fernando que quedó derruido a raíz de la Guerra Civil. El proyecto de edificación se inició en 1943, siendo el arquitecto encargado de su ejecución Casto Fernández-Shaw, quien levantará un edificio de trazado simple pero con una entrada principal de cierta monumentalidad, siguiendo claramente el estilo imperial propio de la época de los Austrias que tanto gustó en arquitectura durante el franquismo.

Si lo deseas, puedes desde aquí acceder a la web oficial del Mercado de San Fernando, o también a su twitter "@MER_SANFERNANDO" para conocer las nuevas actividades que lanzan

Exposición Temporal: "Mediterráneo. Del mito a la razón"


La exposición "Mediterráneo. Del mito a la razón", que hasta el 5 de enero de 2015 podemos visitar en CaixaFórum Madrid, muestra a través de una selección de ciento sesenta y cinco obras griegas y latinas (estatuas, cerámicas, relieves, mosaicos y joyas procedentes de diversos museos europeos), como a partir del siglo VI a.C. en torno al mar Mediterráneo se originó una importante y trascendental transformación en la concepción del hombre y la sociedad, que sentaría las bases de nuestro actual concepto europeo de sociedad.


De una percepción hasta entonces naturalista del mundo en el que los hechos y el destino venían regidos y explicados por el capricho de los dioses (véanse los fabulosos y míticos viajes de Ulíses, Jasón y Hércules), va a evolucionarse, en la medida que se consolidan a partir de Sócrates las reflexiones filosóficas sobre los conceptos de hombre y sociedad, hacia una nueva percepción del mundo en el que las personas cobrar progresivamente protagonismo frente a los dioses en la gestión de su propio destino. Las personas pasan a tener un alma que debe ser cultivada y, de alguna manera, también pasan a tener esta las ciudades, que comenzarán a organizarse alrededor de un espacio central (el ágora) en el que se facilita el intercambio de ideas y mercancías y del que surge el innovador sistema político de la democracia.

Las piezas de la exposición nos ayudan a visualizar como efectivamente estos cambios se fueron reflejando: Relieves alusivos a pasajes de la Odisea, fragmento de sarcófago con Jasón y Medea apoderándose del vellocino de oro, un mosaico procedente de Pompeya en el que se representa "La Academia de Platón", estatuillas alusivas al alma humana (representada generalmente mediante un pájaro) como la adjunta a este texto del niño y la paloma, representaciones de nuevos dioses como Eros y Psique, etc. Todas estas piezas se presentan sin seguir un orden cronológico, aunque organizadas mediante un juego de asociaciones que queda reflejado en cada caso en grandes paneles descriptivos junto a las mismas.



Exposición temporal: "Mediterráneo. Del mito a la razón"
Lugar: CaixaForum Madrid (Pº del Prado, 36)
Fechas: Del 25 de julio al 5 de enero de 2015
Horario: Todos los días de 10 a 20 h.
Precio: 4 €

Olivar de Castillejo

Oculto a la vista del paseante madrileño tras la barrera de edificios que lo rodea y únicamente insinuada su presencia desde la calle Menéndez Pidal a través de algunas copas de árbol que sobresalen tras el muro, sorprende encontrar un olivar con más de cien olivos, entre los que es posible admirar ejemplares que por su antigüedad muestran un impresionante y hermoso porte (35 de los olivos son centenarios y formaron parte del que en su día fue el gran Olivar de Chamartín). Estoy refiriéndome al denominado Olivar de Castillejo, una finca con larga historia cultural que es gestionada actualmente por la Fundación que lleva el mismo nombre y a la que hay que agradecer que pese a la presión inmobiliaria de la zona haya querido y sabido mantener en su estado original buena parte del recinto.
Sin duda merece la pena visitar el Olivar y, puesto que no siempre es accesible, recomiendo aprovechar hacerlo ahora, en la época estival, en que se organizan allí al aire libre las denominadas "Noches del Olivar", recitales de música, representaciones teatrales y proyecciones de cine, que unen al placer en sí del acto cultural el encanto del lugar (se puede incluso completar la tarde noche cenando en el jardín a la luz de las velas).

Allá por los comienzos del siglo XX la zona norte de Madrid terminaba en lo que hoy son los Nuevos Ministerios. Más allá, junto al camino que llevaba al pequeño pueblo de Chamartín de la Rosa, apenas existían construcciones y lo que destacaba en el paisaje era un extenso campo. En esta zona, concretamente en la parte suroeste alzada sobre una colina y que por sus buenas vistas sobre Madrid era conocida como el Olivar del Balcón (el ejército de Napoleón acampó allí antes de su asalto a la ciudad), compró en 1917 unos terrenos José Castillejo Duarte, Secretario de la Junta para la Ampliación de Estudios, institución que jugó un importantísimo papel como promotora de la investigación y la educación científica en España (fue la precursora del actual CSIC) y que recordemos había sido creada en 1909 bajo el marco de los ideales pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza (ILE).

Castillejo convenció a varios de sus amigos y colegas para que se trasladaran a vivir también a dichos terrenos, para lo cual parceló y vendió a estos parte de los mismos. Allí se instalaron por ejemplo reconocidos intelectuales y científicos como Ignacio Bolívar, director del Museo Nacional de Ciencias Naturales (y sucesor de Ramón y Cajal como Presidente de la Junta), el filólogo y erudito historiador Ramón Menéndez Pidal, el catedrático de ictiología y piscicultura Luis Lozano Rey, el poeta Dámaso Alonso o el médico Juan López Suarez, gran mecenas del progreso de Galicia. El Olivar se convirtió así en un importante núcleo de cultura, frecuentado además por numerosos colegas nacionales y extranjeros que, invitados por los propietarios, gustaban de charlar y debatir sobre la forma de modernizar una España que sentían sensiblemente retrasada respecto a otros países de Europa y América.

La vida “campera” en el Olivar de estos intelectuales y sus familias encajaba gratamente con los ideales conservacionistas y de contacto con la naturaleza promovidos por la ILE y eso ayudó sin duda a la conservación natural del entorno hasta la llegada de la Guerra Civil, que obligó a la mayoría de las familias de nuestros ilustres vecinos a exiliarse. En el Olivar, según cuentan, sólo quedó Juan Lòpez Suárez, quien ante el temor de que las casas y terrenos de sus colegas quedasen destruidas y los valiosos bienes de estas embargados, consiguió que el Olivar quedara bajo la protección de la bandera inglesa, alquilando la casa de su cuñado Castillejo (refugiado ya en Londres) a J. Walters, el propietario del periódico londinense The Times. Tras la Guerra sólo algunas de las antiguas familias propietarias volvieron a sus casas y, mal que bien, durante la dura Posguerra pudieron servirse del aceite de los olivos (era llevado a un molino en Toledo) y de los frutos del pequeño huerto para sobrellevar el hambre que padeció el país. La casa de Castillejo fue alquilada por entonces a un importante hombre de cine americano y, por lo que dicen, el Olivar vio pasear bajo sus árboles durante una época a estrellas de la talla de Lana Turner, Joan Fontaine, Frank Sinatra o Ava Gardner.

Actualmente, lo que fue en origen el Olivar del Balcón ha quedado reducido de forma reconocible a dos fincas colindantes (sobre el resto del terreno se han edificado bloques de pisos). La finca del Olivar de Castillejo, a la que aquí he querido hacer mención conserva, en su aproximadamente algo más de una hectárea, las casas de José Castillejo y Juan López Suárez, una pequeña alberca y el jardín agrícola en él que junto a los olivos centenarios apreciamos otros más jóvenes, salpicándose además el terreno aquí y allá con almendros, granados, membrillos, madroños, jaras, retamas, romeros, adelfas, lilos y hasta algún laurel. La otra finca, situada aledaña a la anterior en su esquina noreste, pertenece a la Fundación Areces y es la “Casa de Menéndez Pidal”. También dispone de un jardín, aunque bastante más pequeño que el anterior, con olivos centenarios.

Si quieres saber más sobre la historia del Olivar de Castillejo te recomiendo acceder, además de a la propia web de la Fundación, al siguiente artículo incluido en el foro en Defensa del Olivar de Chamartín.

Olivar de Castillejo
Situación: c/Menéndez Pidal, 3 bis
Metro próximo: Cuzco


Fiestas de Agosto en Madrid

Madrid concentra en agosto tres de sus festividades más popularmente castizas: San Cayetano, San Lorenzo y La Paloma. Sin duda es un buen plan para aquellos que en dicho mes permanecen en la ciudad el dejarse caer por las verbenas y disfrutar de ese ambiente de barrio que, engalanado especialmente para la ocasión gusta vestirse estos días de fiesta, dando color a calles y balcones y desempolvando mantillas y parpusas en busca de música de chotis y de refrescantes sangrías y limonadas.


San Cayetano se celebra del 5 al 8 de agosto, siendo los enclaves del festejo la Plaza de Cascorro, la Iglesia de San Cayetano y San Millán (c/ Embajadores) y la calle del Oso, aledaña a la iglesia. El encargado este año de dar el pregón de las fiestas es el cantaor Pitingo.


Posteriormente, a partir del 8 de agosto, la fiesta se traslada a las calles de Argumosa y Salitre para celebrar San Lorenzo, cuya iglesia se encuentra en la calle del Doctor Piga  y que por sus reducidas dimensiones es conocida también popularmente como el Templo de las Pulgas.

Finalmente, del 14 al 17 de agosto se celebra La Paloma, la más popular de las festividades, que como en años anteriores distribuirá sus escenarios musicales entre Las Vistillas y la Plaza de La Paja. Los actos más emotivos de esta celebración tienen lugar el día 15, festividad de la virgen, en el que el cuadro de La Paloma es descolgado por los bomberos y sacado en procesión.

Puedes ver el Programa de Fiestas completo pulsando aquí.



Exposición temporal: El Camino Español

Es una lástima que algunas exposiciones permanezcan programadas durante sólo unos pocos días, pues a menudo pasan desapercibidas para muchas personas que sin duda disfrutarían visitándolas. Este es a mi juicio el caso de la exposición “El Camino Español. Una cremallera en la piel de Europa” que desde el 21 al 31 de mayo puede verse en el salón de Promociones de la Escuela de Guerra. Se trata de una exposición con contenido de interés histórico y con una programación de carácter itinerante que la llevará en julio a Estrasburgo y posteriormente a ciudades como Bruselas y Barcelona.

El denominado Camino Español fue, como nos indican los organizadores de la exposición, una ruta terrestre creada en tiempos de Felipe II para trasladar dinero y tropas españolas a los Países Bajos, en donde se habían sublevado a la corona 7 de las 17 provincias en que estos se constituían, y que origino el largo conflicto (1568-1648) conocido como Guerra de los Ochenta Años (recordemos que tales dominios habían sido heredados por España de la dinastía Habsburgo con la entronación de Carlos V). La ruta marítima, que en principio parecería la más rápida, fue desechada a consecuencia del mal tiempo que reinaba con frecuencia en el Canal de la Mancha y de la enemistad de Inglaterra y Francia. El monarca español tuvo pues que buscar una vía alternativa, por lo que habilitó un corredor militar y logístico de 1100 kilómetros,  desde el puerto de Génova hasta Bruselas, pasando por territorios que estaban bajo su poder o el de sus aliados. La ruta principal comenzaba en el Milanesado italiano y, después de cruzar los Alpes por Saboya, transcurría por el Franco Condado, Lorena, Luxemburgo, el Obispado de Lieja y Flandes hasta llegar a Bruselas. Este camino fue el utilizado, por ejemplo, por el duque de Alba en su viaje a los Países Bajos en 1567. El recorrido tardaba en hacerse unas 7 semanas, a una media de 20 kms día. A partir de los primeros años del siglo XVII, como consecuencia de la alianza defensiva entre Saboya y Francia, se comenzaron a utilizar otras rutas que pasaban por los valles suizos de la Engadina y la Valtelina. Tras sortear los Alpes, el camino bordeaba el sur de Alemania para cruzar el Rin en Alsacia y continuar hacia los Países Bajos.


El promedio de efectivos del ejército de Flandes durante la mayor parte de la contienda fue de 65.000 hombres, aunque en algunos momentos llegó a contar hasta con 85.000 entre soldados permanentes y "de ocasión". En su mayor parte estaba compuesto por tropas germanas y de los Países Bajos (en particular, valonas), con contingentes menores de infantería española, italiana, portuguesa, borgoñona, irlandesa y británica. Los contingentes de origen latino y aquellos que se iban movilizando en la Europa aliada llegaban a Flandes a través del Camino Español y las unidades militares en que se constituían fueron los famosos “Tercios”, agrupaciones de 3000 hombres (en la práctica fueron realmente menores, pues por lo que se conoce estuvieron más entre los 1200 y 1600 soldados) compuestas principalmente por piqueros (portadores de esas lanzas de 5 metros de largo que Velázquez  inmortalizó en el cuadro de “La rendición de Breda”), acompañados de arcabuceros, mosqueteros, soldados de caballería y personal de mando y estandartes. Eran formaciones en las que no existía una uniformidad en la vestimenta militar (los soldados debían buscarse la vida, tanto en el vestir como en la mejora del armamento) y en los que se mezclaban nacionalidades que se distinguían entre sí, más allá de estandartes y enseñas, por el color de las bandas de tela que portaban: Roja para los españoles, naranja los de Paises Bajos, verde los irlandeses, amarilla los británicos, etc.

La clave del corredor terrestre que significó el Camino Español estaba en su perfecta organización desde el punto de vista logístico, pues era capaz de proporcionar los apoyos necesarios para el traslado de contingentes que sumaban, entre tropas y acompañantes, unas 16000 personas y 1500 caballos. El Camino estaba formado por una cadena de puntos fijos obligatorios, que se denominaban "etapas militares", centros comerciales donde tradicionalmente se realizaban transacciones y se almacenaban mercancías. Cada expedición era precedida de un comisario que determinaba con las autoridades locales el itinerario de las tropas, los lugares en que habían de detenerse y la cantidad de víveres que requerían. Los gobiernos, a su vez, ofertaban los servicios a los asentistas, quienes se encargaban de proveer los suministros al precio establecido. En cuanto a los alojamientos, en cada etapa se emitían unos vales que determinaban el número de personas que habían de acomodarse en cada casa, de forma que al partir las tropas, el propietario presentaba los vales al recaudador local para que se hiciera cargo de los gastos. A pesar de todas las previsiones, la presión militar sobre las economías locales acabó provocando las quejas de las poblaciones que no disponían de recursos suficientes para abastecer y alojar a las tropas, así como planteó la utilización de itinerarios alternativos para no sobreexplotar algunas comarcas.

La exposición nos muestra a través de paneles informativos detalles históricos del Camino Español y de los Tercios de Flandes, acompañándolos con la exhibición de diversos atuendos alusivos a la época, armas, mapas, e incluso con una filmación en la que se recrea lo que fue aquello. También hay una espectacular y enorme maqueta (33 metros cuadrados) en la que se reproduce la Batalla de Norlinngen de 1634, aportada por el grupo de reconstrucción histórica Imperial Service que, además, ameniza la exposición gracias a sus interesantes explicaciones sobre los tercios. Tampoco quiero dejar de mencionar los cuadros que, haciendo alusión al Camino Español y a los Tercios, presiden la exposición y que son obra del pintor realista, especializado en temas históricos, Augusto Ferrer-Dalmau.


Exposición: El Camino Español.

Lugar: Escuela de Guerra del Ejército (c/ Santa Cruz de Marcenado, 25)
Fechas: del 21 al 31 de mayo de 2014
Horario: Lunes a viernes de 11 a 14 y de 17 a 20 h. Sábados de 11 a 14 h.
Metro próximo: Ventura Rodríguez ó Argüelles
Entrada gratuita


La Rosaleda del Retiro

La Rosaleda del Parque del Retiro luce estos días su multicolor gama cromática, un espectáculo floral que atrae cada primavera a numerosos paseantes deseosos de disfrutar con la contemplación de las vistosas rosas que, en gran número y variedad, allí se concentran. Las hay rojas, blancas, rosaceas, amarillas, fucsias, ... ¡Una preciosidad!

De las tres rosaledas públicas de las que dispone Madrid (La del Parque del Oeste, la del Jardín Botánico y la del Parque del Retiro) esta es sin duda, por su ubicación y accesibilidad, la más visitada por los madrileños y seguramente también la más retratada, pues ¡cuántas fotografías de novios o posados de bodas y primeras comuniones no tendrán de fondo este lugar!


La Rosaleda del Retiro está situada al final del Paseo de Coches, cerca de la Plaza del Ángel Caído. Allá por 1870 este sitio lo ocupaba un estanque artificial, llamado de patinar ya que para tal fin se utilizaba cuando se helaba en invierno, cosa no obstante que ocurría menos veces de las deseadas por los patinadores, pues al estar en una zona despejada del parque el hielo duraba poco. Fue por ello que, en 1876, se decidió trasladar el área de patinaje a la zona más sombría del denominado Campo Grande, creando allí una Ría circular con una pequeña isla central a la que se podía acceder por puentes. El lugar permanece actualmente y, aunque no se usa para patinar, constituye uno de los rincones con encanto del Retiro.

Sobre el espacio del antiguo estanque de patinar se instaló en 1883 un invernadero que el Marqués de Salamanca cedió al Ayuntamiento y que hasta ese momento había estado en el jardín de su Palacio del Paseo de Recoletos. El invernadero, de los de tipo estufa, había sido construido en Londres y fue una de las primeras construcciones de hierro y cristal en su tipo que adornaron los palacios del eje noble de Madrid. Tenía forma rectangular y bóveda de cañón, disponiendo en su interior de una serie de termosifones que mantenían la humedad necesaria para el cultivo de especies exóticas de plantas. Este invernadero se mantuvo hasta 1930, pero ya algo antes, en 1914, el alcalde de Madrid, que por aquel entonces era Carlos Prat, había encargado al recientemente nombrado Jardinero Mayor Cecilio Rodríguez el diseño en aquel lugar de una Rosaleda al estilo de las existentes en otras capitales europeas, encargo para el que Cecilio viajó a Francia a fin de buscar inspiración y adquirir de paso rosales. El modelo de rosaleda elegido fue el de Bagatelle, en los jardines del Bosque de Bolonia de París, trayéndose además de aquel viaje 12000 rosales de más de 350 especies diferentes.

La Rosaleda que hoy vemos, pese a haber sido remodelada varias veces desde su creación (en la Guerra Civil, sin ir más lejos, se destruyo gran parte de la misma) mantiene el diseño original: Tiene una superficie aproximada de 0.8 hectáreas y es de forma elíptica, estando delimitado perimetralmente el recinto por un seto de ciprés que permite el acceso por cuatro puntos. La distribución interior de caminos y parterres guarda la simetría propia de los jardines de estilo francés e incluye dos fuentes y un estanque central.

¡Merece la pena darse un paseo por allí!

San Isidro Labrador

Los madrileños celebramos el 15 de mayo la fiesta de San Isidro Labrador, patrón de la ciudad, y son muchos los que gustan ese día de mantener viva la tradición popular de acudir a la Ermita del Santo, beben agua "milagrosa" de la fuente, comer en la pradera y disfrutan de la verbena. Es un día en el que la calle retoma la presencia de chulapos y chulaponas orgullosos de mostrar en público su palmito y su manera de bailar a lo fetén el chotis agarrao, un día en el que el aire verbenero trae por momentos olor a frituras de gallinejas y entresijos, en el que uno puede comprar esas rosquillas del Santo que si bien antes eran casi en exclusividad Listas, Tontas y de Santa Clara, hoy las hay de una más amplia variedad, y es que como decía don Hilarión, ¡los tiempos adelantan que es una barbaridad!

Isidro de Merlo y Quintana, nuestro San Isidro, nació en Madrid a finales del siglo XI. Hombre humilde y muy devoto cristiano, trabajó primero en la Villa de pocero pero cambió a la profesión de labrador cuando tuvo que huir de la ciudad ante la conquista de esta por los almorávides. Se instaló en Torrelaguna y allí se casó con María Toríbia, gran devota como él y que años después también sería canonizada bajo el nombre de Sta. Mª de la Cabeza. Después de un tiempo, durante el que la pareja residió temporalmente en Caraquiz y Talamanca, se asentaron ya en Madrid, trabajando Isidro como labrador al servicio de Iván de Vargas, miembro destacado de una de las importantes y adineradas familias de la Villa, fijando su vivienda en unos aposentos bajos de la casa que este tenía junto a San Andrés (se trata del edificio, hoy reconstruido, que alberga el Museo de los Orígenes de Madrid y en el que se conserva el famoso pozo al que en breve haré mención).

En esa casa es donde va a nacer su hijo Illán y donde, pocos años después va a tener lugar uno de los numerosos milagros que se atribuyen al santo y que es el que representa, por ejemplo, la escultura existente en el Puente de Toledo: Siendo Illán muy pequeño y encontrándose Isidro trabajando en el campo, en un descuido de la madre el niño se cayó al pozo existente en la casa. Alertado del suceso, Isidro regresó rápidamente a la casa, suplicando a la Virgen de la Almudena su mediación. Cuentan que sorprendentemente el agua empezó entonces a subir, llegando casi a rebasar el borde del pozo y permitiendo con ello rescatar al niño caído que, además, apareció sin rasguño alguno. Por este echo y por otros muchos milagros que se le atribuyen, como el de que unos ángeles araban por él los campos mientras rezaba, su popularidad como hombre santo y milagrero se fue consolidando, arraigando considerablemente tras su muerte el 30 de noviembre de 1172. Su fama en la tradición popular madrileña hizo, por ejemplo, que ya desde el siglo XII se acudiese a beber el agua milagrosa de su fuente, pues se atribuía al Santo el milagro de haber hecho brotar allí agua de la tierra con el simple golpeo en el suelo de su aguijada. De hecho, el origen de la Ermita del Santo guarda relación también con la fuente: Cuentan que habiendo llegado a oídos de la emperatriz Isabel de Portugal, esposa de Carlos I (estamos ya en el siglo XVI), las supuestas propiedades medicinales de las aguas que brotaban de este manantial, decidió dárselas a beber a su hijo, el futuro rey Felipe II, que se encontraba seriamente enfermo. El muchacho por lo visto sanó rápidamente y, en agradecimiento, la emperatriz ordenó la construcción de una ermita junto al manantial. Esta primera y al parecer modesta construcción sería sustituida en 1725, ya en época de Felipe V, por una nueva que, no obstante se vería seriamente dañada durante el transcurso de la Guerra Civil del XX y que siendo reconstruida al finalizar la contienda es la que actualmente vemos.

Decir por último que los restos mortales de San Isidro Labrador y de su mujer, Santa María de la Cabeza, reposan desde 1769 en la Colegiata de San Isidro (con anterioridad estuvieron en la Iglesia de San Andrés). Si hacemos una visita a esta hermosa colegiata (c/ Toledo, 37), que recordemos fue entre 1885 y 1993 la catedral provisional de Madrid, veremos como en el mismo retablo del altar, que está dedicado al Santo, existen dos sepulcros: El de arriba guarda los restos de San Isidro y el de abajo los de su mujer.


Para ver el Programa de actos de las Fiestas de San Isidro del año en curso accede a la web correspondiente. Así mismo, también puede ser de tu interés una anterior entrada de este blog en el que se abordó el tema del casticismo madrileño. Puedes acceder a ella desde aquí.

Alcorcón: Museo de Arte en Vidrio

En el Castillo Grande de Valderas, posiblemente el edificio más claramente identificable del municipio de Alcorcón, se ubica un interesante museo desconocido para muchos madrileños y que desde aquí animo a visitar. Me estoy refiriendo al Museo de Arte en Vidrio de Alcorcón o MAVA, como abreviadamente se le conoce.

Este museo municipal funciona desde 1997 y está centrado expositivamente en el arte contemporáneo en vidrio, lo que le diferencia de otros, como el segoviano de la Real Fábrica de La Granja de San Ildefonso, en los que el peso de las obras mostradas tiende a inclinarse más hacia aquellas creaciones anteriores al siglo XX.

El origen de la colección permanente del MOVA, compuesta actualmente por más de 160 piezas creadas por reconocidos artistas del vidrio nacionales e internacionales, se debe a la iniciativa e impulso del escultor abulense Javier Gómez, quién habiéndose iniciado allá por 1971 en el conocimiento de las técnicas industriales del manejo del vidrio pronto se pasaría al tratamiento artístico de este material, siendo uno de los primeros en hacerlo en España (el precursor fue Joaquín Torres Esteban), abriendo así camino en nuestro país a la nueva corriente artística que había empezado a gestarse en América a comienzos de los sesenta con el Studio Glass Movement. Consciente años después y ya consolidado como artista que la Comunidad de Madrid merecía tener, como ya ocurría en otros muchos lugares del mundo, un museo en el que mostrar lo que se estaba haciendo artísticamente en vidrio, convenció tanto al Ayuntamiento alcorconero como a artistas y coleccionistas privados para que se implicasen proactivamente en este proyecto museístico, consiguiendo por ejemplo, por destacar la que fue principal aportación, que la coleccionista japonesa Takako Sano, gran amiga del artista y persona de prestigio internacional en el arte del New Glass por ser durante años comisaria de importantes exposiciones, donase 57 piezas de su colección particular.

La verdad es que cuando en la visita uno observa con detenimiento las piezas y tiene la suerte de que alguien experto en la materia le vaya explicando las diversas formas en que están estas trabajadas, no puede dejar de admirar la labor realizada por los artistas con este frágil material. Descubres como en el trabajo del vidrio se distingue primeramente entre aquel que se hace en caliente y el que se realiza en frío. Hacerlo en caliente supone trabajar directamente con la materia ígnea, es decir cuando su estado de elasticidad permite la manipulación directa y rápida mediante el uso de cañas y otras herramientas. Hay distintos tratamientos: Vidrio soplado, colado, moldeado, centrifugado, prensado, fundido, pasta de vidrio, estirado, etc. Por su parte las técnicas del vidrio en frío, que implican por lo general un proceso bastante más lento, trabajan a partir de piezas ya enfriadas y presentadas en formas varias, como pueden ser láminas, objetos huecos, estirados, varillas, etc. Estas se trabajan luego cortando, pegando, puliendo, grabando, pintando, esmaltando, mateando con chorro de arena, tallando, ... Además, algunos autores agrupan y combinan diversas de estas técnicas en lo que sería un paso intermedio entre frío y caliente, aumentando así las posibilidades. ¡Sin duda un trabajo minucioso y delicado!

Señalar por último, pues resulta también interesante, que el MOVA organiza talleres en los que el visitante puede aprender de forma práctica a trabajar con vidrio, creando sencillas piezas de arte que puede incluso llevarse. Entérate de la posibilidad antes de ir y atrévete a probarlo. ¡Te gustará!

Antes de finalizar esta entrada del blog y puesto que si acudimos a ver este museo sentiremos curiosidad sin duda por el edificio en el que se alberga, referiré aquí el origen de este castillo:  Fue mandado construir a principios del siglo XX (se inauguró en 1917) por los marqueses de Valderas a raíz de que él, D. José Sanchiz de Quesada, que era capitán del regimiento de Artillería, fuese destinado a esta zona. Originalmente se construyeron tres edificios: la residencia principal (sede del museo), el Oratorio (situado detrás del primero) y el de caballerizas y residencia del servicio (hoy desaparecido). El curioso estilo arquitectónico elegido responde al capricho, frecuente entre nobles y ricos burgueses de finales del siglo XIX, de emular edificios antiguos.

Tras la muerte de los marqueses, el paso del tiempo y sucesivos herederos poco interesados en el mantenimiento integral de la hacienda (los amplios terrenos de la finca fueron vendiéndose y hoy conforman en gran parte el barrio de San José de Valderas) fueron degradando los edificios, llegando a alcanzar un estado casi ruinoso (como curiosidad sepamos que por aquel entonces, en 1973, sirvió de escenario para una película de esas de miedo titulada “La Saga de los Drácula”). Asumida finalmente por el Ayuntamiento de Alcorcón su protección, los edificios fueron rehabilitados y destinados a uso cultural. En el edificio principal se optó por la sustitución de los elementos estructurales interiores, a fin de dar amplitud de espacio, así como por conservar sólo tres de las fachadas originales del Castillo Grande (en la posterior, la que da al Oratorio o Castillo Pequeño, se abrió un amplio ventanal que da luminosidad natural a la escalera principal y a buena parte del interior del edificio. En el entorno de los castillos, un parque público salpicado con diversas modernas esculturas invita a visitantes y vecinos a un tranquilo paseo y a la contemplación, en uno de sus extremos, de ese proyecto inacabado del CREAA, conjunto de edificios pensados para albergar un auditorio, un circo estable, un conservatorio de danza y música, un área de restauración y no sé cuantas otras cosas, y que pasado el tiempo siguen ahí cerrados y sin uso, como pruebas palpables a juicio de muchos de esa inversión alocada y un punto especulativa sufrida los últimos años en nuestro país. Confiemos en que, ya que están algunos construidos, se terminen estos y se les de uso público.

MAVA. Museo de Arte en Vidrio de Alcorcón
Dirección: Avenida de los Castillos (Alcorcón)
Horario: Lunes a viernes de 10 a 14 h y de 17 a 20 h (cierran sábados tarde, domingos y festivos)
Metro: Joaquín Vilumbrales (Línea 10)
Entrada gratuita

El Parque de El Capricho

El parque histórico de El Capricho es sin duda uno de los más bellos de Madrid, estando más que justificada la recomendación a la que aquí me sumo de animaros a hacerle una visita. Es importante a este respecto saber que desde hace años sólo se abre al público los sábados, domingos y festivos, existiendo además una limitación, a 500 personas, en el número máximo de visitantes coincidentes en todo momento en el interior del recinto, por lo que para eludir molestas colas de entrada es mejor que evitéis en lo posible acceder en las horas tradicionalmente punta de visitantes. Recomiendo también, si tenéis la oportunidad, aprovechar alguna visita guiada como las que organiza el Ayuntamiento de Madrid en el marco de su Programa de Actividades Ambientales, ya que estas nos van a permitir disfrutar aún más del Parque al darnos a conocer la historia del lugar y el simbolismo estético contenido en el diseño ornamental de los jardines, muy acorde con los gustos románticos propios de finales del siglo XVIII.

La creación de esta villa de recreo se debe a los novenos Duques de Osuna, representantes de una de las más importantes casas nobiliarias y poseedores, en la época en que nos situamos, no sólo de numerosos títulos sino también de una gran fortuna. Más en concreto fue la duquesa, doña María Josefa de la Soledad Alonso Pimentel, la verdadera responsable de que el proyecto se llevase a cabo, considerando desde el primer momento a esta villa como su "Capricho" personal. La duquesa fue persona muy culta (formó parte, por ejemplo, de la Real Sociedad Económica Matritense, siendo una de las dos primeras mujeres en ingresar en dicha entidad) y arquetipo de lo que en el siglo XVIII se conoció como aristócrata ilustrada. Gustaba de rodearse de intelectuales y artistas con los que charlar y debatir, acogiendo frecuentemente bajo su especial protección a pintores y literatos, como fue el caso de Francisco de Goya, Leandro Fdez. de Moratín, Tomas de Iriarte o Don Ramón de la cruz.

Aunque los Duques de Osuna residían en la capital (su palacio estaba en la Cuesta de la Vega, en lo que hoy es fundamentalmente la explanada con restos visibles de la antigua muralla árabe) la moda aristocrática de disponer de un espacio amplio fuera de la ciudad para destinarlo al ocio, al descanso y a las reuniones sociales, les llevó a comprar en 1783 unas huertas y casas de labor que el Conde de Priego poseía en la llamada Villa de la Alameda, a unos 9 kms de Madrid. El sitio fue elegido por la duquesa porque allí se disponía de amplios terrenos, el agua era abundante y, además, se encontraba cerca del Castillo de Barajas, recinto con fuerte simbolismo sentimental para ella y su esposo (eran primos entre sí), pues en él falleció encarcelado en 1622 su famoso antecesor Pedro Téllez-Girón y Velasco, Virrey de Nápoles y al que se conoció históricamente como el Gran Duque de Osuna.

Dado que fue famosa la rivalidad por acaparar protagonismo existente en la época entre la reina Mª Luisa, la duquesa de Alba y la de Osuna, es de entender que puesto que las dos primeras poseían ya villas de recreo más o menos próximas a Madrid (Aranjuez y Piedrahita), la duquesa de Osuna tomase el proyecto de esta nueva residencia como algo importante y muy personal, implicándose activamente tanto en la supervisión de los diseños como en la contratando para la ejecución de los mismos de prestigiosos artistas, jardineros y escenógrafos.

El excelente resultado del trabajo llevado a cabo en El Capricho queda de manifiesto en un diseño de parque que integra tres tipos de jardines clásicos: En la parte baja, la que se corresponde con el espacio más antiguo de la finca, nos encontramos con un jardín de estilo italiano, en el que los setos se mezclan con espacios arbóreos de hoja caduca que posibilitan la entrada del sol en invierno mientras que en verano ofrecen una agradable y fresca cobertura al paseante. En esta zona es donde además encontraremos el invernadero y el laberinto vegetal (divertimento frecuente en los jardines de época y que aquí se encuentra reconstruido, al parecer fielmente respecto al original que debió conocer la duquesa, pues el primigenio quedó destruido durante la Guerra Civil). La parte central del recinto, la que une mediante una hermosa avenida la entrada principal al recinto con el Palacete, se corresponde con un jardín de estilo francés. En él se distinguen claramente elementos representativos de este estilo, como el parterre, las plazuelas, o las pequeñas praderas de césped acotadas por setos cuidadosamente recortados, indicativos de un estilo de jardinería que exalta el dominio del hombre sobre la naturaleza moldeándola a su capricho. Por último, ocupando la parte más extensa y digamos moderna del parque, encontramos un jardín paisajista de tipo inglés, en el que se busca evocar a la naturaleza en su estado más puro: Diversidad de árboles, arbustos y flores surgen en aparente aleatoriedad en un paisaje con montículos, senderos serpenteantes, estanques, etc. Dentro de este jardín y complementando los múltiples rincones que invitan al paseo relajante, encontramos también la zona destinada en su día a la más pura diversión cortesana: Columpios, embarcadero, canal fluvial, castillo de batallas, Casino de Baile, ... y hasta una pequeña granja. ¡No estaba mal!

Comparada con la grandiosidad de los jardines llama quizás la atención del visitante la relativa sencillez del Palacete, pues carece externamente de adornos ornamentales relevantes (parece ser que se usaron en su momento elementos tipo atrezo que complementaban la decoración habitual cuando se celebraban eventos). Respecto al interior poco puedo decir, pues no es visitable. Parece ser que ya nada hay en su interior que merezca especialmente la pena artísticamente hablando, pues los enseres que allí había fueron vendidos por algunos propietarios sucesores de los duques años después de que estos falleciesen, o han sido trasladados a otros lugares (allí estuvieron originalmente, por ejemplo, varias conocidas obras de Goya, como El columpio, Las cuatro estaciones, La merienda campestre o La pradera de San Isidro).

Durante la Guerra Civil, lo que había sido durante años un lugar de descanso y recreo se convirtió en Cuartel General del Ejército Republicano, conociéndose militarmente como Posición Jaca. De aquella época se conserva actualmente en los jardines de El Capricho un entramado de búnkers que, según parece, se abrirán próximamente a las visitas. Si es así seguramente será curioso también de ver.

Jardines de El Capricho
Dirección: Paseo Alameda de Osuna, s/n
Horario: Sábados, domingos y festivos de 9 a 21 h.
Metro más próximo: Alameda de Osuna

Museo Arqueológico Nacional

El Museo Arqueológico Nacional (MAN), tras la profunda remodelación que lo ha mantenido cerrado estos últimos años, reabrió el pasado 1 de abril y, de momento al menos, está siendo muy visitado por madrileños y turistas, con lo que esperemos se haya logrado el propósito marcado de atraer más público del que tradicionalmente había tenido en el pasado.

Hay que reconocer que la remodelación ha quedado bien. El museo presenta ahora unos espacios más amplios y agradables para el visitante, con abundante y comprensible cartelería informativa que, complementada como está con numerosos audiovisuales y mapas, facilitan la puesta en contexto y hacen accesible, comprensible y atrayente la exposición para el público no especializado.

Un amplio hall de entrada, en el que también se ubica la cafetería y una tienda, recibe al visitante. Tras los tornos de acceso y siguiendo un recorrido secuencial que nos llevará por las diversas plantas del edificio, encontramos las salas museísticas: Prehistoria, Protohistoria, Hispania Romana, Mundo Medieval: Al Ándalus, … Un amplio recorrido por épocas y culturas que llega hasta la Edad Moderna. Entre los numerosos objetos expuestos, que incluyen pequeñas y grandes piezas, encontramos utensilios caseros, armas, joyas, monedas, e incluso elementos ornamentales como porticos de piedra, techumbres de madera policromada y suelos de mosaico. Entre todas ellas hay piezas sin duda de gran singularidad, como la Estela de Solana de Cabañas, las archifamosas Dama de Elche y Dama de Baza, el valioso Tesoro visigodo de Guarrazar o, por poner otro ejemplo, el preciosista Bote de Zamora, delicada pieza minuciosamente labrada en marfil y que fue un regalo del califa al-Hakam II a su favorita Subh.



Para finalizar esta entrada, un poco también de historia de este museo: Fue fundado en 1867 por Real Decreto de Isabel II y se inauguró oficialmente el 9 de julio de 1871 por el rey Amadeo I de Saboya. Tuvo provisionalmente una primera sede en el palacete del Casino de la Reina (junto a la calle Embajadores) que el Ayuntamiento de Madrid había regalado a Isabel de Braganza, esposa de Fernando VII. En 1895 los fondos museísticos fueron trasladados definitivamente al nuevo Palacio de Bibliotecas y Museos, grandiosos edificio que va a compartir con la Biblioteca Nacional y que cuenta con dos monumentales fachadas neoclásicas, la correspondiente a la Biblioteca dando al Paseo del Prado y la del Museo Arqueológico dando a la calle Serrano.


Museo Arqueológico Nacional (MAN)
Dirección: c/Serrano, 13
Horario: Martes a sábado 9,30 a 20 h. Domingos 9,30 a 15 00 h.
Precio: 3 euros

Temporalmente, hasta el 20 de abril de 2014, la entrada es gratuita