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Plaza de la Villa (4/4): Casa de la Villa

Cerrando el recorrido en torno a la Plaza de la Villa que emprendimos en las anteriores entradas del blog, fijaremos ahora nuestra atención en el que es el más moderno de los edificios de la plaza, el de la Casa de la Villa, terminado en 1696 y que ha sido la sede consistorial hasta el traslado a finales de 2007 del Ayuntamiento de Madrid al Palacio de Comunicaciones de la plaza de Cibeles, quedando actualmente el uso del edificio limitado a eventos oficiales y recepciones (en su día se anunció el proyecto de reconvertirlo en museo de historia de la ciudad, pero la crisis puede haber dejado en el olvido, al menos por un tiempo, esta idea).

Como ya indiqué al hablar de la Plaza de la Villa, desde la época medieval el concejo de la ciudad se reunía en la iglesia de San Salvador que había en este lugar. En el reinado de Felipe IV se decide que Madrid merece tener una sede en condiciones para el órgano más representativo del gobierno de esta villa y corte, por lo que se manda construir una Casa de la Villa en este lugar, para mantener así la tradición madrileña de la plaza. Su construcción la inició en 1644 Juan Gómez de Mora en el solar que ocupaban las casas de D. Juan de Acuña por entonces Marqués del Valle y donde habitó desde 1574 a 1624 el Duque de Osuna D. Pedro Girón. La construcción fue continuada en 1648 por José Villarreal. El edificio, construido en estilo barroco, ha tenido varias remodelaciones, siendo la más importante la llevada a cabo en 1789 por el arquitecto Juan de Villanueva (la galería de columnas toscanas y la balconada de la fachada que da a la calle Mayor es obra suya y fue ideada para que los Reyes pudieran ver desde el balcón la procesión del Corpus).

La fachada principal de la Casa de la Villa tiene dos puertas principales porque originariamente se pensó para tener la doble función de Ayuntamiento y cárcel de la villa, aunque puesto que en el mismo siglo se construyo la cárcel de corte (Palacio de Santa Cruz) esta segunda función fue poco utilizada.

Si puedes, aprovecha alguna de las visitas guiadas oficiales que, dentro del programa Descubre Madrid, te permiten ver el interior de la Casa de la Villa. ¡Merece la pena!.

El Salón de Plenos es, por su representatividad, la sala más importante. Cuenta con una bóveda decorada con frescos realizados por Antonio Palomino entre 1692 y 1696. En el siglo XVIII el arquitecto López Salaberry realizó un importante cambio en la decoración del salón introduciendo un estilo neoclásico con zócalos de mármol, los frontones clásicos coronando puertas y balcones y la gran cornisa dorada de la que arranca la bóveda, único elemento ornamental originario del antiguo salón. Otras salas destacables son el Patio de Cristales (espacio antiguamente abierto y que fue cerrado en el siglo XIX), el Salón de Recepciones (en él se guarda la Custodia del Corpus Christi que se saca en procesión durante la festividad del Corpus) y el Salón Goya, llamado así por el cuadro La Alegoría de Madrid que en el se exhibe y que es una alegoría de los acontecimientos que vivió la capital durante el 2 de mayo de 1808. En este salón de reuniones destaca también el techo, decorado con el dibujo de un escudo que representa la unión de España y Portugal, y del que cuelga una gran lámpara procedente de las desamortizaciones del Monasterio del Paular. En otras dependencias, retratos de los ediles de la capital, algunos tapices y, por supuesto también, la famosa estatua original de la Mariblanca.

Cerraremos nuevamente con una anécdota histórica, esta referida al mencionado cuadro de Goya. Cuando se pintó por primera vez, en el óvalo donde ahora se hace referencia al dos de mayo de 1808 aparecía el retrato de José Bonaparte. Tras la batalla de los Arapiles, el ejército francés abandonó la capital y el Ayuntamiento decidió borrar la figura del soberano francés para incluir en su lugar la palabra «Constitución». Pero, meses después, José Bonaparte volvió a Madrid y Goya tuvo que pintar de nuevo el retrato. Al finalizar la guerra, la Carta Magna fue abolida y los responsables municipales de Madrid encargaron a Goya que incluyera al rey Fernando VII en el cuadro. El pintor aragonés hizo un retrato tan feo del monarca absolutista (¡está visto que no le caía bien!) que en 1826 se encargó a otro pintor que rehiciese el retrato del rey. En 1843 fue borrado para sustituirlo por un dibujo del libro de la Constitución de Cádiz («La Pepa»). En 1873, ya destronada Isabel II, el alcalde de Madrid, el liberal Marqués de Sardoal, ordenó que borrasen los repintes anteriores y que se pusiera simplemente en el cuadro un letrero alusivo al Dos de Mayo, evitando con ello disputas partidistas que parece han estabilizado el tema hasta hoy. ¡Esperemos que la cosa siga así!.