El Escudo de Madrid

El escudo de Madrid tiene un oso, un madroño y siete estrellas, pero ¿cual es el origen de dicha simbología?

Parece ser que ya en la Edad Media se asociaba la ciudad de Madrid con el oso, debido seguramente a la abundancia de este animal en sus inmediaciones. Hay constancia, a través de crónicas escritas de la época, que en la expedición mandada por el rey Alfonso VIII de Castilla en 1211 contra la taifa de Murcia participaron huestes del Concejo madrileño, ostentando como enseña un oso pasante (a cuatro patas), y que también lo hicieron un año después en la batalla de las Navas de Tolosa, utilizando la misma enseña.

Sobre esta primera simbología simple, poco después se van a incorporar siete estrellas sobre el lomo del oso. Los genealogistas han querido ver en estas estrellas y en el oso la alusión a la constelación de Bootes, íntimamente ligada al mito de las dos Osas o del Carro. Se basan para ello en decir que Madrid estaba en lo que se llama Carpetania y que Carpetum en latín quiere decir carro. Sea cual seas la razón, lo cierto es que durante bastante tiempo el escudo de Madrid fue éste: un oso (tal vez osa) pintado sobre azur, con siete estrellas sobre su lomo y paciendo sobre pasto verde.

A raíz de las desavenencias que surgen en 1202 entre el Concejo y la Clerecía por el disfrute de ciertos montes y tierras de pasto en los alrededores de Madrid, se establece un pleito que tarda en resolverse 20 años y que finalmente otorga al Cabildo eclesiástico todos los pastos y a la Villa de Madrid todos los pies de árbol y la caza. Para que el acuerdo quedara bien sellado y para memoria de todos se acordó que el escudo de la Villa llevaría el oso (u osa) con el añadido de un árbol, y el escudo del Cabildo llevaría el mismo animal paciendo en unos pastos. Se modeló de nuevo el escudo al que se le añadió además del arbolito una orla azul y sobre ella las siete estrellas de ocho puntas, (tres a los lados y una abajo) que antes estaban sobre el lomo del animal. El oso (u osa), empinado al tronco, para indicar la posesión de pie de árbol.

No se sabe con certeza en qué momento se empezó a asegurar que el arbolito del escudo era un madroño (en la zona de Madrid no abundaban). Hay quienes sugieren que el árbol es realmente un almez (especie que si abundaba y que tiene también unos frutillos rojos) y quienes dicen que el rey de armas que pintó el escudo no se detuvo a reproducir tal o cual especie sino que pintó un arbolito con frutos rojos para que se distinguieran bien.

En 1554, el emperador Carlos I distinguió a la ciudad de Madrid con los títulos de Coronada e Imperial, otorgándole la corona real en el escudo. Dicha corona se dibujó sobre la copa del árbol y así estuvo durante bastantes años, hasta que ya en el siglo XVII la corona se cambió a la cima del blasón.

En 1842 se decide incorporar al escudo del oso y el madroño un dragón alado y una corona de laurel (concedida por las Cortes de 27 de diciembre de 1822). Este escudo podemos verlo en muchos de los carteles de la ciudad con el nombre de las calles. Originariamente parece ser que el dragón fue una simple culebrilla, pero ... (como curiosidad indicar que en la madrileñísima fuente de La Cibeles antaño había dos figuras, hoy en el Museo de los Orígenes, de cuya boca salía agua para que los madrileños pudiesen llenar sus cántaros. Una era un oso y la otra un dragón).

En 1967 el Ayuntamiento dispuso un nuevo escudo que en cierto modo volvía al del siglo XVII, con el oso,el madroño, las siete estrellas y la corona real, eliminando el dragón y la corona de laureles. Es el que tenemos oficialmente hoy en día.

En edificios y calles del centro histórico de Madrid podemos encontrar una amplia representación de escudos de distintas épocas. El más antiguo de los que se conservan puedes verlo a la altura del número 21 de la calle Segovia, en el lugar donde estuvo la denominada Casa del Pastor, de la que puedes encontrar información en este blog.