La vistosa floración de los almendros, que ya muestran estos días su blanco esplendor en las calles y parques de Madrid (no dejéis de acercaros a admirarla, por ejemplo, a la Quinta de los Molinos), es un claro indicador de que la primavera oficial está ya a la vuelta de la esquina.
Sin duda la estación anima a realizar actividades al aire libre y, más allá del simple paseo callejero, los parques y jardines se llenan de madrileños que haciendo deporte o paseando relajadamente buscan un mayor acercamiento a la naturaleza contenida en nuestra ciudad.
Madrid es una ciudad con bastantes parques, pero nunca está de más aumentar el número de zonas verdes. Es por ello que personalmente me agrada ver como en algunos barrios, aprovechando solares y espacios desde hace tiempo abandonados a cierta desidia municipal, colectivos vecinales y culturales toman la iniciativa de crear en ellos pequeños huertos urbanos. ¡Ojala el Ayuntamiento apoyara este tipo de iniciativas!
Los huertos urbanos, más allá del anecdótico interés recolector, suponen una interesante iniciativa de aproximación de la ciudad al campo, motivadora para quienes la realizan y visualmente agradable y educativa para los vecinos que simplemente la contemplan.
Madrid debería consolidar, como ya han hecho otras ciudades europeas, la creación de huertos urbanos comunitarios. De momento existen ya unos cuantos (si pinchas aquí podrás conocer la ubicación de muchos de ellos).