Real Jardín Botánico de Madrid

Si elegimos uno de esos días agradables para pasear, cualquier época del año es buena para acercarnos al Botánico y disfrutar, sin prisas, de este histórico rincón de naturaleza en pleno Paseo del Prado.

El origen de los jardines botánicos se sitúa en el Renacimiento, aunque hay constancia de que ya antes existían algunos, por ejemplo en la cultura árabe. Surgen como tales en Italia (Pisa y Padua, 1543) y lo hacen en estrecha conexión con las universidades, pues el objetivo de estos jardines es la colección, conservación, estudio y divulgación de las plantas locales y exóticas (en un principio se limitaban a ejemplares de uso alimenticio y medicinal). El interés por estos recintos se va extendiendo y surgen  jardines de este tipo en otras ciudades europeas.

El Real Jardín Botánico de Madrid,  segundo de los que se crean en España (el primero fue el de Valencia, en 1567), se funda en 1755, durante el reinado de Fernando VI, y su ubicación estaba en la Huerta de Migas Calientes (actualmente Puerta de Hierro, a orillas del río Manzanares). Este jardín, que ya contaba con más de 2000 plantas, pronto empieza a quedarse pequeño y será Carlos III quien en 1774 de instrucciones para trasladarlo a su actual emplazamiento en el Paseo del Prado de Madrid, dentro del programa de ordenación del Salón del Prado y Atocha (se quiso dar a esta zona una simbología del mecenazgo de la Corona con las ciencias y las artes, ubicando en ella además del Real Jardín Botánico, el Real Gabinete de Historia Natural, -posteriormente Museo del Prado-, y el Observatorio Astronómico).

El primer proyecto del nuevo jardín fue encomendado al asesor científico Casimiro Gómez Ortega y al arquitecto Francesco Sabatini, que entre 1774 y 1781 (año de la inauguración) realizó la traza inicial, y parte del cerramiento, en el que destaca la Puerta Real (Paseo del Prado). Sobre esta base, entre 1785 y 1789 Juan de Villanueva realizó un segundo y definitivo proyecto, más racional y acorde a la función científica y docente que debía tener el jardín. Éste ocupaba una superficie de 10 hectáreas distribuidas en tres niveles aterrazados que se adaptaban a la orografía del terreno. Las dos inferiores (Terraza de los Cuadros y Terraza de las Escuelas Botánicas) permanecen hoy en día tal y como fueron construidas, mientras que la superior (Terraza del Plano de la Flor) fue remodelada en el siglo XIX con rasgos ajardinados. El recinto estaba cerrado por una elegante verja de hierro y contaba con dos puertas de acceso: la Puerta Real (de la época de Sabatini) y otra secundaria, diseñada por Villanueva, enfrente del Museo del Prado, por donde actualmente se accede al recinto.

El Jardín Botánico se fue enriqueciendo durante años con los envíos de las expediciones científicas que auspiciaron los sucesivos monarcas, de forma que a comienzos del siglo XIX se había convertido en uno de los más importantes de Europa. No obstante, en la década de los años ochenta de dicho siglo el Jardín ve reducida su superficie por la parte que da a Atocha (se construye el edificio que actualmente ocupa el Ministerio de Agricultura y se abre la calle que hoy conocemos como cuesta de Claudio Moyano). A finales del XIX y principios del siglo XX el jardín cae en cierto abandono que llevan a su cierre en 1974 para abordar profundas obras de restauración, abriéndose nuevamente y ya remodelado, como podemos verlo actualmente, en 1981.

Caminar por los senderos inferiores del Jardín contemplando la variedad de plantas y flores, ver  en la terraza superior la curiosa colección de bonsáis donada en 1996 por el ex presidente del Gobierno Felipe González,  entrar en los invernaderos y aprovechar nuestra visita para ver alguna de las exposiciones temporales que suelen programarse en el Pabellón Villanueva,  son argumentos suficientes para que anotemos en nuestra agenda de actividades hacer una visita al Jardín Botánico. ¿Cuándo fue la última vez que fuiste?

Exposición temporal: Malaspina 2010

Hasta el 1 de abril de 2012 puede verse en el Pabellón Villanueva del Real Jardín Botánico (plaza de Murillo, 2) la exposición “España explora. Malaspina 2010”, a través de la cual se nos ofrece un recorrido por las diferentes facetas de las expediciones de exploración oceánica llevadas a cabo por España en los últimos quinientos años: las motivaciones, los desafíos, la tecnología usada y los resultados de investigación obtenidos durante las mismas.

La exposición se encuentra estructurada en tres partes diferenciadas:

500 años de exploración marítima española.

Esta primera parte de la exposición, que ocupa el ala izquierda del Pabellón, nos permite hacer un breve recorrido por la aportación histórica de nuestro país a la exploración marítima. Se destacan los viajes de Colón en busca de la nueva ruta a las Indias, el viaje de circunnavegación de Magallanes y El Cano y, finalmente, la expedición que dirigieron los oficiales de la Armada Alejandro Malaspina y José Bustamante entre 1789 y 1794.

La encomienda de la expedición de Malaspina era hacer un estudio de la situación de los virreinatos y levantar su cartografía, haciendo además una relación de la flora, la fauna y las costumbres de los pueblos visitados, misión para la cual viajaban en las dos corbetas utilizadas, - la Descubierta y la Atrevida,- naturalistas y pintores junto a marinos profesionales. La expedidicón fue un éxito y a su regreso Malaspina fue recibido como héroe, aunque debido a sus ideas liberales y reformistas, que le enfrentaron con Godoy, fue poco después acusado de alta traición por querer divulgar al enemigo los conocimientos recogidos y se le condenó a diez años de prisión en el Castillo de San Antón en La Coruña, sentencia que un año después le fue permutada por la de expulsión a Italia, donde murió en 1810.  Los resultados de esta expedición no fueron divulgados en su época, pero hoy en día existen, según indican los organizadores de la actual exposición, numerosas publicaciones que recuerdan las aportaciones científicas y artísticas de la misma.

Orígenes de la oceanografía y la Expedición Malaspina 2010

El ala derecha del pabellón se dedica al desarrollo de la oceanografía española en los siglos XX y XXI, desde la fundación de las primeras instituciones científicas relacionadas con las ciencias del mar hasta la expedición de circunnavegación Malaspina 2010, que da nombre a la exposición temporal. Dicha expedición, en la que participaron más de 250 investigadores de 19 instituciones españolas, se inició el 15 de diciembre de 2010 con la salida desde Cádiz del buque Hespérides de investigación oceanográfica, perteneciente a la Armada, al que meses después y para completar parte de las investigaciones encomendadas se unió el buque Sarmiento de Gamboa operado por el CSIC. Entre los hitos de esta expedición podemos citar: Hallazgo de una importante caída de la concentración de oxígeno en el océano tropical; realización del primer sinóptico de salinidad del océano superficial medido desde satélite; despliegue de un rastro de 59 boyas de observación funcionales durante 3 años, o el descubrimiento de microalgas fotosintéticas viables a 4000 metros de profundidad.

Esta parte de la exposición cuenta con bastantes audiovisuales, que amplían la información recogida en los paneles informativos y cuyo visionado detenido resulta ilustrativo.

Cambio global y biodiversidad en los océanos

Escueta muestra, en la sala central del pabellón, que mediante la proyección de imágenes, busca sensibilizar al visitante sobre la importancia de la exploración de la biodiversidad en el océano profundo, así como sobre la evaluación del impacto del ser humano en el cambio global.

Visitar la exposición puede complementarse, o mejor dicho debe complementarse, con la visita al Real Jardín Botánico, pues el Pabellón Villanueva está enclavado en su interior (el acceso al recinto cuesta 3 euros). Sin duda un plan completo de cultura y ocio.

Jardín del Príncipe de Anglona

En pleno Madrid de los Austrias hay un pequeño, coqueto y tranquilo jardín que es desconocido por muchos madrileños, seguramente por encontrarse medio oculto tras altas tapias y tener como único acceso una pequeña puerta, casi imperceptible en la parte baja de la Plaza de la Paja. Hablamos del Jardín del Príncipe de Anglona.

Tanto el jardín como la casa palaciega anexa, a la que pertenecía, toman su nombre de Pedro de Alcántara Téllez-Girón, príncipe de Anglona y marqués de Javalquinto, quien habitó en el lugar en el siglo XIX (actualmente el jardín es propiedad del Ayuntamiento y el palacio se ha reconvertido en viviendas y locales particulares).

El diseño inicial del jardín data de 1761, cuando el Conde de Benavente, dueño en aquel entonces de la casa palaciega, encargó la realización de un pequeño jardín de estilo neoclásico a Nicolás Chalmandrier. No obstante, el jardín que actualmente vemos es resultado de la restauración que en 1920 encargo el marqués de la Romana, dueño por entonces, a Javier Winthuysen Losada, famoso diseñador de jardines y autor al respecto de numerosas obras en España.

El jardín del Príncipe de Anglona tiene la consideración de jardín colgante, ya que se sitúa sobre un terraplén artificial que salva el fuerte desnivel existente entre la plaza de la Paja y la calle de Segovia. Ocupa una superficie aproximada de 500 m², cuyo perímetro está cercado mediante una tapia de ladrillo, sobre la que descansa, en algunos tramos, una celosía. El jardín combina árboles de grandes dimensiones con pequeños parterres. En el centro del jardín hay una fuente de piedra y, en una de las esquinas, un cenador de hierro.

Si no lo conoces, no dejes pasar la oportunidad de visitarlo. Elige una hora adecuada (poca gente, luz apropiada). ¡Seguro que te gustará!.

Exposición temporal: Picasso. El eterno femenino

Entre las exposiciones temporales que actualmente pueden verse en Madrid, sin duda una de las más interesantes es la que hasta el 8 de abril de 2012 ofrece la Fundación Canal (c/ Mateo Inurria,2): “Picasso. El eterno femenino”. En ella podemos admirar una amplia representación de obras del pintor malagueño que tienen como tema central a la mujer.

Las mujeres tuvieron una gran influencia en la vida de Pablo Picasso, lo que sin duda le marcó como hombre y como artista  (vivió una infancia rodeado de mujeres y posteriormente tuvo varias esposas y amantes).

En la exposición podemos contemplar 66 grabados originales realizadas entre 1927 y 1964 por Pablo Picasso, y que se muestran estructurados en 14 enfoques diferentes, con el objetivo de acercar al visitante a las múltiples visiones con las que el artista captó la fisionomía y la intimidad de la mujer.

Bajo diversos estilos pictóricos podemos ver retratos y composiciones de mujeres anónimas o identificables por su relación con el pintor. Así, por ejemplo, con frecuencia utiliza como modelos de obras que se exponen a sus dos últimas compañeras, Francoise Gilot (madre de sus hijos Claude y Paloma) y Jacqueline Roque, con quien se casó en 1961. Como curiosidad podemos comprobar que bastantes de los retratos no tienen firma, lo que indica que Picasso los reservó para sí mismo o para una persona de su confianza, pues era costumbre del pintor no firmar ninguna obra hasta el momento de venderla.

¡No te la pierdas! (la entrada es gratuita).

Para más información: http://www.fundacioncanal.com/

¿Hás oído el himno de la Comunidad de Madrid?

La Comunidad de Madrid tiene, como sabes, una bandera y un escudo que la representan simbólicamente, pero quizás desconozcas que también tiene un himno oficial, aprobado como los anteriores en 1983, año en el que se constituyó esta comunidad autónoma. ¿Lo has oído alguna vez?.
Seguramente tu respuesta a la pregunta anterior es negativa y ello no es de extrañar ya que no se utiliza nunca. ¡Escuchándolo seguramente puedas entender el por qué! (pulsa aquí si quieres comprobarlo).

Joaquín Leguina, presidente de la Comunidad de Madrid por aquél entonces, encargó al filósofo Agustín García Calvo la composición de la letra del himno, quién aceptó por el simbólico precio de una peseta. Al poema resultante le puso posteriormente música el compositor Pablo Sorozábal Serrano.

Seguidamente transcribo la letra del himno de la Comunidad de Madrid para su conocimiento. Por mi parte reconozco que como poema a mi no me disgusta la letra, en la que se aborda con ironía la nueva organización territorial, pero como himno resulta no sólo cuestionable, sino francamente feo. ¿Qué opinas?

Yo estaba en el medio:
Giraban las otras en corro,
Y yo era el centro.
Ya el corro se rompe,
Ya se hacen Estado los pueblos,
Y aquí de vacío girando
Sola me quedo.
Cada cual quiere ser cada una:
No voy a ser menos:
¡Madrid, uno, libre, redondo,
Autónomo, entero!
Mire el sujeto
Las vueltas que da el mundo
Para estarse quieto.

Yo tengo mi cuerpo:
Un triángulo roto en el mapa
Por ley o decreto
Entre Ávila y Guadalajara,
Segovia y Toledo:
Provincia de toda provincia,
Flor del desierto.
Somosierra me guarda del Norte y
Guadarrama con Gredos;
Jarama y Henares al Tajo
Se llevan el resto.
Y a costa de esto,
Yo soy el Ente Autónomo último,
El puro y sincero.
Viva mi dueño,
Que, sólo por ser algo,
Soy madrileño!

Y en medio del medio:
Capital de la esencia y potencia,
Garajes, museos,
Estadios, semáforos, bancos,
Y vivan los muertos:
¡Madrid, Metrópoli, ideal
Del Dios del Progreso!
Lo que pasa por ahí, todo pasa
En mí, y por eso
Funcionarios en mí y proletarios
Y números, almas y masas
Caen por su peso;
Y yo soy todos y nadie,
Político ensueño.
Y ése es mi anhelo,
Que por algo se dice:
De Madrid, al cielo.

Exposición temporal: El Hermitage en El Prado

Hasta el 25 de marzo de 2012 se expone en el Museo del Prado la exposición temporal El Hermitage en el Prado, una ocasión realmente única de ver fuera de su sede original una buena representación de obras de una de las más importantes pinacotecas del mundo (la muestra se enmarca en la celebración del Año Dual España-Rusia 2011, que arrancó con la presentación inversa, en San Petersburgo, de “El Prado en el Hermitage”.

La selección de obras que podremos contemplar en Madrid incluye no sólo pinturas y dibujos, sino también destacadas piezas de arqueología, artes decorativas, mobiliario y esculturas, datadas entre el siglo V a.C. y el siglo XX.

La exposición El Hermitage en el Prado está estructurada en varias secciones organizadas de forma cronológica y precedidas, a modo de introducción, de una representación pictórica de los zares fundadores de la colección (Pedro I, Catalina II y Nicolás I). Se muestra, en la primera sala, una interesante colección de piezas antiguas de oro originarias de los escitas de Eurasia y de orfebres griegos, todas ellas anteriores al siglo III a.C. En salas posteriores disfrutaremos con una completa y representativa selección de pinturas, dibujos y esculturas de los siglos XVI al XX, en la que encontramos por ejemplo obras de autores como Rembrant, Hals, Rubens, Tiziano, Caravaggio, Durero, Velázquez, El Greco, Monet, Picasso, Rodin, Matisse, Kandinsky, etc.


 Muy interesante también la colección de joyas y valiosas piezas de orfebrería occidentales y orientales, procedentes de regalos diplomáticos y de adquisiciones tras la integración definitiva, en 1885, de una parte importante de Asia Central en el Imperio Ruso.

Respecto al origen del Museo Hermitage se señala por los historiadores que nació oficialmente en 1764, cuando la emperatriz Catalina II (la Grande) compró una colección de 225 cuadros de pintura holandesa y flamenca a un comerciante berlinés. A raíz de esta primera colección, a la que se añadían algunas obras adquiridas anteriormente por Pedro I, Catalina quiso que su galería no fuera superada por las colecciones de otros monarcas y comenzó a comprar casi todo lo que se vendía en subastas europeas. El Palacio de Invierno de San Petersburgo, al que Catalina había trasladado su residencia oficial cuando asumió el poder, empezó a saturarse (cuentan que el comedor estaba adornado con 92 cuadros), por lo que mando construir un edificio aledaño al que trasladar las colecciones adquiridas y en el que podían ser admiradas por ella y por sus amigos y visitantes distinguidos. Al recinto le denominó “El Hermitage Pequeño” (de la palabra francesa “Ermitage” – “Refugio de un ermitaño”). Con posterioridad, dado que la colección fue aumentando, se amplió con otras edificaciones, hasta quedar como lo vemos actualmente, un complejo constituido por cinco edificios unidos: El Palacio de Invierno, el Teatro de Hermitage, el Hermitage Pequeño, el Hermitage Viejo y el Nuevo Hermitage.

Mercado de San Antón

Si paseas por la zona de Chueca te propongo hacer una pequeña visita al nuevo Mercado de San Antón (c/ Augusto Figueroa, 24).

antiguo mercado
Este mercado, como otros  existentes en nuestra ciudad, entró en progresivo declive a partir de los años 80 con la llegada de otras formas de comercio y consumo. Ante el progresivo deterioro de las infraestructuras y el cierre significativo de puestos de venta, que llegó a ser crítico en bastantes de los mercados, el Ayuntamiento de Madrid puso en marcha el denominado Plan de Innovación y Transformación de los Mercados de Madrid, procediéndose a la renovación de buena parte de ellos con aparentemente resultados satisfactorios en la mayoría de los casos.

El Mercado de San Antón fue incluido en el mencionado Plan en el año 2002, decidiéndose finalmente como mejor solución en su caso el derribo del antiguo edificio, inaugurado en 1945, y la construcción en dicho lugar de un nuevo mercado adaptado al renovado barrio (el cambio sufrió en Chueca en los últimos años ha sido, para bien, espectacular) y a los nuevos tiempos. La demolición del antiguo mercado se inició en 2007 y el actual inaugurado en mayo de 2011.

Exteriormente el Mercado de San Antón no es especialmente bonito. La fachada de ladrillo visto desentona a juicio de muchos vecinos, opinión que comparto, con los edificios de la zona, siendo esta la única característica que nos llevaría a fijarnos en él. El interior, en cambio, está bastante más logrado, uniendo en sus tres niveles de edificación (más dos subterráneos de parking) distintos conceptos de compra de alimentación: supermercado, puestos tradicionales de alimentos frescos, tiendas de comida preparada y restaurante. Bajo un gran lucernario se asoman a la zona de mercado tradicional, que configura la plaza principal del recinto, las tiendas de comida preparada y tapeo de la segunda planta, así como el restaurante de la tercera. Junto a este último hay también una agradable terraza que sin duda puede seducirnos a tomar en ella una copa si el tiempo acompaña.


 Si has visitado el Mercado de San Miguel, junto a la Plaza Mayor, seguramente veras que este guarda cierto paralelismo en su intención de aprovechamiento, pero sin duda este es propiamente más un mercado de barrio que aquel, al menos en el sentido tradicional de lo que entendemos por tal.

¡Larga vida al comercio de barrio!.