El origen de los jardines botánicos se sitúa en el Renacimiento, aunque hay constancia de que ya antes existían algunos, por ejemplo en la cultura árabe. Surgen como tales en Italia (Pisa y Padua, 1543) y lo hacen en estrecha conexión con las universidades, pues el objetivo de estos jardines es la colección, conservación, estudio y divulgación de las plantas locales y exóticas (en un principio se limitaban a ejemplares de uso alimenticio y medicinal). El interés por estos recintos se va extendiendo y surgen jardines de este tipo en otras ciudades europeas.



El Jardín Botánico se fue enriqueciendo durante años con los envíos de las expediciones científicas que auspiciaron los sucesivos monarcas, de forma que a comienzos del siglo XIX se había convertido en uno de los más importantes de Europa. No obstante, en la década de los años ochenta de dicho siglo el Jardín ve reducida su superficie por la parte que da a Atocha (se construye el edificio que actualmente ocupa el Ministerio de Agricultura y se abre la calle que hoy conocemos como cuesta de Claudio Moyano). A finales del XIX y principios del siglo XX el jardín cae en cierto abandono que llevan a su cierre en 1974 para abordar profundas obras de restauración, abriéndose nuevamente y ya remodelado, como podemos verlo actualmente, en 1981.
Caminar por los senderos inferiores del Jardín contemplando la variedad de plantas y flores, ver en la terraza superior la curiosa colección de bonsáis donada en 1996 por el ex presidente del Gobierno Felipe González, entrar en los invernaderos y aprovechar nuestra visita para ver alguna de las exposiciones temporales que suelen programarse en el Pabellón Villanueva, son argumentos suficientes para que anotemos en nuestra agenda de actividades hacer una visita al Jardín Botánico. ¿Cuándo fue la última vez que fuiste?