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Exposición fotográfica: Jardines de arena

Junto al Retiro, en la isleta que hay en la confluencia de las calles Alcalá y O’Donell, llama la atención el bello edificio de estilo neomudejar que allí se levanta y que actualmente es la sede en Madrid de la Casa Árabe. Merece la pena acercarse a verlo de cerca en uno de nuestros paseos urbanos por la zona y, puesto que hasta el 13 de enero de 2013 puede visitarse en su interior la sugerente exposición fotografia "Jardines de arena. Fotografía comercial en oriente Próximo. 1859-1905”, recomiendo aprovechar la ocasión e ir antes de que la quiten. ¡Anímate!

El edificio fue construido entre 1881 y 1886, para ser la sede madrileña de las Escuelas Aguirre. Su arquitecto fue Emilio Rodríguez Ayuso, autor también de la hoy desaparecida Plaza de toros de Goya (ocupaba el espacio del actual Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid) y que estaba considerada como el primer ejemplo del estilo neomudejar español, enmarcado dentro de las corrientes orientalistas de la arquitectura historicista imperante en Europa a finales del siglo XIX y principios del XX. El edificio presenta típicas fachadas de ladrillo y una exquisita decoración a base de lazos, rombos y dientes de sierra. Sobre el cuerpo central destaca la torre cuadrada de 37 metros de altura y que está coronada por un ático de estructura metálica y acristalado.

Respecto a la institución originaria, las Escuelas Aguirre, indicar que estas surgen a iniciativa del filántropo Lucas Aguirre y Juárez (1800-1873), persona de ideas liberales y gran compromiso social que a su muerte legó parte de su fortuna para el sostenimiento de centros educativos, resultado de lo cual se construyeron, además de las Escuelas Aguirre de Madrid, las existentes en Cuenca (su ciudad natal) y Siones (Burgos), localidad de nacimiento de su padre. Hacia 1971 la institución de Madrid cierra como centro escolar este edificio (se traslada a la calle Pio Baroja) y el mismo pasará a ser ocupado por dependencias del Ayuntamiento de Madrid hasta que finalmente es cedido en 2007, mediante acuerdo con el ministerio de exteriores, para albergar la Casa Árabe de Madrid, a semejanza de otros centros culturales internacionales como son: la también madrileña Casa de América, la Casa África, con sede en Las Palmas de Gran Canaria y la Casa Asia, con sede en Barcelona.

Casa Árabe e Instituto Internacional de Estudios Árabes y del Mundo Musulmán (CA-IEAM), o abreviadamente Casa Árabe es una institución pública creada con el objeto de ser centro de estudios y conocimiento sobre el mundo árabe y punto de apoyo de la diplomacia española hacia los países árabes. Tiene dos sedes: Madrid (antiguas Escuelas Aguirre) y Córdoba. En esta última ciudad se ubica el Instituto de Estudios Árabes y del Mundo Musulmán, que realiza dentro de Casa Árabe las labores más relacionadas con la investigación.

Y ahora que ya sabemos algo más del edificio pasemos a disfrutar de la exposición fotográfica actual. Las 86 imágenes que se muestran en Jardines de arena proceden, según se indica, de la digitalización de los fondos de la colección del historiador de fotografía Clark Worswick, poseedor de uno de los archivos de fotografía oriental más importantes del mundo.

Las imágenes que vemos fueron tomadas entre los años 1859 y 1905 y proceden de fotógrafos comerciales que trabajaron para estudios existentes en ciudades como Estambul, Esmirna, Luxor, El Cairo, Túnez, Beirut, Damasco y La Meca. Las fotografías nos retraen a otra época, mostrándonos como eran las ciudades de Oriente Próximo, sus mezquitas, mercados y calles. También, a través del arte del retrato, es posible apreciar los matices costumbristas y estéticos de las diferentes etnias pobladoras de aquellos jardines de arena, como poeticamente han titulado la exposición. Todas las fotos son interesantes y muchas nos resultarán especialmente curiosas, como por ejemplo las relacionadas con la escavación de la Esfinge de Egipto, o la vista del puerto de Estambul repleto de veleros.

Exposición: Jardines de arena. Fotografía comercial en Oriente Próximo 1859-1905
Dirección: Casa Árabe (calle Alcalá, 62)
Fechas: Estará abierta hasta el 13 de enero de 2013
Horario: De 11 a 15 y de 16 a 19:30 h lunes a sábado. Domingos de 11 a 15 h.
Precio: entrada libre
Estación de Metro mas cercana: Retiro




Exposición: Arte británico entre los siglos XVI y XX

Ampliamente recomendable la exposición temporal que la Fundación Juan March nos ofrece hasta el 20 de enero de 2013 en su sede de la calle Castello y en la que, bajo el literario título de “La isla del tesoro. Arte británico de Holbein a Hockney” nos brinda la posibilidad de admirar más de un centenar de obras de artistas británicos (por nacimiento o adopción artística) que abarcan el amplio periodo temporal comprendido entre los siglos XVI y XX.

La exposición, organizada en siete secciones cronológicamente secuenciadas, comienza con la dedicada al periodo 1520-1620, caracterizado por la irrupción del protestantismo y la ruptura de Gran Bretaña con Roma (la radicalización contra el cristianismo llevó a que se decretase la destrucción de los símbolos visibles de esta, quedando ejemplificado en la muestra que nos ocupa a través de fragmentos ornamentales rescatados de una de sus iglesias y de manuscritos con las imágenes religiosas desfiguradas). Pictóricamente los artistas que destacan "en la isla" durante esta etapa son predominantemente extranjeros que trabajan bajo mecenazgo. Se ha querido señalar como el primero de ellos, de ahí su inclusión en el título general de la exposición, al pintor alemán Hans Holbein, que trabajó para el rey Enrique VIII.

Avanzando por las diversas secciones de la exposición contemplaremos las obras de un gran número de artistas, principalmente pintores, que a través de sus retratos, paisajes urbanos y rurales, escenas sociales, instantáneas históricas o representaciones simbólicas e imaginativas nos permiten ver no sólo cómo fue transformándose la sociedad británica con el paso del tiempo, sino también como lo hacían las corrientes culturales y pictóricas. Hay obras de artistas muy conocidos, como es el caso de Turner, Rossetti, Henry Moore, Francis Bacon, David Hockney o incluso Peter Blake (el que diseño para los Beatles la cubierta de su disco Sargento Pepper), y también las hay de otros muchos desconocidos para la mayoría de nosotros, circunstancia que no obstante no quita interés y admiración por su trabajo.

Indicar que la Fundación realiza visitas guiadas gratuitas, en grupos de un máximo de 20 personas, los miércoles por la mañana (11:00, 12:00 y 13:00 h) y martes, jueves y viernes por la tarde (17:00, 18:00 y 19:00). ¡Aprovéchalas si tienes oportunidad!.

Finalizaré esta propuesta haciendo una breve mención a la Fundación que organiza y acoge esta exposición. Creada en 1955 por el financiero español Juan March Ordinas, la Fundación Juan March desarrolla sus actividades filantrópicas en el campo de la cultura humanística y científica. En 1975 inauguró en Madrid el edificio de la calle Castelló 77 donde tiene hoy su sede y en donde organiza exposiciones, conciertos y ciclos de conferencias y seminarios, teniendo así mismo abierta una biblioteca de música y teatro españoles contemporáneos. A demás de la sede madrileña la Fundación Juan March es titular en Cuenca del Museo de Arte Abstracto Español, y en Palma de Mallorca del Museu Fundación Juan March.

Exposición: La isla del tesoro. Arte británico de Holbein a Hockney
Dirección: Fundación Juan March (calle Castelló, 77)
Horario: De 11:00 a 20:00 h lunes a sábado y de 10:00 a 14:00 domingos
Metro más próximo: Nuñez de Balboa
Precio: entrada libre

Exposición temporal: Goya y el infante don Luis

Interesante exposición temporal la que, con el título de “Goya y el infante Don Luis: el exilio y el reino”, podemos ver en el Palacio Real de Madrid hasta el 20 de enero de 2013.
 
Entre las pinturas y diversas piezas que se muestran, procedentes de varias colecciones, sin duda nos sentiremos especialmente atraídos por los cuadros que Goya pintó para el infante y su familia. Hay que señalar que Luis de Borbón fue un importantísimo mecenas del siglo XVIII, protector y promotor de artistas de la talla del compositor Luigi Boccherini, del arquitecto Ventura Rodríguez o de jóvenes pintores como Luis Paret o el propio Francisco Goya.

Pero pongamos en contexto al personaje central de la exposición para entender mejor las obras que se nos muestran: Luis Antonio Jaime de Borbón y Farnesio, que pasará a la historia como el Infante Don Luis, nació el 25 de julio de 1727 en el Palacio del Buen Retiro de Madrid (le pusieron el nombre de Luis en honor a Luis XV de Francia). Fue el sexto hijo del rey Felipe V con Isabel de Farnesio, su segunda esposa, y el décimo de este incluyendo a los cuatro que tuvo anteriormente con Mª Luisa Gabriela de Saboya). El hecho de ocupar un lugar muy retrasado en la línea de sucesión a la corona de España motivó que desde la infancia se le orientase hacia la carrera eclesiástica, tal como se hacía en toda Europa con los hijos segundones de la realeza y la nobleza. Así, a los ocho años fue nombrado arzobispo de Toledo y de Sevilla (¡menuda precocidad!).

El tiempo, sin embargo, iría descubriendo que el joven no tenía vocación (era aficionado a la danza, la música, la caza y la esgrima). En 1754, cuando tenía 27 años, comunicó al rey, que por entonces era ya su hermano Fernando VI, su deseo de renunciar a la carrera eclesiástica, lo que le fue concedido y le permitió iniciar una nueva vida más mundana, tal como le gustaba. Compró a su hermano Felipe el Condado de Chinchón, que comprendía, además del castillo de Chinchón, diversas propiedades en Morata de Tajuña, San Martín de la Vega, Colmenar de Oreja, Villaconejos, Villaviciosa de Odón y Boadilla del Monte, eligiendo esta última localidad para ser su residencia y encargó al arquitecto Ventura Rodríguez la construcción del famoso palacio que allí podemos ver, aunque sólo sea por fuera.

Un conjunto de impremeditadas circunstancias complicarían no obstante la vida del infante al ponerle en el ojo del huracán de la sucesión con el paso del tiempo: Cuatro hermanastros y hermanos que le precedían en la línea sucesoria mueren sin descendencia y los hijos del nuevo rey, su hermano Carlos III, no habían nacido ni educado en España, como prevenía la Ley Sálica. Esta circunstancia motivó el hecho de que cuando Luis comunicó por enésima vez al monarca sus deseos de contraer matrimonio este finalmente le concediese finalmente en 1776 permiso, pero con la condición que fuese en matrimonio morganático, es decir, asignándole esposa de condición desigual (no de la realeza), lo que además de la perdida de derechos sucesorios implicaba el abandono obligatorio de la corte y la exención para sus hijos de todo tipo de honores y distinciones, pasando así mismos estos a llevar el apellido de su madre. Luis casa entonces con Mª Teresa de Vallabriga, hija del mayordomo de Carlos III y de la condesa de Castelblanco, e inicia con ella una vida itinerante fuera de corte, residiendo paulatinamente en Velada (Toledo), Cadalso de los Vidrios y Arenas de San Pedro. En esta última localidad abulense mandó construir para su residencia un nuevo palacio y será en él donde se rodeará de una pequeña corte de pintores, músicos y eruditos. Allí fue donde Boccherini compuso “Música nocturna de las calles de Madrid” y a donde acudió Goya en varias ocasiones para pintar a los miembros de la familia del infante.

Para finalizar la parte histórica en torno a nuestro protagonista el infante indicar que tuvo con Mª Teresa tres hijos. El primero, Luis María, fue arzobispo de Sevilla y de Toledo (este sí con vocación) y la persona que asumió la regencia borbónica durante la Guerra de la Independencia Española. Las otras dos fueron mujeres: Mª Teresa (15ª condesa de Chinchón y 1ª marquesa de Boadilla del Monte) y Mª Luisa (duquesa de San Fernando). La primera de ellas casó con Manuel Godoy, en boda de conveniencia acordada por la esposa del rey Carlos IV, sucesor de Carlos III. La boda significó el perdón real para la familia y su regreso a la genealogía real oficial.

Volvamos ahora a la exposición del Palacio Real. Dividida en varios apartados nos muestra, en el primero de ellos, titulado conversaciones nocturnas, un conjunto de cuadros pintados con la técnica naturalista del claroscuro entre los que destaca “la familia del infante don Luis de Borbón, pintado por Goya en 1784. El apartado siguiente, titulado igual / desigual, hace referencia a los casamientos desiguales y tiene como protagonista al cuadro “La boda”, también de Goya. Los dos apartados subsiguientes, los titulados Álbum familiar y Propios y extraños, nos muestran respectivamente retratos de la familia directa del infante y de personajes que grabitaron a su alrededor. Los apartados quinto y sexto de la exposición están dedicados, de forma monográfica y sucesiva, respectivamente a los pintores Luis Paret y Francisco de Goya, ambos tutelados por el infante y que son, a juicio de los expertos, junto a Luis Meléndez, los pintores más importantes de la segunda mitad del siglo XVIII español. Por último, con el título genérico de El gabinete del infante don Luis, se ha querido constatar cómo el alcance del interés cultural y el mecenazgo de este Borbón no se limitó sólo a lo artístico, sino que, muy a la nueva manera de la Ilustración, tocó otros campos de la antropología y las ciencias naturales. Se muestras piezas de su colección (animales disecados exóticos o raros, piedras y conchas, etc).

Exposición: Goya y el infante don Luis: el exilio y el reino
Dirección: Palacio Real de Madrid (calle Bailén s/n)
Horario: De 10 a 20 h. de lunes a domingo.
Precio: 5 € (entrada general)
 


La Casa de Campo

La Casa de Campo, el gran pulmón verde de la ciudad, es destino recurrente de los urbanitas madrileños que, añorantes del contacto con la naturaleza, gustamos de pasear sin prisa, a pie o en bicicleta, por sus múltiples caminos y senderos, descubriendo frecuentemente en cada nueva visita rincones en los que no habíamos fijado antes nuestra atención, o que se ven transformados con los matices que cada estación anual aporta.

Enamorado como estoy de la Casa de Campo tengo intención de compartir en este blog varias de las rutas que suelo hacer en bicicleta por su interior y en las que pueden verse árboles singulares y elementos curiosos o con historia digna de ser recordada. Pero eso será otro dia, pues ahora, en esta primera entrada, deseo centrarme en la historia del recinto. ¡Vamos allá!.

Cuando en el siglo XVI Felipe II decide trasladar la Corte a Madrid manda adquirir, para lugar de esparcimiento real y coto privado de caza, diversas fincas en las proximidades del Alcázar (situado donde hoy está el Palacio Real). Según consta en Real Cédula expedida en 1562, la corona consigue hacerse con la casa de campo de Fadrique de Vargas y con varios terrenos colindantes, ampliando en años posteriores estos dominios con nuevas adquisiciones y conformando así el núcleo central del parque que hoy conocemos. La antigua residencia de los Vargas será acondiciona, transformándola en una villa-palacete de recreo, y se le añadirá anexo un jardín que será conocido como El Reservado (ambos los puedes ver a la entrada de la Casa de Campo por la Puerta del Rey). Se encarga también en aquel momento la construcción de cinco estanques y las canalizaciones necesarias para abastecerlos (el agua será aportada fundamentalmente por el Arroyo Meaques). Indicar que algunos de estos estanques eran ya por lo visto navegables con pequeñas embarcaciones de recreo y al menos uno, situado en donde ahora está la gran explanada del aparcamiento del Lago, era de poca profundidad y solía helarse en invierno, utilizándose con frecuencia como pista de patinaje. Este uso del estanque por parte de la realeza y sus invitados perduró hasta el siglo XX, razón por la que la glorieta que hay junto al aparcamiento se llama en la actualidad "de Patines". Estosa diversos estanques desaparecieron, quedando hoy un único estanque grande, construido en el siglo XIX y que conocemos como “El Lago”.

 Durante el reinado de Felipe III el aspecto lúdico deja de ser la única finalidad de la Casa de Campo, dedicándose parte de sus terrenos al cultivo de la tierra y a la cría de ganado, aves y peces, con el fin de que el recinto tenga independencia económica. Se encarga la reforma del palacete y los jardines al arquitecto Juan Gómez de Mora, autor también en Madrid de la Casa de la Villa y el Palacio de Santa Cruz. En esta época se instala junto a la fachada norte del palacete la estatua ecuestre del rey (es la que actualmente y desde 1848 podemos ver en el centro de la Plaza Mayor).

En el reinado de Felipe IV el interés por la Casa de Campo como lugar de recreo real decrecerá sensiblemente, poniéndose el nuevo foco en el Palacio del Buen Retiro que se inaugura en diciembre de 1633. Este desinterés, que producirá cierto deterioro del recinto y de sus instalaciones, se mantendrá hasta la llegada al trono de los borbones en el siglo XVIII. Con la construcción encargada por Felipe V del Palacio Real (el Alcazar había sufrido un importantísimo incendio) la Casa de Campo recuperará su posición como lugar de ocio real. Fernando VI, hijo del anterior, quintuplicará la extensión del recinto adquiriendo más de mil hectáreas hacia el norte y hacia el oeste y lo declarará Bosque Real, acondicionándolo para su uso cinegético. Posteriormente, con Carlos III se producirá el apogeo en la productividad de la Casa de Campo, con nuevos cultivos y sistemas de riego para hacerla autosuficiente. En 1773, el rey encarga al arquitecto Francesco Sabatini un amplio proyecto de reforma de todo el recinto. Se renueva el palacete, se construyen varios puentes ornamentales (a destacar el de “la Culebra”), se crean canalizaciones para riego (muchos de sus restos aún podemos observarlos), se renuevan los caminos interiores, se levantan algunas pequeñas edificaciones (generalmente hoy desaparecidas) y se restaura y completa la tapia de ladrillo y mampostería de dieciséis kilómetros de longitud que cierra el Parque y que en gran parte de su trazado se mantiene en la actualidad. En esta época, los ingresos anuales que proporcionaba la Casa de Campo eran de 30.000 reales de vellón, siendo la mitad proporcionados por los pozos de nieve que había en el recinto (la fuente que hay cerca de la estación del Lago se llama “del nevero” en clara alusión a los pozos existentes en la zona). Posteriormente, durante el reinado de Carlos IV, se construyen principalmente avenidas y plazas que unen los distintos edificios del recinto.

Después vendrán años nuevamente de decadencia para la Casa de Campo: Serios desperfectos en el arbolado durante la invasión francesa, proyecto de edificación de un pueblo en su interior durante la regencia de María Cristina de Borbón que por suerte no acometió, un  pavoroso incendio en 1878, etc. Pese a todo ello, a comienzos del siglo XX la Casa de Campo subsiste, manteniéndose de los ingresos provenientes de la venta de hielo, nieve, leña, resina y de la leche, queso y mantequilla de sus vaquerías, así como de la comercialización de los productos de sus huertas y viveros.

La Casa de Campo siguió siendo un parque cerrado, para uso y disfrute exclusivo de la realeza, hasta la instauración de la Segunda República, en la que mediante decreto se cederá su posesión al Ayuntamiento de Madrid. El 1 de mayo, apenas diecisiete días después de la proclamación de la IIª República, el Ministro de Hacienda del Gobierno Provisional, Indalecio Prieto, hizo la entrega al pueblo de Madrid, representado por su Alcalde, Pedro Rico.

Durante la Guerra Civil (1936-1939) la Casa de Campo fue frente de guerra durante casi toda la contienda, siendo aun visibles en su interior numerosos restos de trincheras y algunos bunker. La línea del frente cruzaba el Parque desde el Puente de los Franceses y la Ciudad Universitaria hasta la zona del actual Alto de Extremadura (Vértice Paquillo). En el conocido cerro de Garabitas estuvieron emplazadas las posiciones artilleras de los sublevados que bombardearon diariamente la ciudad durante 30 meses. Tras la finalización de la guerra el Parque no se reabrirá nuevamente al público hasta 1946.

En la segunda mitad del siglo XX el Parque se verá “enriquecido” con diversas construcciones de ocio que atraerán gente a la zona pero mermando parte de su valor ecológico: En 1950 se crea el Recinto Ferial y la Venta del Batán, en 1961 se lleva hasta allí el ferrocarril suburbano (estaciones de El Lago y Batán), en 1969 se abre el Parque de Atracciones y se inaugura el Telesférico, en 1972 lo hace el Zoológico. Como contrapunto positivo a favor de la ecología, en 2007 se prohíbe el tráfico rodado a través de la Casa de Campo, quedando únicamente abiertos los accesos al Zoo, al Parque de Atracciones y al entorno de El Lago. En su día esto levanto quejas de algunos, pero hoy los madrileños, especialmente paseantes y ciclistas, agradecemos las decisión.


En este blog encontrarás otras entradas relacionadas con la Casa de Campo que quizás puedan ser de tu interés:



Casa del Lector (Centro Matadero)

En las instalaciones de las Naves del Matadero se inauguró el pasado 17 de octubre la “Casa del Lector”, un nuevo espacio cultural en torno a la palabra escrita pero poniendo el foco más en la persona lectora que en el soporte.

La Casa del Lector ocupa 8000 metros cuadrados de superficie repartidos en tres naves de Matadero Madrid y está gestionada por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, institución española sin fines de lucro constituida en 1981 y cuyo objetivo general es la creación, fomento y desarrollo de todo tipo de actividades culturales y, muy en especial, del libro y la lectura. La Fundación ha financiado los gastos de reforma y equipamiento del centro, que hay que decir ha quedado estupendamente, respetando externamente la estética del conjunto Matadero e incorporando al interior funcionalidad y estética contemporánea, habilitando espacios para exposiciones, talleres, salas de trabajo, puestos de lectura, etc.

Aunque este nuevo espacio aún no está aún a pleno rendimiento recomiendo acercarse a conocerlo y especialmente aconsejo aprovechar para recorrerlo alguna de las visitas guiadas que, en abierto (no es preciso apuntarse), se organizan a diversas horas los sábados, domingos y festivos. Te informan de las instalaciones existentes y usos previstos, y en el recorrido por la exposición inaugural actual te ayudan a ir desenredando ese “hilo de Ariadna” con el que se han titulado a la misma (el mito del laberinto y del ardid del hilo para que Teseo pudiera escapar del Minotauro es utilizado como metáfora para resaltar la lectura como medio de navegación por la complejidad de la vida).

En la Casa del Lector se rinde también homenaje expositivo a Germán Sánchez Ruipérez, el importante editor salmantino que da nombre a la Fundación gestora y que fue el creador del Grupo Anaya, esa editorial que seguro ha estado presente en algún momento de la vida de estudiante de gran parte de los españoles. Germán Sánchez, que nació en Peñaranda de Bracamonte en 1926, falleció hace poco, en febrero de 2012, en la República Dominicana, donde pasaba unos días de descanso. No pudo por tanto ver inaugurado este nuevo espacio de su Fundación, aunque si el de sus otras dos sedes, la de Salamanca capital y la de su pueblo natal.

Plaza de la Villa (4/4): Casa de la Villa

Cerrando el recorrido en torno a la Plaza de la Villa que emprendimos en las anteriores entradas del blog, fijaremos ahora nuestra atención en el que es el más moderno de los edificios de la plaza, el de la Casa de la Villa, terminado en 1696 y que ha sido la sede consistorial hasta el traslado a finales de 2007 del Ayuntamiento de Madrid al Palacio de Comunicaciones de la plaza de Cibeles, quedando actualmente el uso del edificio limitado a eventos oficiales y recepciones (en su día se anunció el proyecto de reconvertirlo en museo de historia de la ciudad, pero la crisis puede haber dejado en el olvido, al menos por un tiempo, esta idea).

Como ya indiqué al hablar de la Plaza de la Villa, desde la época medieval el concejo de la ciudad se reunía en la iglesia de San Salvador que había en este lugar. En el reinado de Felipe IV se decide que Madrid merece tener una sede en condiciones para el órgano más representativo del gobierno de esta villa y corte, por lo que se manda construir una Casa de la Villa en este lugar, para mantener así la tradición madrileña de la plaza. Su construcción la inició en 1644 Juan Gómez de Mora en el solar que ocupaban las casas de D. Juan de Acuña por entonces Marqués del Valle y donde habitó desde 1574 a 1624 el Duque de Osuna D. Pedro Girón. La construcción fue continuada en 1648 por José Villarreal. El edificio, construido en estilo barroco, ha tenido varias remodelaciones, siendo la más importante la llevada a cabo en 1789 por el arquitecto Juan de Villanueva (la galería de columnas toscanas y la balconada de la fachada que da a la calle Mayor es obra suya y fue ideada para que los Reyes pudieran ver desde el balcón la procesión del Corpus).

La fachada principal de la Casa de la Villa tiene dos puertas principales porque originariamente se pensó para tener la doble función de Ayuntamiento y cárcel de la villa, aunque puesto que en el mismo siglo se construyo la cárcel de corte (Palacio de Santa Cruz) esta segunda función fue poco utilizada.

Si puedes, aprovecha alguna de las visitas guiadas oficiales que, dentro del programa Descubre Madrid, te permiten ver el interior de la Casa de la Villa. ¡Merece la pena!.

El Salón de Plenos es, por su representatividad, la sala más importante. Cuenta con una bóveda decorada con frescos realizados por Antonio Palomino entre 1692 y 1696. En el siglo XVIII el arquitecto López Salaberry realizó un importante cambio en la decoración del salón introduciendo un estilo neoclásico con zócalos de mármol, los frontones clásicos coronando puertas y balcones y la gran cornisa dorada de la que arranca la bóveda, único elemento ornamental originario del antiguo salón. Otras salas destacables son el Patio de Cristales (espacio antiguamente abierto y que fue cerrado en el siglo XIX), el Salón de Recepciones (en él se guarda la Custodia del Corpus Christi que se saca en procesión durante la festividad del Corpus) y el Salón Goya, llamado así por el cuadro La Alegoría de Madrid que en el se exhibe y que es una alegoría de los acontecimientos que vivió la capital durante el 2 de mayo de 1808. En este salón de reuniones destaca también el techo, decorado con el dibujo de un escudo que representa la unión de España y Portugal, y del que cuelga una gran lámpara procedente de las desamortizaciones del Monasterio del Paular. En otras dependencias, retratos de los ediles de la capital, algunos tapices y, por supuesto también, la famosa estatua original de la Mariblanca.

Cerraremos nuevamente con una anécdota histórica, esta referida al mencionado cuadro de Goya. Cuando se pintó por primera vez, en el óvalo donde ahora se hace referencia al dos de mayo de 1808 aparecía el retrato de José Bonaparte. Tras la batalla de los Arapiles, el ejército francés abandonó la capital y el Ayuntamiento decidió borrar la figura del soberano francés para incluir en su lugar la palabra «Constitución». Pero, meses después, José Bonaparte volvió a Madrid y Goya tuvo que pintar de nuevo el retrato. Al finalizar la guerra, la Carta Magna fue abolida y los responsables municipales de Madrid encargaron a Goya que incluyera al rey Fernando VII en el cuadro. El pintor aragonés hizo un retrato tan feo del monarca absolutista (¡está visto que no le caía bien!) que en 1826 se encargó a otro pintor que rehiciese el retrato del rey. En 1843 fue borrado para sustituirlo por un dibujo del libro de la Constitución de Cádiz («La Pepa»). En 1873, ya destronada Isabel II, el alcalde de Madrid, el liberal Marqués de Sardoal, ordenó que borrasen los repintes anteriores y que se pusiera simplemente en el cuadro un letrero alusivo al Dos de Mayo, evitando con ello disputas partidistas que parece han estabilizado el tema hasta hoy. ¡Esperemos que la cosa siga así!.

Plaza de la Villa (3/4): Casa de Cisneros

Siguiendo con nuestro recorrido por los singulares edificios que rodean la Plaza de la Villa centraremos ahora nuestra atención en el ubicado justo enfrente de la calle Mayor y que denominado Casa de Cisneros fue construido en 1537 a instancias de Benito Jiménez de Cisneros, sobrino del cardenal Cisneros, de quien toma el nombre.

Este suntuoso palacio tenía en realidad su fachada principal en la posterior calle de Sacramento, vía por entonces principal de la ciudad y a la que también asomaban diversos edificios nobles. Merece pues la pena que salgamos por un momento de la plaza y, a través de la calle del Cordón, nos acerquemos a admirar dicha fachada. Justo al doblar la esquina encontraremos la puerta principal y, sobre ella, bastante bien conservado, un estupendo balcón plateresco. Dado que el interior del edificio no puede visitarse regresamos de nuevo a la plaza para observar nuevamente el edificio por dicho lado que fue realmente en su momento la trasera del edificio y a ella daban los corrales y las cuadras. Fue a principios del siglo XX cuando se acometió una importante reforma del palacio, construyéndose la hermosa fachada que actualmente observamos y que con acierto respeta el estilo plateresco originario. Antonio Bellido fue el encargado de hacer esta reforma, debiéndose a él también el bonito pasadizo elevado que une la Casa de Cisneros con la Casa de la Villa (este arquitecto es autor también en Madrid de otras obras, destacando por ejemplo el diseño en 1910 del Matadero de Madrid).

La Casa de Cisneros ha acogido a lo largo del tiempo, además de a la familia que la da nombre, a otros ilustres personajes de nuestra historia. Resaltar, por ejemplo, que en sus dependencias estuvo preso el secretario de Felipe II, Antonio Pérez, y también que allí nació el Conde de Romanones y vivió Ramón Mª Narváez (importante militar y político español, siete veces Presidente del Consejo de Ministros de España entre 1844 y 1868).

Para finalizar esta entrada del blog recordaremos aquí una pequeña curiosidad histórica relacionada con la estancia en este edificio, como prisionero, del anteriormente mencionado Antonio Pérez. Este importante personaje del reinado de Felipe II, poseedor en su papel de secretario del rey de grandes secretos de estado, entre los que figuraba el asesinato de Escobedo (secretario de Juan de Austria), -encargado por el propio Antonio Pérez-, calló en desgracia ante el rey, posiblemente temeroso que se descubriera que él había dado beneplácito a dicho asesinato. Fue detenido acusado primeramente sólo de corrupción pero, tras un largísimo proceso de enjuiciamiento que se prolongó once años, fue finalmente condenado añadiendo a su acusación la de asesinato. Corría el año 1589. Fue encarcelado en la Casa de Cisneros y sometido allí a tortura, pero sorprendentemente logró huir con la valiosa ayuda de su mujer quien, en una de sus visitas, intercambió con él sus ropas de forma que este, vestido de mujer logró salir del edificio sin que sus carceleros se percatasen, huyendo de Madrid y refugiándose el 19 de abril de 1590 en Aragón, donde en su condición de hijo de aragoneses se encontraría protegido por los fueros especiales de aquel antiguo reino. Importantes enfrentamientos le harán posteriormente huir a Francia e Inglaterra donde ayudará a fomentar en gran medida la famosa leyenda negra española, pero eso, como se suele dice, es ya otra historia.

Plaza de la Villa (2/4): Casa y Torre de los Lujanes

Este conjunto de edificios, situados en el lado izquierdo de la Plaza de la Villa según entramos desde la calle Mayor, son los más antiguos de carácter civil que se conservan en Madrid. Construidos en el siglo XV pertenecieron a la familia de los Luján, una de las familias más poderosas e influyentes de la Edad Media madrileña y que por tal motivo sin duda decidieron instalarse en la plazuela que entonces era el corazón de la Villa, centro comercial (allí estaba instalado el mercado) y también centro político y social, pues la cercana iglesia de San Salvador era el lugar de reunión del Concejo madrileño.

El conjunto que exteriormente podemos admirar está formado por tres inmuebles de estilo mudejar. En el nº 2 se encuentran la Casa y Torre de los Lujanes, edificaciones de entre los años 1460 y 1490. Con fachada de mampostería y ladrillo, el cuerpo superior de la Torre está adornado por pequeños arcos ciegos de herradura. La espléndida portada principal de piedra que da a la plaza conserva los escudos de la familia Luján y merece la pena también fijarse en la puerta de acceso a la torre, situada en la calle del Codo. En el nº 3 de la plaza se encuentra anexa otra casa también de los Lujanes originaria de 1494. En este edificio estuvo la Hemeroteca Municipal hasta 1983, año en que fue trasladada al Cuartel del Conde Duque.

La Torre de los Lujanes sufrió graves daños y reformas a causa del tiempo y de sus sucesivos inquilinos, llegándose a pensar en derribarla, pero por suerte y gracias en parte a su leyenda histórica, decidieron salvarla de la piqueta y darle uso civil. Así, dado que durante mucho tiempo fue uno de los edificios más altos de la capital, probablemente el más alto de los edificios civiles, a principios del siglo XIX se eligió la torre para ubicar en ella la primera estación del telégrafo óptico de la línea Madrid-Aranjuez. Posteriormente, en 1858 se convertiría en la sede de varias sociedades y entidades, como la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas o la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.

Pero hablemos de la leyenda que rodea a esta Torre y que hace referencia a la supuesta estancia en ella del rey Francisco I de Francia: Parece ser cierto que cuando Francisco I fue derrotado y hecho prisionero en la batalla de Pavía, Carlos V, que se hallaba convaleciente de una enfermedad en Madrid, ordenó que se le hiciera llegar a la ciudad y se adecentara y aprovisionara el Alcázar para que fuera custodiado allí. Francisco I emprendió un largo viaje desde Italia, deteniéndose en Nápoles, Barcelona, Tarragona, Valencia, Guadalajara y Alcalá de Henares. En aquellos momentos, el Alcázar de Madrid no era un palacio, sino un edificio de utilidad estrictamente militar. Los reyes nunca se alojaban en él cuando estaban en Madrid, sino en casas particulares de allegados. Es probable que cuando Francisco I llegó a Madrid el Alcázar no estuviera todavía preparado y que fuera uno de sus guardianes, Hernando de Alarcón, quien decidiera alojarle provisionalmente en alguna de las casas de la ciudad. La familia de este Hernando de Alarcón tenía amistad con los Lujanes, y la casa de estos reunía una serie de requisitos imprescindibles para tal cometido, además de la propia dignidad de la familia, que la hacían idónea para ello, como el estar dentro de la muralla y la cercanía al Alcázar. Pero la leyenda va más allá y hace referencia anecdótica a un frustrado intento por parte de Carlos V de mostrar su superioridad sobre el rey de Francia haciendo que este se inclinase ante él, cosa que entre monarcas no solía aceptarse. Para tal fin ideó recibirle en una sala de dicha Torre a la que se accedía por una puerta baja, de forma que al pasar por ella el francés, que no era precisamente bajo, debería inclinarse. Por lo visto Francisco I se olió el truco y ante la sorpresa de los presentes decidió entrar de espaldas por la puerta, dando con ello el culo a Carlos V y convirtiendo la posible humillación en afrenta. La historia parece ser que es poco verosímil, pero no cabe duda que resulta una salida ingeniosa.

Para completar la información sobre la Torre de los Lujanes facilito seguidamente un enlace a una página de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas que ofrece una visita virtual a las instalaciones de su sede en dicho edificio.


La Plaza de la Villa (1/4)

Sin duda, uno de los rincones más bellos del casco histórico de Madrid es la Plaza de la Villa, coqueto espacio que se abre junto a la calle Mayor flanqueado por varios edificios de gran valor histórico-artístico, como son la Torre y Casa de los Lujanes,  la Casa de Cisneros y la Casa de la Villa.
La plaza data originalmente de la Edad Media y antiguamente era llamada Plazuela de San Salvador debido a que en su proximidad  se encontraba una iglesia del mismo nombre hoy desaparecida (fue derruida en 1843). La ubicación estratégica de la plaza, equidistante de las dos principales puertas de entrada a Madrid (la de Guadalajara, en torno al actual Mercado de San Miguel, y la de la Vega, al final de la calle Mayor) otorgó a este espacio un carácter especialmente relevante y céntrico, siendo elegido ya desde el reinado de Alfonso VIII, a comienzos del siglo XIII, como el lugar de celebración de las reuniones del concejo de la ciudad (utilizaban el pórtico de la iglesia anteriormente mencionada).
En el siglo XV, la Plaza de la Villa adoptó su actual denominación, coincidiendo con la otorgación del título de Noble y Leal Villa recibido por Madrid de manos del rey Enrique IV de Castilla.

Los edificios que rodean la plaza y que ensalzan la belleza del lugar corresponden a diferentes épocas. El más antiguo es el conjunto formado por la Torre y Casa de los Lujanes, edificaciones del siglo XV que están consideradas como las más antiguas, de carácter civil, que se conservan en Madrid. Perteneció a la familia de los Lujanes, ricos comerciantes de origen aragonés. Siguiendo nuestro recorrido visual, encontramos a la derecha de la anterior el siguiente edificio en antigüedad: La Casa de Cisneros. Mandada construir por Benito Jiménez de Cisneros, sobrino del famoso cardenal, este palacio de estilo plateresco data de 1537. Continuando nuestro recorrido en torno a la plaza encontramos finalmente la Casa de la Villa, sede del Ayuntamiento desde su inauguración en 1692 y hasta tiempo reciente en que ha sido trasladado al Palacio de Comunicaciones en la plaza de Cibeles.
En la plaza se encontraba antiguamente una fuente, llamada fuente de la Villa, que desapareció para dejar su sitio a la estatua que actualmente vemos y que homenajea a D. Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz y triunfador en Lepanto. La escultura, realizada en bronce, es obra del afamado escultor Mariano Benlliure y fue inaugurada en diciembre de 1891 ante la presencia de la reina regente María Cristina de Habsburgo-Lorena acompañada de autoridades militares, municipales y personajes del gobierno. En la parte posterior del pedestal están inscritas unas redondillas de Lope de Vega, escritas en 1588, alusivas al héroe:

El fiero turco, en Lepanto,
en la tercera el francés,
y todo el mar el inglés,
tuvieron de verme espanto.
Rey servido y patria honrada
dirán mejor quien he sido:
por la Cruz de mi apellido,
y por la cruz de mi espada

En las siguientes entradas de este blog hablaré con algo más de detalle de cada uno de los edificios de esta plaza, pues cada uno de ellos tiene interés artístico y, también, alguna curiosidad histórica digna de mención.

CaixaForum-Madrid

Acercarse al CaixaForum-Madrid, uno de los centros de exposiciones temporales representativos de nuestra ciudad, merece sin duda la pena, pues adicionalmente al contenido expositivo que corresponda en cada momento podremos contemplar el curioso edificio "flotante" en el que se ubica.

En el año 2001 la Fundación “la Caixa” adquirió para la que sería su nueva sede en Madrid la antigua Central Eléctrica del Mediodía (esta instalación abastecía de energía eléctrica, a partir de la combustión de carbón, a todo el sector sur del casco antiguo de Madrid). La buena situación de esta construcción ya en desuso (situada frente al Jardín Botánico y próxima a museos relevantes de la ciudad) determinó su elección, encargándose la remodelación para el nuevo uso expositivo al grupo de arquitectos suizo Herzog & de Meuron, autores también, por ejemplo, de la remodelación en Londres del Museo Nacional Británico de Arte Moderno.

Debemos reconocer que el resultado del nuevo espacio, que contó con la eliminación adicional de la gasolinera que había entre la central eléctrica y el Paseo del Prado, resulta atractivo y original, ganándose una nueva plaza para la ciudad con su curioso jardín vertical y aportando un sorprendente viejo-nuevo edificio "flotante" en el que se ha conservando la fachada original de ladrillo de la antigua fábrica y se ha eliminado ingeniosamente el zócalo de granito que lo rodeaba, dejando así gran parte de la construcción como suspendida en el áire.

Desde su inauguración en 2008, son numerosas las exposiciones que se han podido ver en el Centro CaixaForum-Madrid y de algunas de ellas ya hemos hablado en este blog.

En estos días y hasta el 5 de enero de 2013 la que se ofrece tiene por título "Torres y Rascacielos. De Babel a Dubái", y en ella se muestra a través de maquetas, cuadros, fotografías y paneles explicativos, la fascinación del ser humano por alcanzar la máxima altura como símbolo de superación, progreso y poder. Desde los orígenes religiosos de la Torre de Babel y pasando luego por los de catedrales y minaretes el ansia de las altas construcciones paso al poder laico a finales de la Edad Media con las torres civiles y campaniles de ayuntamientos. El siglo XIX significará un nuevo boom con la aparición de los rascacielos (el primero reconocido como tal fue el Home Insurance Building construido en 1885 en la ciudad de Chicago. Los rascacielos americanos (en su mayoría centros de decisión de grandes grupos financieros) se convirtieron en la imagen futurista de la modernidad y el poder. El siglo XX traerá la expansión de este tipo de construcciones a Europa y Asía (dos terceras partes de los grandes rascacielos están actualmente en Extremo Oriente y Oriente Medio).

En otra entrada del blog ya traté el tema de los rascacielos, por lo que te remito a dicha entrada para completar la información al respecto si estas interesado.

   Exposición: Torres y rascacielos. De Babel a Dubái
   Caixa-Forum Madrid. Del 10 de octubre 2012 al 5 de enero de 2013
   La entrada a la exposición es gratuita