Me sumo con gusto a la iniciativa que Carlos Osorio, autor del recomendable blog Caminando por Madrid, nos propuso al resto de blogueros madrileños para recordar que nuestra Constitución cumple 35 años. Felicitémonos todos por este acontecimiento, pues importantes derechos, obligaciones y libertades que hoy disfrutamos y que muchos no son capaces quizás de valorar en su justa medida porque consideran que siempre estuvieron ahí, son realmente fruto del gran esfuerzo que en su momento se hizo por consensuar un marco estable de convivencia y desarrollo. Para la gran mayoría de españoles el resultado global de estos años creo que es satisfactorio. ¡Confiemos en que políticos y ciudadanos sepamos estar a la altura y, con reformas o sin ellas, en los próximos años se mantenga vivo el espíritu constructivo que inspiró la actual Constitución Española!
Compartiendo sitios donde ir, actividades a realizar y curiosidades relacionadas con Madrid que quizás también pueden ser de tu interés
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Exposición: De El Bosco a Tiziano. Arte y maravilla en El Escorial
Coincidiendo
con el 450 aniversario del inicio de la construcción del monasterio de San
Lorenzo de El Escorial (la primera piedra se puso en 1563), en
la sala de exposiciones temporales del Palacio Real de Madrid podemos ver hasta
el 12 de enero de 2014 una interesante muestra sobre la profunda
significación artística y cultural que supuso la construcción en el siglo XVI de este
monasterio, al que se consideró desde el mismo momento de su finalización como la
Octava Maravilla del Mundo.
La mayoría de las obras que pueden verse en la exposición pertenecen a las colecciones propias de Patrimonio Nacional, aunque también se han reunido valiosas obras que habiendo pertenecido en su día al monasterio hoy se encuentran repartidas en diversas instituciones museísticas, como el Prado, el Louvre, las National Gallery de Londres e Irlanda, o la Biblioteca Nacional de España.
Las primeras salas de la exposición se centran en el diseño del edificio y en la figura de su fundador, Felipe II. Podemos ver allí diversos dibujos originales realizados por el propio arquitecto Juan de Herrera y las célebres láminas de Pedro Perret sobre dibujos del anterior en los que se detallan plantas y alzados del edificio con gran precisión y detalle. También encontramos en esta zona cuadros representativos de Felipe II y de su padre Carlos V, así como interesantes árboles genealógicos de la Casa de Austria (sorprendente el pergamino miniado de más de 20 metros de largo).
Las salas siguientes nos muestran una serie de obras de arte, muchas de ellas no expuestas habitualmente al público, que recogiendo palabras de los organizadores en el folleto informativo, ejemplifican el valor de la imagen artística como expresión de las relaciones entre poder y religión. Felipe II, convertido en paladín de la Contrarreforma, irá atesorando en El Escorial, como si de un segundo Vaticano se tratase, numerosas obras de arte sacro y de reliquias procedentes a menudo de conventos germánicos y de otros países del centro y norte de Europa que siendo tentados por el incipiente protestantismo se deshacían frecuentemente de ellas. La exposición da buena muestra de la amplísima colección de relicarios, ornamentos litúrgicos, libros miniados, tapices, pinturas y esculturas que se atesoraron en El Escorial.
Como deja apuntado el propio título de la exposición, - “De El Bosco a Tiziano. Arte y maravilla en El Escorial”-, buena parte de los mejores artistas de la época contribuyeron con sus obras de inspiración religiosa al ornato del monasterio de El Escorial.
Las pinturas de Tiziano destacan especialmente en la exposición, pues hay que señalar que Felipe II fue el mejor coleccionista de su obra en la Europa del Renacimiento. Una sala al completo está dedicada al artista veneciano, permitiéndonos por ejemplo poder ver en ella nuevamente juntas las tres pinturas que colgaban originariamente en la iglesia pequeña del monasterio y que desde el siglo XIX se encuentran dispersas: El "Martirio de San Lorenzo", "El entierro de Cristo" y "La Adoración de los Reyes".
¡Sin duda una exposición recomendable!
La mayoría de las obras que pueden verse en la exposición pertenecen a las colecciones propias de Patrimonio Nacional, aunque también se han reunido valiosas obras que habiendo pertenecido en su día al monasterio hoy se encuentran repartidas en diversas instituciones museísticas, como el Prado, el Louvre, las National Gallery de Londres e Irlanda, o la Biblioteca Nacional de España.
Las primeras salas de la exposición se centran en el diseño del edificio y en la figura de su fundador, Felipe II. Podemos ver allí diversos dibujos originales realizados por el propio arquitecto Juan de Herrera y las célebres láminas de Pedro Perret sobre dibujos del anterior en los que se detallan plantas y alzados del edificio con gran precisión y detalle. También encontramos en esta zona cuadros representativos de Felipe II y de su padre Carlos V, así como interesantes árboles genealógicos de la Casa de Austria (sorprendente el pergamino miniado de más de 20 metros de largo).
Las salas siguientes nos muestran una serie de obras de arte, muchas de ellas no expuestas habitualmente al público, que recogiendo palabras de los organizadores en el folleto informativo, ejemplifican el valor de la imagen artística como expresión de las relaciones entre poder y religión. Felipe II, convertido en paladín de la Contrarreforma, irá atesorando en El Escorial, como si de un segundo Vaticano se tratase, numerosas obras de arte sacro y de reliquias procedentes a menudo de conventos germánicos y de otros países del centro y norte de Europa que siendo tentados por el incipiente protestantismo se deshacían frecuentemente de ellas. La exposición da buena muestra de la amplísima colección de relicarios, ornamentos litúrgicos, libros miniados, tapices, pinturas y esculturas que se atesoraron en El Escorial.
Como deja apuntado el propio título de la exposición, - “De El Bosco a Tiziano. Arte y maravilla en El Escorial”-, buena parte de los mejores artistas de la época contribuyeron con sus obras de inspiración religiosa al ornato del monasterio de El Escorial.
Las pinturas de Tiziano destacan especialmente en la exposición, pues hay que señalar que Felipe II fue el mejor coleccionista de su obra en la Europa del Renacimiento. Una sala al completo está dedicada al artista veneciano, permitiéndonos por ejemplo poder ver en ella nuevamente juntas las tres pinturas que colgaban originariamente en la iglesia pequeña del monasterio y que desde el siglo XIX se encuentran dispersas: El "Martirio de San Lorenzo", "El entierro de Cristo" y "La Adoración de los Reyes".
¡Sin duda una exposición recomendable!
De El Bosco a Tiziano. Arte y maravilla en El Escorial
Dirección: Palacio Real de Madrid
Horario: Todos los días de 10 a 18 h.
Precio: 11 € (incluye Exposición + visita Palacio Real)
Metro más próximo: Ópera
Para más información sobre esta exposición pulsa aquí.
Palacete de los Vargas (Casa de Campo)
Al referirme a la Casa de Campo en una anterior entrada de este blog ya comenté que el origen de este parque se remonta al siglo XVI, cuando el rey Felipe II compra y une diversas fincas colindantes, que se extienden desde las mismas márgenes del río Manzanares hasta los montes del Pardo, con el propósito de crear una amplia zona privada de caza, actividad a la que era muy aficionado.
Pese a que el Alcázar madrileño está cerca de estos nuevos terrenos adquiridos, Felipe II va a elegir como residencia para sus escapadas cinegéticas y lugar temporal de descanso del ajetreo de la corte, un palacete adquirido a los Vargas, influyente y potentada familia poseedora también en Madrid, por ejemplo, del palacio de la Plaza de la Paja (para Iván de Vargas trabajó Isidro, el labrador que se convertiría en santo y patrón de Madrid). Este palacete es el que podemos ver justo a la entrada de la Casa de Campo cuando accedemos por su puerta principal o Puerta del Rey, así llamada precisamente porque durante muchos años este acceso al parque estuvo reservado exclusivamente a la comitiva real (de esta puerta solo quedan hoy los pilares que sustentaban las rejas, pues tras las obras para la creación de Madrid Río se decidió, incomprensiblemente, eliminar la puerta como tal y dejar sólo esas columnas alegóricas).
Para el visitante desconocedor de la historia seguramente este Palacete de los Vargas, nombre con el que es conocido, no despertará demasiado interés, pues el edificio, sin uso y cerrado desde hace años, muestra una fachada bastante anodina, a lo que se suman unos aledaños que no gozan a menudo del cuidado y presencia deseable, pues, sin ir más lejos, diversas casetas de obra permanecen a la entrada de los Reservados Grande y Chico desde tiempos que se pierden ya en la memoria. ¡Que distinto sería si se devolviese al lugar algo del esplendor que antaño tuvo!
Cuando Felipe II adquiere en 1562 el palacete encarga al arquitecto Juan Bautista de Toledo algunas reformas para embellecerlo y adecuarlo al gusto renacentista imperante. Se incorpora por ejemplo al edificio de tres cuerpos la galería de arcos que se aprecia en algunas ilustraciones de la época (hoy solo nos queda constancia física de estos a través de pequeñas muestras visibles en la fachada posterior del edificio) y, sobre todo, se encarga la creación de un bonito jardín en torno a la casa, el denominado "Reservado Chico", que posteriormente Felipe III ampliará y enriquecerá ornamentalmente (allí se puso originalmente, por ejemplo, la estatua ecuestre de dicho rey que hoy vemos en el centro de la Plaza Mayor, a donde se trasladó en el siglo XIX). Junto al anterior recinto se crea otro reservado, el "Grande", más propio para el paseo en carruaje, que se verá especialmente enriquecido en el reinado de Carlos III, cuando se reestructura el espacio formando avenidas arbóreas de ejemplares de gran porte (en el interior de este Reservado encontramos alguno de los árboles singulares de la Casa de Campo). También es en tiempos de Carlos III cuando se levanta en el Reservado Grande la llamada "Faisanera", recinto destinado a la cría de estas aves (el rey incorporó a la función exclusivamente lúdica que hasta entonces había tenido el parque la productiva de explotaciones agrícolas, ganaderas y avícolas, con el fin de generar recursos que permitiesen el mantenimiento autosuficiente del parque). Hoy esta casa, muy reformada, se utiliza como dependencia municipal para servicios forestales.
Del primitivo jardín renacentista del Reservado Chico poco se conserva, pues desaparecieron de allí parterres y ornamentación, siendo ocupando el espacio hoy mayoritariamente por un vivero municipal. Lo que sí se mantiene es una curiosa galería de grutas artificiales cuya existencia es seguramente desconocida para la gran mayoría de madrileños, pues desde hace años permanece oculta a la vista general tras una valla (se construyó en su día una cubierta que protege la instalación, pero la falta de presupuesto viene impidiendo que se acometa realmente la verdadera restauración patrimonial).
Las galerías de grutas tenían una finalidad lúdica y fueron un tipo de construcción típico durante el renacimiento en zonas de esparcimiento asociada a jardines cortesanos. Estas de la Casa de Campo están construidas de ladrillo, con planta rectangular de unos 30 metros de longitud por más de 7 de anchura, dividiéndose el espacio en cinco estancias abovedadas a modo de cuevas, que están comunicadas entre sí y con la parte occidental del Reservado Chico. Por dentro, estas cuevas estaban adornadas con conchas y otros elementos que recreaban la naturaleza, encontrándose además ornamentadas con esculturas, fuentes y surtidores que proporcionaban un sugerente y especial ambiente a los paseantes. Cada una de las Grutas recibía un nombre distinto, como la "Sala del Mosaico", rica en policromía, la "Sala de Burlas", donde se ocultaban juegos de agua que mojaban divertidamente a los visitantes, o la "Gruta de Neptuno", en la que había una fuente y se representaba a dicho dios romano acompañado de Venus y Diana.
En el siglo XVIII sobre las Grutas se construyeron viviendas para los jardineros y guardianes del Palacete, viviendas que años después serían mandadas derribar por José Bonaparte cuando, reinando en España, utilizó frecuentemente dicho Palacete como residencia (dicen que se encontraba allí con sus amantes y que allí también iba a buscar una paz y una seguridad que a menudo no percibía en un Madrid que nunca llegó a quererle como rey). Durante largo tiempo la galería de grutas sufrió abandono y una parte de ellas quedó destruida definitivamente (a finales del siglo XIX se construyó sobre esa parte la torreta de guardia de estilo neomedievalista que actualmente permanece).
Confiemos en que Ayuntamiento y Conservación del Patrimonio no se olviden de este palacete y de sus reservados y algún día podamos verlos recuperados. ¿Por qué no rehabilitar el conjunto como museo histórico de la Casa de Campo? ¡Seguro que a mucha gente, madrileños y visitantes, les resultaría una propuesta atractiva!
Pese a que el Alcázar madrileño está cerca de estos nuevos terrenos adquiridos, Felipe II va a elegir como residencia para sus escapadas cinegéticas y lugar temporal de descanso del ajetreo de la corte, un palacete adquirido a los Vargas, influyente y potentada familia poseedora también en Madrid, por ejemplo, del palacio de la Plaza de la Paja (para Iván de Vargas trabajó Isidro, el labrador que se convertiría en santo y patrón de Madrid). Este palacete es el que podemos ver justo a la entrada de la Casa de Campo cuando accedemos por su puerta principal o Puerta del Rey, así llamada precisamente porque durante muchos años este acceso al parque estuvo reservado exclusivamente a la comitiva real (de esta puerta solo quedan hoy los pilares que sustentaban las rejas, pues tras las obras para la creación de Madrid Río se decidió, incomprensiblemente, eliminar la puerta como tal y dejar sólo esas columnas alegóricas).
Para el visitante desconocedor de la historia seguramente este Palacete de los Vargas, nombre con el que es conocido, no despertará demasiado interés, pues el edificio, sin uso y cerrado desde hace años, muestra una fachada bastante anodina, a lo que se suman unos aledaños que no gozan a menudo del cuidado y presencia deseable, pues, sin ir más lejos, diversas casetas de obra permanecen a la entrada de los Reservados Grande y Chico desde tiempos que se pierden ya en la memoria. ¡Que distinto sería si se devolviese al lugar algo del esplendor que antaño tuvo!
Cuando Felipe II adquiere en 1562 el palacete encarga al arquitecto Juan Bautista de Toledo algunas reformas para embellecerlo y adecuarlo al gusto renacentista imperante. Se incorpora por ejemplo al edificio de tres cuerpos la galería de arcos que se aprecia en algunas ilustraciones de la época (hoy solo nos queda constancia física de estos a través de pequeñas muestras visibles en la fachada posterior del edificio) y, sobre todo, se encarga la creación de un bonito jardín en torno a la casa, el denominado "Reservado Chico", que posteriormente Felipe III ampliará y enriquecerá ornamentalmente (allí se puso originalmente, por ejemplo, la estatua ecuestre de dicho rey que hoy vemos en el centro de la Plaza Mayor, a donde se trasladó en el siglo XIX). Junto al anterior recinto se crea otro reservado, el "Grande", más propio para el paseo en carruaje, que se verá especialmente enriquecido en el reinado de Carlos III, cuando se reestructura el espacio formando avenidas arbóreas de ejemplares de gran porte (en el interior de este Reservado encontramos alguno de los árboles singulares de la Casa de Campo). También es en tiempos de Carlos III cuando se levanta en el Reservado Grande la llamada "Faisanera", recinto destinado a la cría de estas aves (el rey incorporó a la función exclusivamente lúdica que hasta entonces había tenido el parque la productiva de explotaciones agrícolas, ganaderas y avícolas, con el fin de generar recursos que permitiesen el mantenimiento autosuficiente del parque). Hoy esta casa, muy reformada, se utiliza como dependencia municipal para servicios forestales.
Del primitivo jardín renacentista del Reservado Chico poco se conserva, pues desaparecieron de allí parterres y ornamentación, siendo ocupando el espacio hoy mayoritariamente por un vivero municipal. Lo que sí se mantiene es una curiosa galería de grutas artificiales cuya existencia es seguramente desconocida para la gran mayoría de madrileños, pues desde hace años permanece oculta a la vista general tras una valla (se construyó en su día una cubierta que protege la instalación, pero la falta de presupuesto viene impidiendo que se acometa realmente la verdadera restauración patrimonial).
Las galerías de grutas tenían una finalidad lúdica y fueron un tipo de construcción típico durante el renacimiento en zonas de esparcimiento asociada a jardines cortesanos. Estas de la Casa de Campo están construidas de ladrillo, con planta rectangular de unos 30 metros de longitud por más de 7 de anchura, dividiéndose el espacio en cinco estancias abovedadas a modo de cuevas, que están comunicadas entre sí y con la parte occidental del Reservado Chico. Por dentro, estas cuevas estaban adornadas con conchas y otros elementos que recreaban la naturaleza, encontrándose además ornamentadas con esculturas, fuentes y surtidores que proporcionaban un sugerente y especial ambiente a los paseantes. Cada una de las Grutas recibía un nombre distinto, como la "Sala del Mosaico", rica en policromía, la "Sala de Burlas", donde se ocultaban juegos de agua que mojaban divertidamente a los visitantes, o la "Gruta de Neptuno", en la que había una fuente y se representaba a dicho dios romano acompañado de Venus y Diana.
En el siglo XVIII sobre las Grutas se construyeron viviendas para los jardineros y guardianes del Palacete, viviendas que años después serían mandadas derribar por José Bonaparte cuando, reinando en España, utilizó frecuentemente dicho Palacete como residencia (dicen que se encontraba allí con sus amantes y que allí también iba a buscar una paz y una seguridad que a menudo no percibía en un Madrid que nunca llegó a quererle como rey). Durante largo tiempo la galería de grutas sufrió abandono y una parte de ellas quedó destruida definitivamente (a finales del siglo XIX se construyó sobre esa parte la torreta de guardia de estilo neomedievalista que actualmente permanece).
Confiemos en que Ayuntamiento y Conservación del Patrimonio no se olviden de este palacete y de sus reservados y algún día podamos verlos recuperados. ¿Por qué no rehabilitar el conjunto como museo histórico de la Casa de Campo? ¡Seguro que a mucha gente, madrileños y visitantes, les resultaría una propuesta atractiva!
Las Roza: Dehesa de Navalcarbón
La Dehesa
de Navalcarbón es sin duda ampliamente conocida por los vecinos de Las Rozas,
pues situada a unos 2 kilómetros al noroeste de dicha población es lugar
elegido por muchos de sus vecinos para el esparcimiento y práctica deportiva al
aire libre. No obstante, seguro que muchos madrileños desconocen este espacio
natural y es por ello que recomiendo aquí su visita, pues junto a un agradable paseo entre pinos y encinas
tendremos además la oportunidad de contemplar numerosos restos de la
Guerra Civil, visualizando de paso que por allí estuvo proyectado el paso del Canal del Guadarrama, aquel malogrado proyecto del siglo XVIII con el que se pretendió dar al centro de España una salida al mar.
Esta dehesa, conocida ya en el siglo XVIII como Dehesa Vieja, parece ser que pasó a ser conocida como de Navalcarbón en referencia a la existencia allí de carboneras para la producción de carbón vegetal. Las numerosas encinas existentes en la zona fueron sin duda las principales víctimas de las talas requeridas y las repoblaciones que a lo largo del tiempo se fueron haciendo en la zona optaron predominantemente por implantar el pino piñonero, convirtiendo a este actualmente en el ejemplar predominante.
Es una pena que la presión urbanística de los últimos años y su proximidad a dos importantes vías de circulación automovilística como son la Carretera de la Coruña y la M-50, hayan dejado a este espacio natural encorsetado y algo desvirtuado, principalmente en su parte más próxima al polideportivo existente en uno de sus márgenes, pues allí la dehesa es más puramente un parque, con área de juego infantil y merendero (el primer domingo de mayo se celebra en este lugar la romería de la Virgen del Retamar, cuya ermita está allí mismo). Valoremos no obstante lo que actualmente se mantiene y pidamos que se proteja y mejore la conservación del espacio natural, pues recordemos que por ejemplo no hace mucho, en agosto de 2013, sufrió un incendio que, por suerte, no tuvo graves consecuencias.
Pero la Dehesa de Navalcarbón es también como dije un visible testimonio histórico. En el lugar se mantienen aún numerosos vestigios de la pasada Guerra Civil, como búnkeres, trazados de atrincheramiento y diversos restos de otras edificaciones militares, todos ellos construidos en 1938 como parte de la llamada “Línea de Detención” del Ejército Popular de la República y cuya defensa correspondió en este subsector a la 111 ª Brigada Mixta, adscrita a la 8ª División (la misión que tenía esta línea, situada a retaguardia del frente de batalla, era la contención del enemigo en caso de que pudiese traspasar la primera línea).
Argumentaré por último, como motivación para planificar una visita a la Dehesa de Navalcarbón, su relación con el proyectado en el siglo XVIII Canal del Guadarrama. El proyecto, ideado por el ingeniero D. Carlos Lemaur en 1781, pretendía dar a Madrid, sede de la corte, una salida fluvial al mar, recurriendo para ello a la interconexión navegable de diversos ríos, desde el Guadarrama al Guadalquivir. El proyecto era faraónico, pues exigía la construcción de canales de interconexión entre ríos y el uso de presas y exclusas que salvarán limitaciones de caudal y desniveles del terreno. Algunas obras empezaron a acometerse, quedando hoy constancia de ello en diversos restos de los trabajos realizados en lugares como el Gasco, el Parque Lineal del Manzanares o aquí, en la Dehesa. El proyecto finalmente se abandonaría por excesivamente problemático y costoso, contribuyendo a la decisión el que en marzo de 1799, tras una fuerte tormenta, un deslizamiento del terreno arruinase la avanzada presa del Gasco, que era la que estaba previsto garantizase el caudal necesario al río Guadarrama (restos de la presa pueden hoy verse junto a la urbanización Molino de la Hoz, en el término de Torrelodones). Hay que señalar que los restos existentes del Canal de Guadarrama en la Dehesa de Navalcarbón son hoy más testimoniales que arqueológicamente contrastables, pues lo que se ha hecho es construir sobre el foso inicial un canal artificial que alude simbólicamente a aquel proyecto.
Para acceder a la Dehesa de Navalcarbón lo mejor es ir en coche: Desde la M-50, dirección Ctra. de la Coruña, tomar poco antes de llegar a esta la salida hacia Zona Comercial de las Rozas y, en la primera rotonda, girar para coger la Travesía de Navalcarbón. En seguida veremos, a la derecha, un amplio parking de acceso libre donde dejar el coche. La Dehesa está al otro lado de la calle.
Esta dehesa, conocida ya en el siglo XVIII como Dehesa Vieja, parece ser que pasó a ser conocida como de Navalcarbón en referencia a la existencia allí de carboneras para la producción de carbón vegetal. Las numerosas encinas existentes en la zona fueron sin duda las principales víctimas de las talas requeridas y las repoblaciones que a lo largo del tiempo se fueron haciendo en la zona optaron predominantemente por implantar el pino piñonero, convirtiendo a este actualmente en el ejemplar predominante.
Es una pena que la presión urbanística de los últimos años y su proximidad a dos importantes vías de circulación automovilística como son la Carretera de la Coruña y la M-50, hayan dejado a este espacio natural encorsetado y algo desvirtuado, principalmente en su parte más próxima al polideportivo existente en uno de sus márgenes, pues allí la dehesa es más puramente un parque, con área de juego infantil y merendero (el primer domingo de mayo se celebra en este lugar la romería de la Virgen del Retamar, cuya ermita está allí mismo). Valoremos no obstante lo que actualmente se mantiene y pidamos que se proteja y mejore la conservación del espacio natural, pues recordemos que por ejemplo no hace mucho, en agosto de 2013, sufrió un incendio que, por suerte, no tuvo graves consecuencias.
Pero la Dehesa de Navalcarbón es también como dije un visible testimonio histórico. En el lugar se mantienen aún numerosos vestigios de la pasada Guerra Civil, como búnkeres, trazados de atrincheramiento y diversos restos de otras edificaciones militares, todos ellos construidos en 1938 como parte de la llamada “Línea de Detención” del Ejército Popular de la República y cuya defensa correspondió en este subsector a la 111 ª Brigada Mixta, adscrita a la 8ª División (la misión que tenía esta línea, situada a retaguardia del frente de batalla, era la contención del enemigo en caso de que pudiese traspasar la primera línea).
Argumentaré por último, como motivación para planificar una visita a la Dehesa de Navalcarbón, su relación con el proyectado en el siglo XVIII Canal del Guadarrama. El proyecto, ideado por el ingeniero D. Carlos Lemaur en 1781, pretendía dar a Madrid, sede de la corte, una salida fluvial al mar, recurriendo para ello a la interconexión navegable de diversos ríos, desde el Guadarrama al Guadalquivir. El proyecto era faraónico, pues exigía la construcción de canales de interconexión entre ríos y el uso de presas y exclusas que salvarán limitaciones de caudal y desniveles del terreno. Algunas obras empezaron a acometerse, quedando hoy constancia de ello en diversos restos de los trabajos realizados en lugares como el Gasco, el Parque Lineal del Manzanares o aquí, en la Dehesa. El proyecto finalmente se abandonaría por excesivamente problemático y costoso, contribuyendo a la decisión el que en marzo de 1799, tras una fuerte tormenta, un deslizamiento del terreno arruinase la avanzada presa del Gasco, que era la que estaba previsto garantizase el caudal necesario al río Guadarrama (restos de la presa pueden hoy verse junto a la urbanización Molino de la Hoz, en el término de Torrelodones). Hay que señalar que los restos existentes del Canal de Guadarrama en la Dehesa de Navalcarbón son hoy más testimoniales que arqueológicamente contrastables, pues lo que se ha hecho es construir sobre el foso inicial un canal artificial que alude simbólicamente a aquel proyecto.
Para acceder a la Dehesa de Navalcarbón lo mejor es ir en coche: Desde la M-50, dirección Ctra. de la Coruña, tomar poco antes de llegar a esta la salida hacia Zona Comercial de las Rozas y, en la primera rotonda, girar para coger la Travesía de Navalcarbón. En seguida veremos, a la derecha, un amplio parking de acceso libre donde dejar el coche. La Dehesa está al otro lado de la calle.
Exposición: Mingote Cervantino
Hasta el 14 de diciembre es posible ver en la Sociedad Cervantina (c/ Atocha, 87) una exposición, homenaje a la figura de Antonio Mingote, en la que se muestran más de sesenta ilustraciones originales de las que este genial dibujante hizo en torno a los episodios más relevantes de otra genial figura: La de Don Quijote de la Mancha.
La Sociedad Cervantina, institución sin ánimo de lucro destinada a la difusión de la vida y obra de Miguel de Cervantes, está instalada en el edificio que ocupó la imprenta de Juan de la Cuesta, donde se imprimió la primera edición del Quijote en 1605 (se indica con una placa en la fachada del edificio). Esta Sociedad está abierta al público y, previa solicitud, el visitante puede ver, entre otras cosas, la máquina en la que se imprimió la obra de Cervantes.
La Sociedad Cervantina, institución sin ánimo de lucro destinada a la difusión de la vida y obra de Miguel de Cervantes, está instalada en el edificio que ocupó la imprenta de Juan de la Cuesta, donde se imprimió la primera edición del Quijote en 1605 (se indica con una placa en la fachada del edificio). Esta Sociedad está abierta al público y, previa solicitud, el visitante puede ver, entre otras cosas, la máquina en la que se imprimió la obra de Cervantes.
Lotería de Navidad
El sorteo de Navidad es sin duda el más popular de todos los sorteos de lotería, pues a la búsqueda individual de la suerte aúna la tradición, arraigada en España a lo largo de los años, de compartir en esas fechas de exaltación de sentimientos entrañables la posibilidad de disfrutar de un premio económico con las personas más cercanas, sean familiares, amigos, compañeros o vecinos.
Una vez más, en estas fechas previas al sorteo navideño, las colas ante las administraciones más populares o céntricas se hacen visibles y, de entre todas ellas, también como cada año, destaca la que se forma en la administración de Doña Manolita. Una cola de gente, tan numerosa, que precisa de vigilantes del orden y de un trazado cambiante de su recorrido para minimizar en lo posible molestias a los comercios colindantes.
Doña Manolita de Pablo, que falleció en 1951, creo su primera administración de lotería en 1904 en la calle de San Bernardo y, en 1931, ya reconocida por Madrid como la más famosa de sus loteras, se trasladaría a un nuevo local en Gran Vía 31 (allí permanece la placa concedida en su día como identificativa de uno de los Comercios Centenarios). En la Gran Vía permanecería el local de loterías hasta 2011, ya asumida desde años antes la gestión por descendientes de la hermana de Manolita, pues ella no tuvo descendencia. Ese año se traslado nuevamente la ubicación de la administración al que hoy es su actual sitio en la calle del Carmen número 22.
El marchamo de "décimos de Doña Manolita" tiene tal atracción entre los buscadores de suerte que más allá de la venta en la propia administración encontraremos, fundamentalmente en la Puerta del Sol y aledaños, numerosas vendedoras callejeras que nos ofrecerán, por un suplemento de unos 2 euros, sus décimos garantizados de Doña Manolita sin tener que esperar colas. ¡Hay a quienes sin duda les compensa!
El origen del Sorteo de Navidad se remonta a la época de las Cortes de Cádiz, celebrándose el primer sorteo el 18 de diciembre de 1812 (la Lotería Nacional en España, cuyo precedente debe buscarse en la existente desde 1771 en Nueva España, actual Méjico, surgió oficialmente el 4 de marzo de dicho año con un sorteo en Cádiz que al principio estuvo circunscrito sólo a dicha localidad y a la limítrofe de San Fernando). El Sorteo recibió el nombre de ‘Lotería Moderna’, para diferenciarla de la ‘Lotería Primitiva’ iniciada por el Marqués de Esquilache en 1763. El nombre de ‘Sorteo de Navidad’ no llegó hasta el 23 de diciembre de 1892 y cinco años después esta denominación ya aparecía impresa en los boletos.
Pero hablar de la Lotería de Navidad quedaría incompleto sin mencionar a los famosos "niños de San Ildefonso", esos que desde 1771 vienen sacando y cantando los números premiados. No se sabe con certeza el por qué son los alumnos de este colegio (uno de los más antiguos de Madrid, pues fue fundado en el último tercio del siglo XV, cuando reinaban los Reyes Católicos) los elegidos para cantar los números. Una de las principales teorías, barajada por los propios responsables del centro, es que se aprovechó la circunstancia de que eran estos niños, conocidos como "doctrinos", quienes cantaban originalmente por las plazas de Madrid la doctrina cristiana. Así, cuando tuvo lugar el primer sorteo, los responsables de la lotería decidieron seguramente que fueran estos niños los que cantaran y recibiendo a cambio una limosna.
Este año 2013 hasta el árbol navideño instalado en la Puerta del Sol nos recuerda la estrecha relación de estas fiestas con el sorteo de la lotería, pues patrocinado por la Administración Nacional de Sorteos, presenta adornos de bombos a lo largo de su superficie.
Mucha suerte si tienes previsto jugar y, en cualquier caso, lo hagas o no, te toque o no, digamos aquello de ... ¡al menos que tengamos salud!
Una vez más, en estas fechas previas al sorteo navideño, las colas ante las administraciones más populares o céntricas se hacen visibles y, de entre todas ellas, también como cada año, destaca la que se forma en la administración de Doña Manolita. Una cola de gente, tan numerosa, que precisa de vigilantes del orden y de un trazado cambiante de su recorrido para minimizar en lo posible molestias a los comercios colindantes.
Doña Manolita de Pablo, que falleció en 1951, creo su primera administración de lotería en 1904 en la calle de San Bernardo y, en 1931, ya reconocida por Madrid como la más famosa de sus loteras, se trasladaría a un nuevo local en Gran Vía 31 (allí permanece la placa concedida en su día como identificativa de uno de los Comercios Centenarios). En la Gran Vía permanecería el local de loterías hasta 2011, ya asumida desde años antes la gestión por descendientes de la hermana de Manolita, pues ella no tuvo descendencia. Ese año se traslado nuevamente la ubicación de la administración al que hoy es su actual sitio en la calle del Carmen número 22.
El marchamo de "décimos de Doña Manolita" tiene tal atracción entre los buscadores de suerte que más allá de la venta en la propia administración encontraremos, fundamentalmente en la Puerta del Sol y aledaños, numerosas vendedoras callejeras que nos ofrecerán, por un suplemento de unos 2 euros, sus décimos garantizados de Doña Manolita sin tener que esperar colas. ¡Hay a quienes sin duda les compensa!
El origen del Sorteo de Navidad se remonta a la época de las Cortes de Cádiz, celebrándose el primer sorteo el 18 de diciembre de 1812 (la Lotería Nacional en España, cuyo precedente debe buscarse en la existente desde 1771 en Nueva España, actual Méjico, surgió oficialmente el 4 de marzo de dicho año con un sorteo en Cádiz que al principio estuvo circunscrito sólo a dicha localidad y a la limítrofe de San Fernando). El Sorteo recibió el nombre de ‘Lotería Moderna’, para diferenciarla de la ‘Lotería Primitiva’ iniciada por el Marqués de Esquilache en 1763. El nombre de ‘Sorteo de Navidad’ no llegó hasta el 23 de diciembre de 1892 y cinco años después esta denominación ya aparecía impresa en los boletos.
Pero hablar de la Lotería de Navidad quedaría incompleto sin mencionar a los famosos "niños de San Ildefonso", esos que desde 1771 vienen sacando y cantando los números premiados. No se sabe con certeza el por qué son los alumnos de este colegio (uno de los más antiguos de Madrid, pues fue fundado en el último tercio del siglo XV, cuando reinaban los Reyes Católicos) los elegidos para cantar los números. Una de las principales teorías, barajada por los propios responsables del centro, es que se aprovechó la circunstancia de que eran estos niños, conocidos como "doctrinos", quienes cantaban originalmente por las plazas de Madrid la doctrina cristiana. Así, cuando tuvo lugar el primer sorteo, los responsables de la lotería decidieron seguramente que fueran estos niños los que cantaran y recibiendo a cambio una limosna.
Este año 2013 hasta el árbol navideño instalado en la Puerta del Sol nos recuerda la estrecha relación de estas fiestas con el sorteo de la lotería, pues patrocinado por la Administración Nacional de Sorteos, presenta adornos de bombos a lo largo de su superficie.
Mucha suerte si tienes previsto jugar y, en cualquier caso, lo hagas o no, te toque o no, digamos aquello de ... ¡al menos que tengamos salud!
El Frontón Beti Jai
Paseando por la calle Marqués de Riscal uno se encuentra, a la altura del número 7, la fachada de un edificio de aspecto deteriorado, fruto sin duda de una prolongada falta de mantenimiento, pero que nos sugiere por su porte que debió conocer tiempos de cierto esplendor. Efectivamente fue así, pues estamos ante el considerado en su momento (se inauguró en 1894) como uno de los más elegantes recintos deportivos de España: El Frontón Beti Jai
El juego de pelota vasca puede parecernos hoy un deporte minoritario, pero a finales del siglo XIX llegó a ser el espectáculo deportivo por excelencia en nuestra ciudad (la pasión por el futbol no aparecería hasta muchos años después y sólo las carreras de caballos en el Hipódromo de la Castellana, o las de ciclistas en el Velódromo de Chamartín, eran entonces alternativas de distracción deportiva).
La afición por los juegos de pelota había llegado a Madrid de la mano de la realeza, que habiéndolos descubierto durante sus veraneos en San Sebastián decidió fomentarlos aquí para su disfrute durante todo el año, siendo pronto bien acogido también por el pueblo madrileño (al espectáculo en sí se sumaba el atractivo de las apuestas en torno al juego). Así, en 1891 se inaugurará en la calle Alfonso XII el primero de los frontones de Madrid, el "Jai Alai". Al año siguiente lo hará, en la calle Marqués de Urquijo, el "Fiesta Alegre" (el nombre es la castellanización de la palabra vasca Jai Alai), frontón que fue por lo visto el de mayores dimensiones de los que se abrieron en aquella decada, tanto por el tamaño de su cancha (70 metros de largo) como por la capacidad de su graderio (permitía hasta 5500 espectadores). Otros muchos frontones les siguieron rapidamente, como "Madrileño", "Retiro", "Buenos Aires", "Euskal Jai", "San Francisco el Grande", "Beti Jai", o "Central". Este furor de los frontones decaerá significativamente con la entrada del siglo XX, aunque experimentaría un temporal repunte durante los años veinte y treinta, en los que Madrid ve surgir algunos nuevos locales, como el "Recoletos", el "Nuevo Jai Alai" o el "Madrid", que como curiosidad diremos respecto a este último que era el único que ofrecía partidos de mujeres pelotaris (la modalidad de juego femenina era el frontenis). Todos ellos, menos el Beti Jai, han desaparecido hoy en dia, pues fueron demolidos o profundamente transformados (por ejemplo, el Central, en la Plaza del Carmen, se reconvirtió en cine y el Frontón Madrid, en la calle Doctor Cortezo 10, es ahora un moderno hotel).
Como persona interesada en el patrimonio cultural y natural de Madrid comparto la preocupación por preservar el que ya es nuestro único testimonio visible de los antiguos frontones históricos de la ciudad. Es por ello que apoyo desde aquí el esfuerzo que a tal propósito se lleva acometiendo desde la asociación "Salvemos el Frontón Beti Jai" (te animo a colaborar con la campaña de recogida de firmas que actualmente tienen abierta).
El Beti Jai fue construido por el arquitecto Joaquín Rucoba, autor por ejemplo también del Teatro Arriaga de Bilbao y de la plaza de toros de Málaga. Dispone de un patio cancha de 67 metros de largo por 20 de ancho, que se encuentra rodeado en dos de sus lados por un elegante graderío elíptico con capacidad para cerca de 4000 personas, el cual se cierra arquitectonicamente en su lado oeste por un muro curvo de ladrillo de estilo neomudéjar.
Actualmente el Frontón Beti Jai está declarado "Monumento del Patrimonio Histórico de España" y "Bien de Interés Cultural", por lo que consuela que, al menos, cuenta con protección, pero es evidente que el largo abandono al que sigue sometido amenaza su supervivencia, siendo urgente acometen inversiones de rehabilitación y darle una usabilidad que haga viable su mantenimiento futuro, como instalación deportiva exclusivamente o compartiendo actividad multifuncional con otras iniciativas culturales.
El juego de pelota vasca puede parecernos hoy un deporte minoritario, pero a finales del siglo XIX llegó a ser el espectáculo deportivo por excelencia en nuestra ciudad (la pasión por el futbol no aparecería hasta muchos años después y sólo las carreras de caballos en el Hipódromo de la Castellana, o las de ciclistas en el Velódromo de Chamartín, eran entonces alternativas de distracción deportiva).
La afición por los juegos de pelota había llegado a Madrid de la mano de la realeza, que habiéndolos descubierto durante sus veraneos en San Sebastián decidió fomentarlos aquí para su disfrute durante todo el año, siendo pronto bien acogido también por el pueblo madrileño (al espectáculo en sí se sumaba el atractivo de las apuestas en torno al juego). Así, en 1891 se inaugurará en la calle Alfonso XII el primero de los frontones de Madrid, el "Jai Alai". Al año siguiente lo hará, en la calle Marqués de Urquijo, el "Fiesta Alegre" (el nombre es la castellanización de la palabra vasca Jai Alai), frontón que fue por lo visto el de mayores dimensiones de los que se abrieron en aquella decada, tanto por el tamaño de su cancha (70 metros de largo) como por la capacidad de su graderio (permitía hasta 5500 espectadores). Otros muchos frontones les siguieron rapidamente, como "Madrileño", "Retiro", "Buenos Aires", "Euskal Jai", "San Francisco el Grande", "Beti Jai", o "Central". Este furor de los frontones decaerá significativamente con la entrada del siglo XX, aunque experimentaría un temporal repunte durante los años veinte y treinta, en los que Madrid ve surgir algunos nuevos locales, como el "Recoletos", el "Nuevo Jai Alai" o el "Madrid", que como curiosidad diremos respecto a este último que era el único que ofrecía partidos de mujeres pelotaris (la modalidad de juego femenina era el frontenis). Todos ellos, menos el Beti Jai, han desaparecido hoy en dia, pues fueron demolidos o profundamente transformados (por ejemplo, el Central, en la Plaza del Carmen, se reconvirtió en cine y el Frontón Madrid, en la calle Doctor Cortezo 10, es ahora un moderno hotel).
Como persona interesada en el patrimonio cultural y natural de Madrid comparto la preocupación por preservar el que ya es nuestro único testimonio visible de los antiguos frontones históricos de la ciudad. Es por ello que apoyo desde aquí el esfuerzo que a tal propósito se lleva acometiendo desde la asociación "Salvemos el Frontón Beti Jai" (te animo a colaborar con la campaña de recogida de firmas que actualmente tienen abierta).
El Beti Jai fue construido por el arquitecto Joaquín Rucoba, autor por ejemplo también del Teatro Arriaga de Bilbao y de la plaza de toros de Málaga. Dispone de un patio cancha de 67 metros de largo por 20 de ancho, que se encuentra rodeado en dos de sus lados por un elegante graderío elíptico con capacidad para cerca de 4000 personas, el cual se cierra arquitectonicamente en su lado oeste por un muro curvo de ladrillo de estilo neomudéjar.
Actualmente el Frontón Beti Jai está declarado "Monumento del Patrimonio Histórico de España" y "Bien de Interés Cultural", por lo que consuela que, al menos, cuenta con protección, pero es evidente que el largo abandono al que sigue sometido amenaza su supervivencia, siendo urgente acometen inversiones de rehabilitación y darle una usabilidad que haga viable su mantenimiento futuro, como instalación deportiva exclusivamente o compartiendo actividad multifuncional con otras iniciativas culturales.
En defensa de nuestro Patrimonio
El 16 de noviembre se celebra el Día Internacional del Patrimonio Mundial, una fecha conmemorativa instaurada por la Unesco en el año 2012 coincidiendo con el que fue el 40 aniversario de la Convención de París de 1972 en la que se sentaron las bases para la protección del patrimonio cultural y natural. Hay 962 bienes declarados Patrimonio Mundial, que están repartidos en 157 países, siendo España con 44 de ellos el segundo país, tras Italia que tiene 49, con más bienes reconocidos mundialmente. Nuestra Comunidad de Madrid cuenta en esta lista con tres representantes: El Monasterio de San Lorenzo del Escorial, La Universidad y el barrio histórico de Alcalá de Henares y, el paisaje cultural de Aranjuez (conjunto de jardines, huertas, regadíos, palacio y casco histórico).
Pero no sólo estos bienes reconocidos a fecha como Patrimonio Mundial son merecedores de protección. Cada comunidad y municipio tienen sin duda un patrimonio digno de conservación. Resulta doloroso ver como, con demasiada frecuencia, se destruyen paisajes, se derriban edificios significativos o se deterioran incívicamente monumentos y espacios llenos de historia y valor cultural o ecológico. Desidia, especulación, incultura y falta de sensibilidad son sin duda argumentos que explican el que estos hechos ocurran, por lo que es importante seguir desarrollando normas de protección y poner en marcha nuevas y eficaces acciones de toma de conciencia social sobre la defensa patrimonial, pues las perdidas suelen ser generalmente irrecuperables.
Es por ello que en el marco de los objetivos perseguidos con la declaración del Día Internacional del Patrimonio, deseo dar aquí visibilidad a las jornadas de difusión, reflexión y debate en defensa del patrimonio histórico, artístico, cultural, social y natural de la Comunidad de Madrid que durante los días 13, 14 y 16 de noviembre organiza la plataforma asociativa Madrid Ciudadanía y Patrimonio bajo el título global "El Patrimonio madrileño en alerta roja". Dichas Jornadas, cuyo acto inaugural tendrá lugar en el Ateneo de Madrid, incluyen además de debates, un recorrido guiado por la Casa de Campo y otro por la zona centro de la ciudad, en los que se focalizará la atención sobre diversos bienes patrimoniales en peligro. Adjunto seguidamente el programa de las mismas por si te animas a participar.
Programa: "El Patrimonio madrileño en alerta roja"
Si tienes curiosidad por conocer cuales son los elementos patrimoniales españoles identificados especialmente como en estado de peligro, te recomiendo también la consulta de la "Lista Roja del Patrimonio", creada en 2006 por la asociación Hispania Nostra y que regularmente revisan y actualizan.
Pero no sólo estos bienes reconocidos a fecha como Patrimonio Mundial son merecedores de protección. Cada comunidad y municipio tienen sin duda un patrimonio digno de conservación. Resulta doloroso ver como, con demasiada frecuencia, se destruyen paisajes, se derriban edificios significativos o se deterioran incívicamente monumentos y espacios llenos de historia y valor cultural o ecológico. Desidia, especulación, incultura y falta de sensibilidad son sin duda argumentos que explican el que estos hechos ocurran, por lo que es importante seguir desarrollando normas de protección y poner en marcha nuevas y eficaces acciones de toma de conciencia social sobre la defensa patrimonial, pues las perdidas suelen ser generalmente irrecuperables.
Es por ello que en el marco de los objetivos perseguidos con la declaración del Día Internacional del Patrimonio, deseo dar aquí visibilidad a las jornadas de difusión, reflexión y debate en defensa del patrimonio histórico, artístico, cultural, social y natural de la Comunidad de Madrid que durante los días 13, 14 y 16 de noviembre organiza la plataforma asociativa Madrid Ciudadanía y Patrimonio bajo el título global "El Patrimonio madrileño en alerta roja". Dichas Jornadas, cuyo acto inaugural tendrá lugar en el Ateneo de Madrid, incluyen además de debates, un recorrido guiado por la Casa de Campo y otro por la zona centro de la ciudad, en los que se focalizará la atención sobre diversos bienes patrimoniales en peligro. Adjunto seguidamente el programa de las mismas por si te animas a participar.
Programa: "El Patrimonio madrileño en alerta roja"
Si tienes curiosidad por conocer cuales son los elementos patrimoniales españoles identificados especialmente como en estado de peligro, te recomiendo también la consulta de la "Lista Roja del Patrimonio", creada en 2006 por la asociación Hispania Nostra y que regularmente revisan y actualizan.
Mercado de la Cebada
El Mercado de la Cebada ha rejuvenecido recientemente su aspecto exterior cubriendo de vivos y llamativos colores sus cúpulas y fachadas, en una acción no exenta de ciertos matices publicitarios y reivindicativos. Está actuación, que es considerada como el mayor mural de arte urbano de España con sus casi 6000 metros cuadrados de superficie trabajada, ha sido llevada a cabo por el colectivo BoaMistura, un grupo formado por cinco jóvenes madrileños consolidados en el entorno de este tipo de arte y con obras representativas tanto dentro como fuera de nuestro país.
Indicar que el actual Mercado de la Cebada data de 1958, siendo el sustituto de otro anterior exístente en ese mismo lugar y que se había inaugurado en 1875, el cual había sido derribado dos años antes con esa total falta de respeto por la conservación del patrimonio tan frecuente en nuestro pais. ¡Una verdadera pena!, pues era de esa bonita estructura de hierro de la que ya, salvo en fotos de recuerdo, únicamente nos queda en Madrid el Mercado de San Miguel. Anexo al mercado actual se construyó en 1968 una piscina municipal cubierta y varias instalaciones deportivas que ofrecieron sin duda un buen servicio a los vecinos del barrio hasta que el Ayuntamiento decidió derribar dichas instalaciones deportivas en 2009. Desde entonces han sido varios los proyectos urbanísticos diseñados para revitalizar toda la manzana, pero la realidad es que ninguno de ellos a visto la luz y, a fecha de hoy, el solar sigue siendo un solar (está siendo temporalmente utilizado por la agrupación vecinal de Distrito Centro para desarrollar en él actividades culturales y encuentros sociales, en lo que han denominado "Campo de la Cebada") y la actividad comercial del mercado precisa claramente de un impulso, pues está lejos de vivir sus mejores momentos.
Curioseando en la historia, vemos que el Mercado de la Cebada toma su nombre de la plaza en la que se ubica, que a su vez lo tiene porque antaño en aquel lugar era donde se separaba mediante criba la cebada destinada al forraje de los caballos del rey de la destinada a aprovisionar a los regimientos de caballería. Hay constancia de que ya desde el siglo XVI el lugar era empleado como mercado al aire libre de verduras, cereales, legumbres y tocino, consolidandose con el paso de los años su papel de referencia entre las grandes plazas madrileñas: En el siglo XVIII era allí donde se instalaban las ferias de Madrid y a comienzos del XIX adquirió el lúgubre prestigio de ser el lugar designado para las ejecuciones capitales (allí por ejemplo pereció Rafael del Riego en 1823, el famoso militar y político liberal defensor a ultranza de la Constitución de 1808 ante el gobierno absolutista de Fernando VII y en cuyo honor se dio su nombre a esta plaza durante los años de la República, además de reconocerse también para la posteridad por ser el "Himno de Riego" el himno oficial republicano).
El Mercado de la Cebada se ha vestido de colores para llamar la atención y creo que su propósito se ha conseguido. Ahora falta que se acometa por fin un verdadero proyecto revitalizador que integre intereses de comerciantes y vecinos
Real Monasterio de la Encarnación
El Monasterio de la Encarnación es conocido seguramente por muchos madrileños no tanto por la gran riqueza de los tesoros artísticos que contiene, sino por poseer la famosa reliquia con la sangre de San Pantaleón, esa que cada 27 de julio, festividad del santo, milagrosamente se licua, atrayendo ex profeso con ese extraño pero simple acontecimiento a numerosos fieles y curiosos (en Nápoles ocurre un fenómeno similar con la sangre de San Genaro, que licua el primer domingo de mayo y el 19 de septiembre). Pero no es del detalle de la reliquia de lo que quiero hablar en esta ocasión, sino del Monasterio en su conjunto y de lo que podemos ver en una de sus visitas guiadas, muy interesantes pero siempre algo aceleradas para el que gusta de la relajada contemplación artística.
Este monasterio fue fundado en el siglo XVII a iniciativa de los reyes Felipe III y su esposa Margarita de Austria. La reina había conocido durante la estancia vallisoletana de la corte española a la madre Mariana de San José, impulsora de la congregación religiosa de monjas contemplativas agustinas recoletas y decidió asignar el Monasterio a dicha orden, siendo nombrada Mariana priora del mismo (su sepulcro se venera en el monasterio).
Este monasterio fue fundado en el siglo XVII a iniciativa de los reyes Felipe III y su esposa Margarita de Austria. La reina había conocido durante la estancia vallisoletana de la corte española a la madre Mariana de San José, impulsora de la congregación religiosa de monjas contemplativas agustinas recoletas y decidió asignar el Monasterio a dicha orden, siendo nombrada Mariana priora del mismo (su sepulcro se venera en el monasterio).
Este edificio gozó desde su fundación y a lo largo de toda su historia de los favores reales y del apoyo de los nobles cortesanos, recibiendo tanto con la Casa de Austria como después con los Borbones, numerosos donativos en forma de obras de arte que, por suerte, han perdurado allí hasta hoy, convirtiendo a este monasterio, al igual que ocurre con el de las Descalzas Reales, en auténticos e impresionantes museos.
El Real Monasterio de la Encarnación conserva importantes conjuntos pictóricos y escultóricos de los siglos XVII y XVIII, con obras de artistas de la talla de Lucas Jordán, Juan Van der Hammen, Vicente Carducho, Francisco Bayeu, Pedro de Mena o Gregorio Fernández. Las estancias son por lo general de decoración modestas, pero hay también algunas de cierta majestuosidad, como la preciosa sala de los Relicarios (contiene cerca de 700 piezas) y, por supuesto, la nave de la iglesia.
Actualmente el Monasterio cuenta con 9 monjas de clausura (creo llegó a haber 33 en sus buenos tiempos) que siguen utilizando en su actividad diaria algunas de las salas que recorremos en nuestra visita, aunque lógicamente lo hacen fuera del horario turístico habilitado.
Real Monasterio de la Encarnación
Dirección: Plaza de la Encarnación, 1
Horario: De 10 a 14 y de 16 a 18:30 h martes a sábado. Domingos de 10 a 15 h.
Precio: 7 € tarifa básica (10 € si se combina, en 48 h, con Monasterio de las Descalzas)
Estaciones de Metro más cercana: Opera
Horario: De 10 a 14 y de 16 a 18:30 h martes a sábado. Domingos de 10 a 15 h.
Precio: 7 € tarifa básica (10 € si se combina, en 48 h, con Monasterio de las Descalzas)
Estaciones de Metro más cercana: Opera
La momia de Legazpi
No es ni de lejos tan antigua como las conocidas de egipcios y aztecas, pero la verdad es que tiene también sus añitos. Me estoy refiriendo a esa estatua ornamental que situada en el centro de la Plaza de Legazpi, lleva "provisionalmente" envuelta en lona protectora desde hace más de seis años, a la espera de una reforma integral de la plaza (está proyectado bajo la misma un gran intercambiador) que la crisis lleva aplazando sine die.
La "momia de la plaza", como popularmente es identificada ya por algunos vecinos de la zona, fue en su día una estatua de cierto relumbrón, pues formaba parte, junto con otras dos a las que me referiré más adelante, del llamativo conjunto escultórico que coronaba la fachada principal del que fue en origen Ministerio de Fomento y hoy lo es de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Las esculturas que actualmente vemos en la cúspide de este singular edificio de la glorieta de Atocha son una réplica en bronce de las originales de mármol, las cuales fueron retiradas en 1976 pues, algo deterioradas, amenazaban con arrojar fragmentos sobre los viandantes (hubo varios desprendimientos).
Nuestra momia y sus dos referenciadas compañeras fueron creadas a principios del siglo XX por Agustín Querol, uno de los escultores españoles más cotizados por aquel entonces (obras suyas en Madrid son también, por ejemplo, los monumentos a Quevedo y a Claudio Moyano, el mausoleo de Cánovas del Castillo y el frontón de la Biblioteca Nacional). Querol proyectó un conjunto escultórico en el que se exaltaba alegóricamente al progreso: En el centro de la composición La Gloria (una victoria alada junto a las alegorías de la Ciencia y el Arte) y a ambos lados de ella, dos Pegasos acompañados por figuras humanas que simbolizan, en un caso la Filosofía y las Letras y, en el otro, la Agricultura y la Industria (este es el que se corresponde con nuestra momia).
Cuando se decidió retirar de la azotea del ministerio las esculturas de mármol, estas sufrieron además un nuevo deterioro, pues fueron fraccionadas para facilitar su bajada. Tras un periodo de almacenaje en dependencias municipales el conjunto escultórico fue finalmente reubicado, pero ya de forma separada. Los dos Pegasos se instalaron a finales del siglo XX en la Plaza de Legazpi, mientras que La Gloria se decidió que estuviese en la Glorieta de Cádiz.
A fecha de hoy sólo esta última parece haberse asentado definitivamente en su nuevo lugar, pues la aventura de los Pegasos sigue sin estar definida: Uno, nuestro protagonista, permanece como ignorado en esa plaza pendiente de remodelación, el otro fue trasladado en 2005 a un recinto almacén del Ayuntamiento en la calle Ancora. Su deterioro, fruto del tiempo y de la manipulación en los traslados sufridos, es apreciable.
La "momia de la plaza", como popularmente es identificada ya por algunos vecinos de la zona, fue en su día una estatua de cierto relumbrón, pues formaba parte, junto con otras dos a las que me referiré más adelante, del llamativo conjunto escultórico que coronaba la fachada principal del que fue en origen Ministerio de Fomento y hoy lo es de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Las esculturas que actualmente vemos en la cúspide de este singular edificio de la glorieta de Atocha son una réplica en bronce de las originales de mármol, las cuales fueron retiradas en 1976 pues, algo deterioradas, amenazaban con arrojar fragmentos sobre los viandantes (hubo varios desprendimientos).
Nuestra momia y sus dos referenciadas compañeras fueron creadas a principios del siglo XX por Agustín Querol, uno de los escultores españoles más cotizados por aquel entonces (obras suyas en Madrid son también, por ejemplo, los monumentos a Quevedo y a Claudio Moyano, el mausoleo de Cánovas del Castillo y el frontón de la Biblioteca Nacional). Querol proyectó un conjunto escultórico en el que se exaltaba alegóricamente al progreso: En el centro de la composición La Gloria (una victoria alada junto a las alegorías de la Ciencia y el Arte) y a ambos lados de ella, dos Pegasos acompañados por figuras humanas que simbolizan, en un caso la Filosofía y las Letras y, en el otro, la Agricultura y la Industria (este es el que se corresponde con nuestra momia).
Cuando se decidió retirar de la azotea del ministerio las esculturas de mármol, estas sufrieron además un nuevo deterioro, pues fueron fraccionadas para facilitar su bajada. Tras un periodo de almacenaje en dependencias municipales el conjunto escultórico fue finalmente reubicado, pero ya de forma separada. Los dos Pegasos se instalaron a finales del siglo XX en la Plaza de Legazpi, mientras que La Gloria se decidió que estuviese en la Glorieta de Cádiz.
A fecha de hoy sólo esta última parece haberse asentado definitivamente en su nuevo lugar, pues la aventura de los Pegasos sigue sin estar definida: Uno, nuestro protagonista, permanece como ignorado en esa plaza pendiente de remodelación, el otro fue trasladado en 2005 a un recinto almacén del Ayuntamiento en la calle Ancora. Su deterioro, fruto del tiempo y de la manipulación en los traslados sufridos, es apreciable.
Madrid cota a cota
Si en la vida conviene tener cierta "altura de miras" los madrileños tenemos la suerte de vivir en una ciudad que nos ayuda a ello, ya que, así de entrada y sin esfuerzo, nos sitúa a 655 metros de elevación
media sobre el nivel del mar, ¡Algo tenemos ya ganado!
Efectivamente Madrid es una ciudad situada comparativamente a otras a una buena altitud. En un país montañoso como España ocupa la posición 14 en el ranking de capitales de provincia (Ávila es, con 1131 metros la más alta) y si miramos a Europa, donde el 56 % del territorio no supera los 200 m de altitud, encontramos que Madrid está entre las tres primeras capitales de país (Andorra la Vella, con 1123 metros, ocupa la primera posición).
Sabemos popularmente que las altitudes se miden topográficamente referenciando un lugar respecto a su elevación sobre el nivel del mar, pero quizás no todos sepan que dicho nivel no tiene un único punto de referencia mundial, sino que cada país tiene el suyo. En España, la referencia es Alicante. ¿Sabes por qué?
Dado que las mareas provocan que el agua de los mares y océanos esté siempre en constante movimiento, generando con ello importantes fluctuaciones de nivel en las costas, cuando a finales del siglo XIX se decidió hacer en España una medición rigurosa de la elevación del territorio para documentar correctamente la cartografía nacional existente, se vio la necesidad de establecer un lugar fiable de referencia en el que situar la cota inicial a partir de la cual hacer el levantamiento altimétrico. Tras varias comparativas de lugares posibles se optó finalmente por elegir la bahía de Alicante, ya que poseía una gran estabilidad geológica, sus mareas presentaban poca diferencia entre la pleamar y la bajamar, y porque Alicante estaba relativamente próximo y bien comunicado con Madrid, ciudad donde se había situado como centro de observaciones geodésicas el Observatorio Astronómico Nacional.
A lo largo de un amplio periodo de tiempo se fueron tomando en Alicante medidas de nivel en una de las escaleras del Muelle de la Reina, estableciéndose finalmente como referencia el valor medio obtenido a lo largo de ese tiempo. A partir del punto de observación fijado, se transportó por nivelación este hasta el primer escalón de la escalinata del Ayuntamiento de la ciudad y allí se fijó la primera cota oficial, fijándola para la posteridad con una marca metálica insertada en la piedra de dicho escalón. Se la señaló con el indicativo NP1 y marca que el lugar está a 3,407 metros sobre el nivel del mar (en la foto adjunta puedes ver el escalón referenciado). A partir de esta cota se fueron estableciendo el resto de altitudes. En Madrid la medición se hizo en el Observatorio Astronómico, fijándose una cota de 625,562 metros y quedó fijada con la señal NP26.
Poco a poco, muchos ayuntamientos del país, edificios oficiales y, sobre todo estaciones de tren, fueron dotándose de placas indicativas de la altitud respecto al mar a la que se encontraba el lugar. La foto inicial de esta entrada de blog es un ejemplo: Dicha placa está en la de la fachada del Palacio Real de Madrid y nos indica que este edificio se encuentra a 642,3 metros de altitud.
Repasado el origen de estas mediciones topográficas, la curiosidad lleva a plantear algunas nuevas preguntas relacionadas al respecto con nuestra región: ¿Dónde se encuentra el punto más alto y más bajo de la ciudad de Madrid?. ¿Y si miramos a la Comunidad?
Parece ser que la mayor altura de Madrid capital (hablo siempre a ras de suelo, pues del skyline madrileño ya me ocupé en una entrada anterior de este blog) la encontramos en la zona de Fuencarral-Tres Olivos, en torno al Parque de Santa Ana (unos 742 metros de altitud). En contraposición, la zona más baja de la ciudad es la que se extiende a lo largo de la rivera del río Manzanares (principalmente Legazpi, Carabanchel Bajo y San Cristobal). Respecto al conjunto de la Comunidad el techo es, por supuesto, la cumbre del monte Peñalara, con 2430 metros, pero si nos centramos en poblaciones la mayor altura la tenemos en Somosierra (1434 m) y en Santa Mª de la Alameda (1420 m). Las poblaciones que están a menor altura son Aldea del Fresno (476 m) y Aranjuez (489 m).
Efectivamente Madrid es una ciudad situada comparativamente a otras a una buena altitud. En un país montañoso como España ocupa la posición 14 en el ranking de capitales de provincia (Ávila es, con 1131 metros la más alta) y si miramos a Europa, donde el 56 % del territorio no supera los 200 m de altitud, encontramos que Madrid está entre las tres primeras capitales de país (Andorra la Vella, con 1123 metros, ocupa la primera posición).
Sabemos popularmente que las altitudes se miden topográficamente referenciando un lugar respecto a su elevación sobre el nivel del mar, pero quizás no todos sepan que dicho nivel no tiene un único punto de referencia mundial, sino que cada país tiene el suyo. En España, la referencia es Alicante. ¿Sabes por qué?
Dado que las mareas provocan que el agua de los mares y océanos esté siempre en constante movimiento, generando con ello importantes fluctuaciones de nivel en las costas, cuando a finales del siglo XIX se decidió hacer en España una medición rigurosa de la elevación del territorio para documentar correctamente la cartografía nacional existente, se vio la necesidad de establecer un lugar fiable de referencia en el que situar la cota inicial a partir de la cual hacer el levantamiento altimétrico. Tras varias comparativas de lugares posibles se optó finalmente por elegir la bahía de Alicante, ya que poseía una gran estabilidad geológica, sus mareas presentaban poca diferencia entre la pleamar y la bajamar, y porque Alicante estaba relativamente próximo y bien comunicado con Madrid, ciudad donde se había situado como centro de observaciones geodésicas el Observatorio Astronómico Nacional.
A lo largo de un amplio periodo de tiempo se fueron tomando en Alicante medidas de nivel en una de las escaleras del Muelle de la Reina, estableciéndose finalmente como referencia el valor medio obtenido a lo largo de ese tiempo. A partir del punto de observación fijado, se transportó por nivelación este hasta el primer escalón de la escalinata del Ayuntamiento de la ciudad y allí se fijó la primera cota oficial, fijándola para la posteridad con una marca metálica insertada en la piedra de dicho escalón. Se la señaló con el indicativo NP1 y marca que el lugar está a 3,407 metros sobre el nivel del mar (en la foto adjunta puedes ver el escalón referenciado). A partir de esta cota se fueron estableciendo el resto de altitudes. En Madrid la medición se hizo en el Observatorio Astronómico, fijándose una cota de 625,562 metros y quedó fijada con la señal NP26.
Poco a poco, muchos ayuntamientos del país, edificios oficiales y, sobre todo estaciones de tren, fueron dotándose de placas indicativas de la altitud respecto al mar a la que se encontraba el lugar. La foto inicial de esta entrada de blog es un ejemplo: Dicha placa está en la de la fachada del Palacio Real de Madrid y nos indica que este edificio se encuentra a 642,3 metros de altitud.
Repasado el origen de estas mediciones topográficas, la curiosidad lleva a plantear algunas nuevas preguntas relacionadas al respecto con nuestra región: ¿Dónde se encuentra el punto más alto y más bajo de la ciudad de Madrid?. ¿Y si miramos a la Comunidad?
Parece ser que la mayor altura de Madrid capital (hablo siempre a ras de suelo, pues del skyline madrileño ya me ocupé en una entrada anterior de este blog) la encontramos en la zona de Fuencarral-Tres Olivos, en torno al Parque de Santa Ana (unos 742 metros de altitud). En contraposición, la zona más baja de la ciudad es la que se extiende a lo largo de la rivera del río Manzanares (principalmente Legazpi, Carabanchel Bajo y San Cristobal). Respecto al conjunto de la Comunidad el techo es, por supuesto, la cumbre del monte Peñalara, con 2430 metros, pero si nos centramos en poblaciones la mayor altura la tenemos en Somosierra (1434 m) y en Santa Mª de la Alameda (1420 m). Las poblaciones que están a menor altura son Aldea del Fresno (476 m) y Aranjuez (489 m).
Tabacalera. Espacio Promoción del Arte
Cuando uno visita las exposiciones que periódicamente se muestran en Tabacalera Espacio Promoción del Arte no puede por menos que quedar sorprendido también del propio espacio expositivo. El edificio en el que se ubica, construido entre 1780 y 1792, fue inicialmente Real Fábrica de Aguardientes y Naipes, pero pronto, en 1809, se decidió reconvertirlo en Fábrica de Tabacos y Rapé, manteniendo la instalación su actividad hasta finales del siglo XX (el lugar fue importante en el marco industrial y social madrileño, pues dio trabajo a numerosas mujeres y elevó a categoría de tipismo la profesión de cigarrera, asociada a menudo con el prototipo de la chulapona castiza). Cuando en el año 2000 cesó definitivamente en este edificio la actividad industrial de Tabacalera, el local se cerró durante varios años, hasta que finalmente se decidió darle una nueva utilidad pública, dividiendo eso sí el espacio útil de uso en dos áreas diferenciadas: Una de ellas, la que nos ocupa, es gestionada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que organiza allí exposiciones temporales y actividades en torno a la fotografía, el arte contemporáneo y las artes visuales. El resto del espacio ha sido cedido, creo que provisionalmente, al Centro Social Autogestionado La Tabacalera de Lavapiés.
Las salas destinadas a exposición conservan en general el aspecto decadente sufrido por el abandono de la actividad industrial, al estilo vanguardista de otros centros expositivos como el de Matadero. La idea es buena y sobre todo aparentemente barata, aunque no estaría de más en este caso algo de calefacción en el recinto para estos meses invernales (en verano el sitio es sin duda ideal para estar fresquito).
Las salas destinadas a exposición conservan en general el aspecto decadente sufrido por el abandono de la actividad industrial, al estilo vanguardista de otros centros expositivos como el de Matadero. La idea es buena y sobre todo aparentemente barata, aunque no estaría de más en este caso algo de calefacción en el recinto para estos meses invernales (en verano el sitio es sin duda ideal para estar fresquito).
Una mirada a la Red de Parques Nacionales
En el Parque de Arganzuela podemos ver estos días una exposición de paneles fotográficos relacionados con los Parques Nacionales de España, en la que se destaca la reciente incorporación a dicha Red Nacional del Parque de la Sierra de Guadarrama, declarado oficialmente como tal en junio del presente año 2013.
La exposición cuenta con 70 paneles fotográficos e informativos en gran formato, en los que se muestran bellos parajes y detalles de flora y fauna de cada uno de los 15 Parques Nacionales existentes en España, de los que recordemos, diez se encuentran en la Península, cuatro en las islas Canarias y uno en las Baleares. Refresquemos seguidamente con una simple enumeración la lista de dichos parques:
El primer Parque Nacional creado en el mundo fue, en 1872, el de Yellowstone (EE. UU.), famoso entre nosotros no tanto por su gran concentración de geiseres y fenómenos volcánicos, sino especialmente por haber sido la residencia del popular Oso Yogi de nuestra infancia. En España, el primero de estos Parques fue el de Picos de Europa, declarado como tal en junio de 1918 y que originalmente se llamó Parque Nacional de la Montaña de Covadonga. En la actualidad es el segundo Parque más visitado de nuestro país (el primero es el de las Cañadas del Teide).
La incorporación de la Sierra de Guadarrama a la Red de Parques Nacionales ha venido justificada, tal como indica la disposición de ley 7/2013 del pasado 25 de junio en la que se oficializa la creación del nuevo Parque, "no sólo por dar satisfacción al interés general de preservar toda la riqueza natural y cultural que atesora la Sierra de Guadarrama, sino que además hace justicia con lo que ha sido un profundo anhelo social sentido desde hace casi un siglo: la necesidad de frenar el deterioro que el incremento demográfico y el turismo de masas producen en un entorno tan próximo a una gran urbe como Madrid". ¡Bienvenido sea el nuevo Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama! y esperemos que cumpla su cometido conservacionista.
Recorriendo visualmente las fotografías expuestas en los paneles del Parque de Arganzuela, todas ellas de una gran fuerza y belleza, se despertará sin duda en el observador amante de la naturaleza el deseo de conocer estos parajes, o revivir gratificantes experiencias pasadas si ya se ha estado en ellos. Confiemos en que también sirvan para reforzar conciencias y responsabilidades, individuales y colectivas, sobre la importancia de proteger y preservar nuestro Medio Ambiente.
La exposición cuenta con 70 paneles fotográficos e informativos en gran formato, en los que se muestran bellos parajes y detalles de flora y fauna de cada uno de los 15 Parques Nacionales existentes en España, de los que recordemos, diez se encuentran en la Península, cuatro en las islas Canarias y uno en las Baleares. Refresquemos seguidamente con una simple enumeración la lista de dichos parques:
- Picos de Europa (Asturias, León y Cantabria)
- Ordesa y Monte Perdido (Huesca)
- Cañadas del Teide (Tenerife)
- Caldera de Taburiente (La Palma)
- Aigüestortes y Lago San Mauricio (Lérida)
- Doñana (Huelva)
- Tablas de Daimiel (Ciudad Real)
- Timanfaya (Lanzarote)
- Garajonay (La Gomera)
- Archipiélago de Cabrera (Islas Baleares)
- Cabañeros (Ciudad Real, Toledo)
- Sierra Nevada (Granada, Almería)
- Islas Atlánticas de Galicia (Pontevedra, A'Coruña)
- Monfragúe (Cáceres)
- Sierra de Guadarrama (Madrid, Segovia)
El primer Parque Nacional creado en el mundo fue, en 1872, el de Yellowstone (EE. UU.), famoso entre nosotros no tanto por su gran concentración de geiseres y fenómenos volcánicos, sino especialmente por haber sido la residencia del popular Oso Yogi de nuestra infancia. En España, el primero de estos Parques fue el de Picos de Europa, declarado como tal en junio de 1918 y que originalmente se llamó Parque Nacional de la Montaña de Covadonga. En la actualidad es el segundo Parque más visitado de nuestro país (el primero es el de las Cañadas del Teide).
La incorporación de la Sierra de Guadarrama a la Red de Parques Nacionales ha venido justificada, tal como indica la disposición de ley 7/2013 del pasado 25 de junio en la que se oficializa la creación del nuevo Parque, "no sólo por dar satisfacción al interés general de preservar toda la riqueza natural y cultural que atesora la Sierra de Guadarrama, sino que además hace justicia con lo que ha sido un profundo anhelo social sentido desde hace casi un siglo: la necesidad de frenar el deterioro que el incremento demográfico y el turismo de masas producen en un entorno tan próximo a una gran urbe como Madrid". ¡Bienvenido sea el nuevo Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama! y esperemos que cumpla su cometido conservacionista.
Recorriendo visualmente las fotografías expuestas en los paneles del Parque de Arganzuela, todas ellas de una gran fuerza y belleza, se despertará sin duda en el observador amante de la naturaleza el deseo de conocer estos parajes, o revivir gratificantes experiencias pasadas si ya se ha estado en ellos. Confiemos en que también sirvan para reforzar conciencias y responsabilidades, individuales y colectivas, sobre la importancia de proteger y preservar nuestro Medio Ambiente.