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Real Jardín Botánico de Madrid

Si elegimos uno de esos días agradables para pasear, cualquier época del año es buena para acercarnos al Botánico y disfrutar, sin prisas, de este histórico rincón de naturaleza en pleno Paseo del Prado.

El origen de los jardines botánicos se sitúa en el Renacimiento, aunque hay constancia de que ya antes existían algunos, por ejemplo en la cultura árabe. Surgen como tales en Italia (Pisa y Padua, 1543) y lo hacen en estrecha conexión con las universidades, pues el objetivo de estos jardines es la colección, conservación, estudio y divulgación de las plantas locales y exóticas (en un principio se limitaban a ejemplares de uso alimenticio y medicinal). El interés por estos recintos se va extendiendo y surgen  jardines de este tipo en otras ciudades europeas.

El Real Jardín Botánico de Madrid,  segundo de los que se crean en España (el primero fue el de Valencia, en 1567), se funda en 1755, durante el reinado de Fernando VI, y su ubicación estaba en la Huerta de Migas Calientes (actualmente Puerta de Hierro, a orillas del río Manzanares). Este jardín, que ya contaba con más de 2000 plantas, pronto empieza a quedarse pequeño y será Carlos III quien en 1774 de instrucciones para trasladarlo a su actual emplazamiento en el Paseo del Prado de Madrid, dentro del programa de ordenación del Salón del Prado y Atocha (se quiso dar a esta zona una simbología del mecenazgo de la Corona con las ciencias y las artes, ubicando en ella además del Real Jardín Botánico, el Real Gabinete de Historia Natural, -posteriormente Museo del Prado-, y el Observatorio Astronómico).

El primer proyecto del nuevo jardín fue encomendado al asesor científico Casimiro Gómez Ortega y al arquitecto Francesco Sabatini, que entre 1774 y 1781 (año de la inauguración) realizó la traza inicial, y parte del cerramiento, en el que destaca la Puerta Real (Paseo del Prado). Sobre esta base, entre 1785 y 1789 Juan de Villanueva realizó un segundo y definitivo proyecto, más racional y acorde a la función científica y docente que debía tener el jardín. Éste ocupaba una superficie de 10 hectáreas distribuidas en tres niveles aterrazados que se adaptaban a la orografía del terreno. Las dos inferiores (Terraza de los Cuadros y Terraza de las Escuelas Botánicas) permanecen hoy en día tal y como fueron construidas, mientras que la superior (Terraza del Plano de la Flor) fue remodelada en el siglo XIX con rasgos ajardinados. El recinto estaba cerrado por una elegante verja de hierro y contaba con dos puertas de acceso: la Puerta Real (de la época de Sabatini) y otra secundaria, diseñada por Villanueva, enfrente del Museo del Prado, por donde actualmente se accede al recinto.

El Jardín Botánico se fue enriqueciendo durante años con los envíos de las expediciones científicas que auspiciaron los sucesivos monarcas, de forma que a comienzos del siglo XIX se había convertido en uno de los más importantes de Europa. No obstante, en la década de los años ochenta de dicho siglo el Jardín ve reducida su superficie por la parte que da a Atocha (se construye el edificio que actualmente ocupa el Ministerio de Agricultura y se abre la calle que hoy conocemos como cuesta de Claudio Moyano). A finales del XIX y principios del siglo XX el jardín cae en cierto abandono que llevan a su cierre en 1974 para abordar profundas obras de restauración, abriéndose nuevamente y ya remodelado, como podemos verlo actualmente, en 1981.

Caminar por los senderos inferiores del Jardín contemplando la variedad de plantas y flores, ver  en la terraza superior la curiosa colección de bonsáis donada en 1996 por el ex presidente del Gobierno Felipe González,  entrar en los invernaderos y aprovechar nuestra visita para ver alguna de las exposiciones temporales que suelen programarse en el Pabellón Villanueva,  son argumentos suficientes para que anotemos en nuestra agenda de actividades hacer una visita al Jardín Botánico. ¿Cuándo fue la última vez que fuiste?

Exposición temporal: Malaspina 2010

Hasta el 1 de abril de 2012 puede verse en el Pabellón Villanueva del Real Jardín Botánico (plaza de Murillo, 2) la exposición “España explora. Malaspina 2010”, a través de la cual se nos ofrece un recorrido por las diferentes facetas de las expediciones de exploración oceánica llevadas a cabo por España en los últimos quinientos años: las motivaciones, los desafíos, la tecnología usada y los resultados de investigación obtenidos durante las mismas.

La exposición se encuentra estructurada en tres partes diferenciadas:

500 años de exploración marítima española.

Esta primera parte de la exposición, que ocupa el ala izquierda del Pabellón, nos permite hacer un breve recorrido por la aportación histórica de nuestro país a la exploración marítima. Se destacan los viajes de Colón en busca de la nueva ruta a las Indias, el viaje de circunnavegación de Magallanes y El Cano y, finalmente, la expedición que dirigieron los oficiales de la Armada Alejandro Malaspina y José Bustamante entre 1789 y 1794.

La encomienda de la expedición de Malaspina era hacer un estudio de la situación de los virreinatos y levantar su cartografía, haciendo además una relación de la flora, la fauna y las costumbres de los pueblos visitados, misión para la cual viajaban en las dos corbetas utilizadas, - la Descubierta y la Atrevida,- naturalistas y pintores junto a marinos profesionales. La expedidicón fue un éxito y a su regreso Malaspina fue recibido como héroe, aunque debido a sus ideas liberales y reformistas, que le enfrentaron con Godoy, fue poco después acusado de alta traición por querer divulgar al enemigo los conocimientos recogidos y se le condenó a diez años de prisión en el Castillo de San Antón en La Coruña, sentencia que un año después le fue permutada por la de expulsión a Italia, donde murió en 1810.  Los resultados de esta expedición no fueron divulgados en su época, pero hoy en día existen, según indican los organizadores de la actual exposición, numerosas publicaciones que recuerdan las aportaciones científicas y artísticas de la misma.

Orígenes de la oceanografía y la Expedición Malaspina 2010

El ala derecha del pabellón se dedica al desarrollo de la oceanografía española en los siglos XX y XXI, desde la fundación de las primeras instituciones científicas relacionadas con las ciencias del mar hasta la expedición de circunnavegación Malaspina 2010, que da nombre a la exposición temporal. Dicha expedición, en la que participaron más de 250 investigadores de 19 instituciones españolas, se inició el 15 de diciembre de 2010 con la salida desde Cádiz del buque Hespérides de investigación oceanográfica, perteneciente a la Armada, al que meses después y para completar parte de las investigaciones encomendadas se unió el buque Sarmiento de Gamboa operado por el CSIC. Entre los hitos de esta expedición podemos citar: Hallazgo de una importante caída de la concentración de oxígeno en el océano tropical; realización del primer sinóptico de salinidad del océano superficial medido desde satélite; despliegue de un rastro de 59 boyas de observación funcionales durante 3 años, o el descubrimiento de microalgas fotosintéticas viables a 4000 metros de profundidad.

Esta parte de la exposición cuenta con bastantes audiovisuales, que amplían la información recogida en los paneles informativos y cuyo visionado detenido resulta ilustrativo.

Cambio global y biodiversidad en los océanos

Escueta muestra, en la sala central del pabellón, que mediante la proyección de imágenes, busca sensibilizar al visitante sobre la importancia de la exploración de la biodiversidad en el océano profundo, así como sobre la evaluación del impacto del ser humano en el cambio global.

Visitar la exposición puede complementarse, o mejor dicho debe complementarse, con la visita al Real Jardín Botánico, pues el Pabellón Villanueva está enclavado en su interior (el acceso al recinto cuesta 3 euros). Sin duda un plan completo de cultura y ocio.

Jardín del Príncipe de Anglona

En pleno Madrid de los Austrias hay un pequeño, coqueto y tranquilo jardín que es desconocido por muchos madrileños, seguramente por encontrarse medio oculto tras altas tapias y tener como único acceso una pequeña puerta, casi imperceptible en la parte baja de la Plaza de la Paja. Hablamos del Jardín del Príncipe de Anglona.

Tanto el jardín como la casa palaciega anexa, a la que pertenecía, toman su nombre de Pedro de Alcántara Téllez-Girón, príncipe de Anglona y marqués de Javalquinto, quien habitó en el lugar en el siglo XIX (actualmente el jardín es propiedad del Ayuntamiento y el palacio se ha reconvertido en viviendas y locales particulares).

El diseño inicial del jardín data de 1761, cuando el Conde de Benavente, dueño en aquel entonces de la casa palaciega, encargó la realización de un pequeño jardín de estilo neoclásico a Nicolás Chalmandrier. No obstante, el jardín que actualmente vemos es resultado de la restauración que en 1920 encargo el marqués de la Romana, dueño por entonces, a Javier Winthuysen Losada, famoso diseñador de jardines y autor al respecto de numerosas obras en España.

El jardín del Príncipe de Anglona tiene la consideración de jardín colgante, ya que se sitúa sobre un terraplén artificial que salva el fuerte desnivel existente entre la plaza de la Paja y la calle de Segovia. Ocupa una superficie aproximada de 500 m², cuyo perímetro está cercado mediante una tapia de ladrillo, sobre la que descansa, en algunos tramos, una celosía. El jardín combina árboles de grandes dimensiones con pequeños parterres. En el centro del jardín hay una fuente de piedra y, en una de las esquinas, un cenador de hierro.

Si no lo conoces, no dejes pasar la oportunidad de visitarlo. Elige una hora adecuada (poca gente, luz apropiada). ¡Seguro que te gustará!.

Exposición temporal: Picasso. El eterno femenino

Entre las exposiciones temporales que actualmente pueden verse en Madrid, sin duda una de las más interesantes es la que hasta el 8 de abril de 2012 ofrece la Fundación Canal (c/ Mateo Inurria,2): “Picasso. El eterno femenino”. En ella podemos admirar una amplia representación de obras del pintor malagueño que tienen como tema central a la mujer.

Las mujeres tuvieron una gran influencia en la vida de Pablo Picasso, lo que sin duda le marcó como hombre y como artista  (vivió una infancia rodeado de mujeres y posteriormente tuvo varias esposas y amantes).

En la exposición podemos contemplar 66 grabados originales realizadas entre 1927 y 1964 por Pablo Picasso, y que se muestran estructurados en 14 enfoques diferentes, con el objetivo de acercar al visitante a las múltiples visiones con las que el artista captó la fisionomía y la intimidad de la mujer.

Bajo diversos estilos pictóricos podemos ver retratos y composiciones de mujeres anónimas o identificables por su relación con el pintor. Así, por ejemplo, con frecuencia utiliza como modelos de obras que se exponen a sus dos últimas compañeras, Francoise Gilot (madre de sus hijos Claude y Paloma) y Jacqueline Roque, con quien se casó en 1961. Como curiosidad podemos comprobar que bastantes de los retratos no tienen firma, lo que indica que Picasso los reservó para sí mismo o para una persona de su confianza, pues era costumbre del pintor no firmar ninguna obra hasta el momento de venderla.

¡No te la pierdas! (la entrada es gratuita).

Para más información: http://www.fundacioncanal.com/

¿Hás oído el himno de la Comunidad de Madrid?

La Comunidad de Madrid tiene, como sabes, una bandera y un escudo que la representan simbólicamente, pero quizás desconozcas que también tiene un himno oficial, aprobado como los anteriores en 1983, año en el que se constituyó esta comunidad autónoma. ¿Lo has oído alguna vez?.
Seguramente tu respuesta a la pregunta anterior es negativa y ello no es de extrañar ya que no se utiliza nunca. ¡Escuchándolo seguramente puedas entender el por qué! (pulsa aquí si quieres comprobarlo).

Joaquín Leguina, presidente de la Comunidad de Madrid por aquél entonces, encargó al filósofo Agustín García Calvo la composición de la letra del himno, quién aceptó por el simbólico precio de una peseta. Al poema resultante le puso posteriormente música el compositor Pablo Sorozábal Serrano.

Seguidamente transcribo la letra del himno de la Comunidad de Madrid para su conocimiento. Por mi parte reconozco que como poema a mi no me disgusta la letra, en la que se aborda con ironía la nueva organización territorial, pero como himno resulta no sólo cuestionable, sino francamente feo. ¿Qué opinas?

Yo estaba en el medio:
Giraban las otras en corro,
Y yo era el centro.
Ya el corro se rompe,
Ya se hacen Estado los pueblos,
Y aquí de vacío girando
Sola me quedo.
Cada cual quiere ser cada una:
No voy a ser menos:
¡Madrid, uno, libre, redondo,
Autónomo, entero!
Mire el sujeto
Las vueltas que da el mundo
Para estarse quieto.

Yo tengo mi cuerpo:
Un triángulo roto en el mapa
Por ley o decreto
Entre Ávila y Guadalajara,
Segovia y Toledo:
Provincia de toda provincia,
Flor del desierto.
Somosierra me guarda del Norte y
Guadarrama con Gredos;
Jarama y Henares al Tajo
Se llevan el resto.
Y a costa de esto,
Yo soy el Ente Autónomo último,
El puro y sincero.
Viva mi dueño,
Que, sólo por ser algo,
Soy madrileño!

Y en medio del medio:
Capital de la esencia y potencia,
Garajes, museos,
Estadios, semáforos, bancos,
Y vivan los muertos:
¡Madrid, Metrópoli, ideal
Del Dios del Progreso!
Lo que pasa por ahí, todo pasa
En mí, y por eso
Funcionarios en mí y proletarios
Y números, almas y masas
Caen por su peso;
Y yo soy todos y nadie,
Político ensueño.
Y ése es mi anhelo,
Que por algo se dice:
De Madrid, al cielo.

Exposición temporal: El Hermitage en El Prado

Hasta el 25 de marzo de 2012 se expone en el Museo del Prado la exposición temporal El Hermitage en el Prado, una ocasión realmente única de ver fuera de su sede original una buena representación de obras de una de las más importantes pinacotecas del mundo (la muestra se enmarca en la celebración del Año Dual España-Rusia 2011, que arrancó con la presentación inversa, en San Petersburgo, de “El Prado en el Hermitage”.

La selección de obras que podremos contemplar en Madrid incluye no sólo pinturas y dibujos, sino también destacadas piezas de arqueología, artes decorativas, mobiliario y esculturas, datadas entre el siglo V a.C. y el siglo XX.

La exposición El Hermitage en el Prado está estructurada en varias secciones organizadas de forma cronológica y precedidas, a modo de introducción, de una representación pictórica de los zares fundadores de la colección (Pedro I, Catalina II y Nicolás I). Se muestra, en la primera sala, una interesante colección de piezas antiguas de oro originarias de los escitas de Eurasia y de orfebres griegos, todas ellas anteriores al siglo III a.C. En salas posteriores disfrutaremos con una completa y representativa selección de pinturas, dibujos y esculturas de los siglos XVI al XX, en la que encontramos por ejemplo obras de autores como Rembrant, Hals, Rubens, Tiziano, Caravaggio, Durero, Velázquez, El Greco, Monet, Picasso, Rodin, Matisse, Kandinsky, etc.


 Muy interesante también la colección de joyas y valiosas piezas de orfebrería occidentales y orientales, procedentes de regalos diplomáticos y de adquisiciones tras la integración definitiva, en 1885, de una parte importante de Asia Central en el Imperio Ruso.

Respecto al origen del Museo Hermitage se señala por los historiadores que nació oficialmente en 1764, cuando la emperatriz Catalina II (la Grande) compró una colección de 225 cuadros de pintura holandesa y flamenca a un comerciante berlinés. A raíz de esta primera colección, a la que se añadían algunas obras adquiridas anteriormente por Pedro I, Catalina quiso que su galería no fuera superada por las colecciones de otros monarcas y comenzó a comprar casi todo lo que se vendía en subastas europeas. El Palacio de Invierno de San Petersburgo, al que Catalina había trasladado su residencia oficial cuando asumió el poder, empezó a saturarse (cuentan que el comedor estaba adornado con 92 cuadros), por lo que mando construir un edificio aledaño al que trasladar las colecciones adquiridas y en el que podían ser admiradas por ella y por sus amigos y visitantes distinguidos. Al recinto le denominó “El Hermitage Pequeño” (de la palabra francesa “Ermitage” – “Refugio de un ermitaño”). Con posterioridad, dado que la colección fue aumentando, se amplió con otras edificaciones, hasta quedar como lo vemos actualmente, un complejo constituido por cinco edificios unidos: El Palacio de Invierno, el Teatro de Hermitage, el Hermitage Pequeño, el Hermitage Viejo y el Nuevo Hermitage.

Mercado de San Antón

Si paseas por la zona de Chueca te propongo hacer una pequeña visita al nuevo Mercado de San Antón (c/ Augusto Figueroa, 24).

antiguo mercado
Este mercado, como otros  existentes en nuestra ciudad, entró en progresivo declive a partir de los años 80 con la llegada de otras formas de comercio y consumo. Ante el progresivo deterioro de las infraestructuras y el cierre significativo de puestos de venta, que llegó a ser crítico en bastantes de los mercados, el Ayuntamiento de Madrid puso en marcha el denominado Plan de Innovación y Transformación de los Mercados de Madrid, procediéndose a la renovación de buena parte de ellos con aparentemente resultados satisfactorios en la mayoría de los casos.

El Mercado de San Antón fue incluido en el mencionado Plan en el año 2002, decidiéndose finalmente como mejor solución en su caso el derribo del antiguo edificio, inaugurado en 1945, y la construcción en dicho lugar de un nuevo mercado adaptado al renovado barrio (el cambio sufrió en Chueca en los últimos años ha sido, para bien, espectacular) y a los nuevos tiempos. La demolición del antiguo mercado se inició en 2007 y el actual inaugurado en mayo de 2011.

Exteriormente el Mercado de San Antón no es especialmente bonito. La fachada de ladrillo visto desentona a juicio de muchos vecinos, opinión que comparto, con los edificios de la zona, siendo esta la única característica que nos llevaría a fijarnos en él. El interior, en cambio, está bastante más logrado, uniendo en sus tres niveles de edificación (más dos subterráneos de parking) distintos conceptos de compra de alimentación: supermercado, puestos tradicionales de alimentos frescos, tiendas de comida preparada y restaurante. Bajo un gran lucernario se asoman a la zona de mercado tradicional, que configura la plaza principal del recinto, las tiendas de comida preparada y tapeo de la segunda planta, así como el restaurante de la tercera. Junto a este último hay también una agradable terraza que sin duda puede seducirnos a tomar en ella una copa si el tiempo acompaña.


 Si has visitado el Mercado de San Miguel, junto a la Plaza Mayor, seguramente veras que este guarda cierto paralelismo en su intención de aprovechamiento, pero sin duda este es propiamente más un mercado de barrio que aquel, al menos en el sentido tradicional de lo que entendemos por tal.

¡Larga vida al comercio de barrio!.

Exposición temporal: El paisaje holandés (Casa Encendida)


Coincidiendo con la participación de los Países Bajos como país invitado en ARCOmadrid 2012 (Feria Internacional de Arte Contemporáneo que se celebra del 15 al 19 de febrero en el Recinto Ferial del parque Campo de las Naciones), La Casa Encendida de Madrid organiza la exposición temporal “El paisaje holandés”, en la que se muestran cuarenta obras de diversos artistas que, a juicio de los organizadores, testimonian la transformación del panorama artístico holandés en la década de los sesenta y las secuelas que el auge del arte conceptual de aquella época ha tenido en los creadores de décadas posteriores, incorporando conceptos como la desmaterialización o la autorreferencialidad, las prácticas basadas en permutaciones o repeticiones, etc. ¡Mucha retórica para poca chicha!
A juicio de los entendidos sin duda estas obras tendrán un gran valor, pero para el general de los mortales la exposición no resulta en absoluto atractiva (la poca presencia de visitantes, al menos cuando yo estuve, me refuerza en esta idea). ¿Es arte un periódico y unas llaves sobre una mesa?, ¿lo es una botella de agua tirada en el suelo? ¿lo es una proyección de un hombre que pasa, una y otra vez, pisando una piel de plátano y ya está?.

En la documentación accesible en la exposición leo el juicio del experto en relación con la obra “World” (ver imagen adjunta) del artista Martijn in`t Veld: “World es un mapamundi de papel arrugado de aproximadamente 30 cm de diámetro. Fue realizado en 2008. Las esculturas de In`t Veld suelen partir de observaciones mínimas, casi inconscientes –o por lo menos en apariencia- lo que permite una inmersión en las posibilidades tanto poéticas como literarias del día a día. A través de sus acciones, objetos intrascendentes adquieren un lugar especial dentro del contexto conceptual, del que se acerca y aleja con un cierto toque de humor”.  Admitiremos pues lo del toque de humor y aceptaremos, aunque a regañadientes, que puede ser arte todo aquello que nos haga sentir algo, pero sinceramente mi valoración de lo artístico va por otros derroteros. ¡Si Miguel Ángel o Velázquez, por poner un ejemplo, levantasen la cabeza!.

Esta exposición temporal se podrá visitar del 3 de febrero al 8 de abril.

Estación de Metro de Chamberí

En la línea 1 del Metro, entre las estaciones de Iglesia y Bilbao, existe una estación que durante mucho tiempo fue vista como una estación fantasma (el tren no para en ella y permaneció más de 40 años cerrada y abandonada). Hablamos de  la Estación de Chamberí, recuperada y convertida desde marzo de 2008 en sede, junto con la Nave de Motores de Pacífico, del centro de interpretación de Metro de Madrid “ANDEN 0”.

Visitar esta estación es viajar a los albores del siglo XX, una época en la que Madrid estaba viviendo su particular revolución en el transporte urbano. Los clásicos coches de punto, que funcionaron hasta 1850, fueron sustituidos, primero, por los ómnibus, después, por los tranvías y, a partir de 1911, por los automóviles. Existía una creciente necesidad de facilitar la movilidad entre el centro y los barrios periféricos y como complemento al transporte en superficie, que empezaba a ser caótico, surge la iniciativa de crear un transporte suburbano, a semejanza del existente ya en otras grandes capitales europeas: Londres (1863), Budapest (1896), París (1900) y Berlín(1902).

El 24 de enero de 1917 se constituyó la Compañía Metropolitano Alfonso XIII y se empezó a trabajar sobre un proyecto que planteaba la construcción de 4 líneas, con una longitud total prevista de 14 km. La configuración arquitectónica de este gran proyecto de ingeniería se confió al arquitecto y urbanista Antonio Palacios (artífice de grandes obras en Madrid, como el Palacio de Comunicaciones, el Hospital de Jornaleros de Maudes, o el Círculo de Bellas Artes).


El 17 de octubre de 1919 Alfonso XIII inauguró la primera línea del Metro, que cubría, en unos 10 minutos, una distancia de tres kilómetros y medio, entre la populosa barriada obrera de Cuatro Caminos y la Puerta del Sol, con seis estaciones intermedias: Ríos Rosas, Martínez Campos (Glorieta de Iglesia), Chamberí, Glorieta de Bilbao, Hospicio (Tribunal) y Red de San Luis (Gran Vía). Catorce días después de la inauguración la línea se abría oficialmente al público y, pese a los temores iniciales, fue tal el éxito del nuevo transporte que en el primer año fue  usado por más de 14 millones de usuarios (cuentan que el hecho de que el Metropolitano contase con una amplia plantilla de trabajadoras – fue de las primeras empresas en su contratación masiva-, ayudo bastante a atraer inicialmente a unos usuarios que fundamentalmente eran hombres).

La estación de Chamberí que hoy podemos ver pertenece a esta primera línea de Metro y, gracias a su restauración original íntegra (suelos, muros, bóvedas, carteles publicitarios, mobiliario y andenes), podemos apreciar los criterios de funcionalidad, sencillez y economía impuestos por Antonio Palacios en su diseño.  Vemos así como el arquitecto logró atenuar la posible reticencia del público a utilizar el transporte subterráneo mediante el empleo de acabados brillantes, coloristas y luminosos en los espacios en contacto con los viajeros, como vestíbulos, túneles de paso y andenes, utilizando masivamente azulejos y otras piezas cerámicas de color blanco y azul cobalto.

¿Por qué se clausuró la estación de Chamberí?: En los años 60 Metropolitano decidió alargar las estaciones para introducir trenes de mayor capacidad y, dada la proximidad de esta estación a las de Bilbao e Iglesia, se valoró ineficiente la obra, pues los trenes no llegarían a coger velocidad de marcha suficiente, decidiéndose su cierre en 1966 tal como estaba, lo que ha permitido su posterior recuperación.

¡Ah! Una última curiosidad: ¿Eres consciente de que en Madrid los trenes circulan en sentido contrario a como esta establecida la movilidad en superficie?. Efectivamente, los trenes de metro circulan aquí por la izquierda. La razón es que originariamente se copió el sentido de otros metros anteriores, como los de Londres o Paris y, cuando el 1 de octubre de 1924 Madrid cambió el sentido de circulación en superficie a la derecha (en los años 30 se reguló estatalmente en toda España el tráfico general por la derecha, pues hasta entonces en algunos territorios se circulaba por la derecha,-caso de Barcelona-, mientras que en otros como Madrid se hacía por la izquierda) se autorizó excluir de dicho criterio al Metro de Madrid  por ser un medio totalmente independiente que no afectaba a otras formas de movilidad (y ahorrarse así los costes de cambio de señalizaciones). ¡Cómo no van a llamarnos chulos a los de Madrid!
Para más información sobre ANDEN 0: http://www.esmadrid.com/anden0

Exposición temporal: Gotthard Schuh (fotógrafo)

Tras estar más de año y medio cerrada, la sala de exposiciones Azca, que la Fundación Mapfre tiene en la Avda. General Perón 40, ha reabierto nuevamente y expone al público la obra del fotógrafo suizo Gotthard Schuh (1897 – 1969).

Este fotógrafo, uno de los más importantes del siglo XX en su país, participó activamente en la revolución estética que tuvo lugar en el mundo de la fotografía a finales de los años veinte y que postulaba una “nueva visión”. La expresividad emocional y la sensibilidad psicológica se convirtieron en elementos centrales de su fotografía, desarrollando un estilo que algunos han descrito como” realismo poético”.

Schuh trabajó durante muchos años en el mundo del fotoperiodismo, pasando luego a ocupar funciones de redactor gráfico del periódico Neue Zúrcher Zeitung. Publicó varios libros de fotografías, alcanzando gran fama su obra “Islas de los dioses”, resultado de su viaje a Singapur, Java, Sumatra y Bali.

En 1960, tras treinta años de dedicación exclusiva a la fotografía, la avandonó y se volcó en la pintura (su obra pictórica no es objeto de esta exposición).

La amplia muestra de fotografías de la exposición abarca todos los periodos de su vida profesional: sus inicios, su etapa en París, su visión de la nueva Suiza, la vida en las regiones industriales y mineras, el nacismo, sus viajes por países exóticos, etc. También se muestra una pequeña representación de otros fotógrafos de la época que compartieron su forma de entender el reportaje fotográfico.

Recomiendo aprovechar en la visita alguno de los recorridos guiados que se organizan a intervalos horarios. Son grtuitos y las explicaciones resultan sin duda interesantes. Recordar por último que la exposición finaliza el 19 de febrero de 2012.

Virgen de la Almudena, patrona de Madrid

Cuentan las viejas crónicas que cuando Alfonso VI reconquista Madrid y entra en la ciudad, subiendo por la Cuesta de la Vega, se desprende un trozo de la muralla árabe, dejando al descubierto una imagen de la Virgen que los cristianos habrían ocultado al comenzar la invasión árabe. Como la imagen aparece en la “Almudayna” árabe, da lugar la leyenda al nacimiento de la patrona de Madrid, la Virgen de la Almudena

La leyenda tiene realmente poca base histórica, dado que la ciudad de Madrid, con sus murallas, no fue fundada hasta mediados del siglo IX por el emir cordobés Mohamed I. Parece más probable por tanto que la imagen primitiva fuese tallada en la Baja Edad Media, durante la repoblación cristiana de la ciudad, para ser colocada en el altar de la antigua mezquita mayor, posterior iglesia de Santa María (hoy desaparecida). Probablemente, para diferenciarla de otras iglesias que fueron surgiendo en los arrabales de la primitiva ciudad islámica, se conocería al templo como Santa María de la Almudena, porque en árabe Al-mudayna quiere decir "la ciudadela", por estar encerrada en el primer perímetro amurallado de origen árabe, que a modo de ciudadela, quedaba encerrado en la muralla cristiana posterior.

La imagen actual, que data de los siglos XV-XVI, ha sido venerada en diversos templos madrileños: primero, en la destruida iglesia de Santa María, posteriormente en la Colegiata de San Isidro, y actualmente presidiendo un retablo gótico en el crucero de la Catedral de Madrid, que lleva su nombre (en el muro de la Catedral, por el lado que da a la Cuesta de la Vega que se indica en la leyenda, hay una imagen de la virgen y una placa conmemorativa del hecho descrito).

Museo Nacional de Ciencia y Tecnología

El Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (MUNCYT) está situado en el número 61 del Paseo de las Delicias, en el lateral de la antigua estación de tren, hoy convertida en Museo del Ferrocarril (hablaremos de él otro día).

Se trata de un museo a mi juicio demasiado elemental y orientado seguramente más para ser visitado por grupos de escolares (durante mi visita coincidí con varios de ellos).
La instalación consta de dos plantas, sugiriéndote en la recepción de la entrada que comiences por la superior. En ella hay varios paneles explicativos sobre avances tecnológicos en la historia de la humanidad y se exponen diversos instrumentos científicos, industriales y de uso cotidiano a través de su evolución en el tiempo, pero sin llegar más allá de lo que sería mediados del siglo XX. Vemos por ejemplo diferentes tipos de máquinas fotográficas y equipos de sonido, teléfonos, algunos instrumentos de navegación antiguos, etc. El la planta inferior hay varias motocicletas y un par de coches de época, así como una recreación, con aparatos antiguos reales, de la sala de un dentista y de un ginecólogo. Para mi quizás lo más curioso de ver.
No puedo decir que la visita a este museo me haya entusiasmado, pero tampoco está mal darse una vuelta por él, especialmente si como ocurre su entrada es gratuita.
Para más información pulsa aquí.

El Escudo de Madrid

El escudo de Madrid tiene un oso, un madroño y siete estrellas, pero ¿cual es el origen de dicha simbología?

Parece ser que ya en la Edad Media se asociaba la ciudad de Madrid con el oso, debido seguramente a la abundancia de este animal en sus inmediaciones. Hay constancia, a través de crónicas escritas de la época, que en la expedición mandada por el rey Alfonso VIII de Castilla en 1211 contra la taifa de Murcia participaron huestes del Concejo madrileño, ostentando como enseña un oso pasante (a cuatro patas), y que también lo hicieron un año después en la batalla de las Navas de Tolosa, utilizando la misma enseña.

Sobre esta primera simbología simple, poco después se van a incorporar siete estrellas sobre el lomo del oso. Los genealogistas han querido ver en estas estrellas y en el oso la alusión a la constelación de Bootes, íntimamente ligada al mito de las dos Osas o del Carro. Se basan para ello en decir que Madrid estaba en lo que se llama Carpetania y que Carpetum en latín quiere decir carro. Sea cual seas la razón, lo cierto es que durante bastante tiempo el escudo de Madrid fue éste: un oso (tal vez osa) pintado sobre azur, con siete estrellas sobre su lomo y paciendo sobre pasto verde.

A raíz de las desavenencias que surgen en 1202 entre el Concejo y la Clerecía por el disfrute de ciertos montes y tierras de pasto en los alrededores de Madrid, se establece un pleito que tarda en resolverse 20 años y que finalmente otorga al Cabildo eclesiástico todos los pastos y a la Villa de Madrid todos los pies de árbol y la caza. Para que el acuerdo quedara bien sellado y para memoria de todos se acordó que el escudo de la Villa llevaría el oso (u osa) con el añadido de un árbol, y el escudo del Cabildo llevaría el mismo animal paciendo en unos pastos. Se modeló de nuevo el escudo al que se le añadió además del arbolito una orla azul y sobre ella las siete estrellas de ocho puntas, (tres a los lados y una abajo) que antes estaban sobre el lomo del animal. El oso (u osa), empinado al tronco, para indicar la posesión de pie de árbol.

No se sabe con certeza en qué momento se empezó a asegurar que el arbolito del escudo era un madroño (en la zona de Madrid no abundaban). Hay quienes sugieren que el árbol es realmente un almez (especie que si abundaba y que tiene también unos frutillos rojos) y quienes dicen que el rey de armas que pintó el escudo no se detuvo a reproducir tal o cual especie sino que pintó un arbolito con frutos rojos para que se distinguieran bien.

En 1554, el emperador Carlos I distinguió a la ciudad de Madrid con los títulos de Coronada e Imperial, otorgándole la corona real en el escudo. Dicha corona se dibujó sobre la copa del árbol y así estuvo durante bastantes años, hasta que ya en el siglo XVII la corona se cambió a la cima del blasón.

En 1842 se decide incorporar al escudo del oso y el madroño un dragón alado y una corona de laurel (concedida por las Cortes de 27 de diciembre de 1822). Este escudo podemos verlo en muchos de los carteles de la ciudad con el nombre de las calles. Originariamente parece ser que el dragón fue una simple culebrilla, pero ... (como curiosidad indicar que en la madrileñísima fuente de La Cibeles antaño había dos figuras, hoy en el Museo de los Orígenes, de cuya boca salía agua para que los madrileños pudiesen llenar sus cántaros. Una era un oso y la otra un dragón).

En 1967 el Ayuntamiento dispuso un nuevo escudo que en cierto modo volvía al del siglo XVII, con el oso,el madroño, las siete estrellas y la corona real, eliminando el dragón y la corona de laureles. Es el que tenemos oficialmente hoy en día.

En edificios y calles del centro histórico de Madrid podemos encontrar una amplia representación de escudos de distintas épocas. El más antiguo de los que se conservan puedes verlo a la altura del número 21 de la calle Segovia, en el lugar donde estuvo la denominada Casa del Pastor, de la que puedes encontrar información en este blog.