De las tres rosaledas públicas de las que dispone Madrid (La del Parque del Oeste, la del Jardín Botánico y la del Parque del Retiro) esta es sin duda, por su ubicación y accesibilidad, la más visitada por los madrileños y seguramente también la más retratada, pues ¡cuántas fotografías de novios o posados de bodas y primeras comuniones no tendrán de fondo este lugar!
Sobre el espacio del antiguo estanque de patinar se instaló en 1883 un invernadero que el Marqués de Salamanca cedió al Ayuntamiento y que hasta ese momento había estado en el jardín de su Palacio del Paseo de Recoletos. El invernadero, de los de tipo estufa, había sido construido en Londres y fue una de las primeras construcciones de hierro y cristal en su tipo que adornaron los palacios del eje noble de Madrid. Tenía forma rectangular y bóveda de cañón, disponiendo en su interior de una serie de termosifones que mantenían la humedad necesaria para el cultivo de especies exóticas de plantas. Este invernadero se mantuvo hasta 1930, pero ya algo antes, en 1914, el alcalde de Madrid, que por aquel entonces era Carlos Prat, había encargado al recientemente nombrado Jardinero Mayor Cecilio Rodríguez el diseño en aquel lugar de una Rosaleda al estilo de las existentes en otras capitales europeas, encargo para el que Cecilio viajó a Francia a fin de buscar inspiración y adquirir de paso rosales. El modelo de rosaleda elegido fue el de Bagatelle, en los jardines del Bosque de Bolonia de París, trayéndose además de aquel viaje 12000 rosales de más de 350 especies diferentes.
La Rosaleda que hoy vemos, pese a haber sido remodelada varias veces desde su creación (en la Guerra Civil, sin ir más lejos, se destruyo gran parte de la misma) mantiene el diseño original: Tiene una superficie aproximada de 0.8 hectáreas y es de forma elíptica, estando delimitado perimetralmente el recinto por un seto de ciprés que permite el acceso por cuatro puntos. La distribución interior de caminos y parterres guarda la simetría propia de los jardines de estilo francés e incluye dos fuentes y un estanque central.
¡Merece la pena darse un paseo por allí!