El
mundo digital sin duda ha asentado sus reales en la sociedad actual y, al
hacerlo, usos y costumbres que hasta no hace mucho considerábamos enraizadas van viéndose modificadas de forma progresiva. Una de ellas claramente es la compra
y lectura de libros en formato papel, pues pese a seguir a fecha prefiriéndose mayoritariamente dicho soporte al electrónico (dato refrendado por el CIS
y que sin duda mucho tiene que ver con que buena parte de ese 63% de índice de lectores
existentes en nuestro país nació antes del boom digital) cada vez más la
impresión en papel tenderá a ir reduciendo su ámbito de existencia. ¿Qué uso
real tienen en nuestras casas ya, por ejemplo, todos esos volúmenes enciclopédicos
del Espasa o del Larousse que siguen llenando nuestros estantes y que un día seguramente adquirimos como culturalmente imprescindibles?
Es
evidente que el libro en papel se hace viejo, pero por suerte aún mantiene para
muchos un encanto especial que va más allá de la propia evasión de la lectura y se recrea incluso con el objeto en sí. ¿Eres de los que disfrutas ojeando libros?
Madrid
cuenta con abundantes y buenas librerías, pero no es de ellas de lo que hoy
quiero hablar, sino de una de las ferias permanentes del libro más antiguas en Europa: La Feria Cuesta de Moyano.
Como seguramente conoces, la Feria de libros Cuesta de Moyano es un agradable espacio de compra venta de libros en el que estos se exponen en casetas abiertas a la calle, sobre el mostrados de las mismas y en mesas auxiliares instaladas junto a ellas. La oferta es variada, pudiendo encontrar allí publicaciones antiguas y actuales, ediciones nuevas y de segunda mano a buenos precios y que por su singularidad atrae, especialmente los domingos por la mañana, no sólo a bibliófilos y ávidos lectores de limitados recursos económicos, sino a muchos curiosos simples paseantes.
Como seguramente conoces, la Feria de libros Cuesta de Moyano es un agradable espacio de compra venta de libros en el que estos se exponen en casetas abiertas a la calle, sobre el mostrados de las mismas y en mesas auxiliares instaladas junto a ellas. La oferta es variada, pudiendo encontrar allí publicaciones antiguas y actuales, ediciones nuevas y de segunda mano a buenos precios y que por su singularidad atrae, especialmente los domingos por la mañana, no sólo a bibliófilos y ávidos lectores de limitados recursos económicos, sino a muchos curiosos simples paseantes.
Situada
a un costado del Real Jardín Botánico, la calle de Claudio Moyano en la que se
ubica este conjunto de casetas se conoce popularmente como Cuesta de Moyano
por el evidente desnivel de la calle, peatonalizada en el 2007, que asciende desde la confluencia del Paseo del Prado con Atocha hasta las lindes del Parque del Retiro.
Esta
feria permanente del libro nació en 1919, a raíz de la decisión de un sector de libreros, que participaba desde finales del XIX en otra feria más generalista existente por entonces en Atocha, de escindirse de esta e instalarse, como feria especializada, en el
Paseo del Prado, delante del Jardín Botánico. En 1924 la feria sería trasladada por iniciativa municipal a la calle Moyano y un año después quedaría regulado el espacio destinado a la
misma: Se estableció un máximo de 30 casetas a instalar, todas ellas con un
similar diseño en madera y con idénticas dimensiones (15 metros cuadrados) y se fijó un canon mensual de arrendamiento que oscilaba
entre las treinta y las cincuenta pesetas. Parece ser que el nuevo emplazamiento realmente
nunca gustó demasiado a los libreros, que preferían el Paseo del Prado por su
mejor visibilidad y mayor tránsito de personas, pero pese a más de un
tira y afloja con la municipalidad, allí quedarían ya establecidos para siempre. Bueno, no exactamente del todo, pues en dos
ocasiones se les trasladó provisionalmente a su ansiado Paseo del Prado: La primera fue en 1986 como consecuencia de la renovación de los puestos (se les dotó, entre
otras mejoras, de agua, calefacción y teléfono), y la segunda en el año 2004
tras el incendio de una estación eléctrica situada en las proximidades, y cuya
nueva ubicación se decidió fuera en el subsuelo de la Cuesta Moyano,
circunstancia ésta que se aprovechó para afrontar una amplia remodelación en la
zona y, entre otras cosas, hacerla peatonal. El 19 de abril de 2007 las 31
casetas de las que consta actualmente la feria (se añadió una reservada al propio Ayuntamiento), reabrieron nuevamente al público con la estructura que hoy contemplamos (la reforma respetó el diseño original de las casetas, siendo estas una réplica exacta de las que había en el año 1925).
La
calle se halla presidida, en su extremo más próximo a Atocha, por la estatua de
quien da nombre a la misma, el zamorano Claudio Moyano y Samaniego, político
español de la segunda mitad del siglo XIX, de ideología liberal, artífice de la
ley de instrucción pública de 1857, -conocida popularmente como “Ley Moyano”-, que estructuró y reguló el sistema educativo español durante más de 100 años, hasta ser desbancada en 1970 por una nueva Ley General de Educación.
En el
otro extremo de la calle, en su parte alta, Pio Baroja vela desde 2007 por el mantenimiento literario de esta calle. La estatua, creada en 1980, estuvo con anterioridad instalada en el interior del recinto de los Jardines del Retiro, pero se decidió trasladarla aquí, al remodelarse la calle de Moyano, en recuerdo a los paseos que el escritor daba frecuentemente por ella, recreándose en las casetas (fue uno de los firmantes de la petición que en su día se hizo al Ayuntamiento de Madrid para que se destinara un espacio fijo para instalar la feria permanente del libro).
¡Ojo pues, don Pio!
¡Ojo pues, don Pio!