Huertos urbanos

Un sábado más, poner un pie en el huerto, y esbozar una sonrisa fue sólo uno. Y es que nuestra huerta no sólo progresa adecuadamente sino que, siguiendo con el símil colegial, destaca por todos sus frentes, y nos agasaja semanalmente con su evolución”.

Las anteriores líneas, entresacadas de los comentarios que una participante en el Huerto Urbano del Retiro , actividad medioambiental promovida y organizada por el Ayuntamiento de Madrid, reflejó hace unos días en el blog que, a modo de cuaderno de bitácora, compartimos los participantes, me sirven perfectamente en esta ocasión para resaltar la magnífica iniciativa social que suponen los huertos públicos ciudadanos, no sólo por su apreciable función educativa, sino por revitalizar en urbanitas el gusto por lo rural y en especial por la ecología sostenible, reforzando de paso la puesta en práctica de valores tan necesarios hoy en día como la cooperación en el trabajo y la convivencia positiva. En estos huertos, cuya finalidad no es la producción (pese a que gusta y mucho recoger los frutos del trabajo), la satisfacción de los que somos aprendices de hortelanos, como ocurre en otras muchas facetas de la vida, no se encuentra en la meta sino en el propio camino.

 Los huertos urbanos proliferaron en los inicios de la ciudad industrial del XIX cumpliendo principalmente una función de subsistencia. En países como Gran Bretaña, Alemania o Francia las autoridades locales y las grandes fábricas se vieron obligadas a ofrecer terrenos a los trabajadores para completar sus recursos y mejorar con ello las condiciones de vida en los barrios obreros. Esa función de subsistencia se mantendría despues durante los periodos de las guerras mundiales y, en nuestro país, hasta la guerra civil y la posterior etapa de hambre de la posguerra. Es a partir de los años 70 cuando comenzarán a aparecer proyectos, liderados por organizaciones comunitarias y ecológicas, que buscan además nuevos objetivos asociados a la integración social y la educación ambiental. Actualmente muchas ciudades europeas tienen redes de huertos ecológicos donde los ciudadanos pueden cultivar sus propias frutas y verduras. En ocasiones se trata de espacios parcelados para uso particular (alquiler de pequeños huertos), pero generalmente son espacios colectivos de carácter público, gestionados directamente por los ayuntamientos o por organizaciones medioambientales. Suelen funcionar tipo curso, aunque ofreciendo bastante libertad para que los participantes desarrollen su propia estrategia hortícola asesorados por los monitores especialistas. La oferta de actividad en estos huertos es a menudo variada, abarcando tanto acciones cortas y de temática concreta (realización de semilleros, compost, etc) como trabajos de ciclo anual en huerta (preparación de los terrenos, planificación de sembrados, semillado en invernadero, plantación en bancales y surcos, instalación de riego por goteo, tratamiento de plagas, recolección, etc).

Participar en uno de estos huertos colectivos es una experiencia grata y reconfortante que sin duda recomiendo. Se aprende no sólo a cultivar, sino a valorar todo el trabajo que hay detras, o mejor dicho delante, de por ejemplo una de esas hermosas ensaladas que gustamos llevar a nuestras mesas. Además te permite compartir la experiencia con otras personas y, trabajando y disfrutando juntos, pasar ratos realmente agradables. ¡Que más se puede pedir!

Nota: Las imágenes que aparecen en esta entrada han sido tomadas del blog El huerto ciudadano del Retiro.

Templo de Debod

Resulta anecdótico que el edificio más antiguo de Madrid realmente no sea madrileño. Fue erigido en el lejano Egipto hace más de 2200 años y trasladado aquí piedra a piedra en 1970, eligiéndose para su nueva ubicación la montaña de Principe Pio, frecuentada hoy no sólo por turistas que quieren conocer el Templo de Debod, sino por muchos madrileños que gustan de pasear por los jardines existentes y, al atardecer, contemplar desde la balconada al Parque del Oeste las bonitas puestas de sol. Conviene recordar que en el promontorio donde actualmente está el Templo estuvo el Cuartel de la Montaña, tristemente famoso por ser el lugar donde se inició la sublevación militar de julio de 1936 en la capital y lugar fuertemente castigado durante la Guerra Civil por estar en la línea de contienda (en recuerdo de los allí caidos se colocó en 1972, a la entrada principal del actual parque, una gran escultura en bronce que representa a un hombre caido y mutilado en medio de un paredón, composición que, positivizando el tema, cuando algunos éramos mucho más jóvenes preferíamos referirnos a él como "El Iribar", por su semejanza con un portero en plena palomita. ¿No te lo parece?

Pero volvamos a ocuparnos del Templo. La razón de ser de que hoy esté en Madrid se debe a que fue regalado al gobierno español por el egipcio en agradecimiento por la colaboración prestada en la salvación de los templos de Nubia, principalmente el de Abu Simbel, que con la construcción de la presa de Asuán se encontraban condenados a desaparecer bajo las aguas si no eran trasladados de lugar. ¡No hay mal que por bien no venga!, al menos en esta ocasión, egoistamente, nos vimos gratificados.

El templo se llama de Debod por la localidad de la Baja Nubia en la que se erigió.
Inicialmente fue un pequeño santuario, mandado construir por el rey Adijalamani de Meroe, que se iría ampliando posteriormente con nuevas estancias fundamentalmente en la época ptolomeica y en la primera etapa de la dominación romana. Estaba dedicado a honrar a los dioses Amón e Isis.

El templo tiene sobre todo el interés de lo éxotico y el de representación en nuestra ciudad de una cultura admirada. El conjunto se encuentra reconstruido (algunas piedras originales faltaban y fueron sustituidas siguiendo la técnica que se conoce como anastilosis) y aunque no siempre se cuidó como debería (algunas reformas no fueron demasiado acertadas) merece la pena dedicarle una visita, pues en el interior se pueden observar algunos interesantes relieves, así como una maqueta del valle del Nilo que quedó cubierto por la presa y en la que se ubican los diversos templos que allí existían.

Si, como me ocurría a mi, hace tiempo que no has entrado al interior del Templo de Debod, te recomiendo te acerques a verlo (la entrada es gratuita). El horario de visita durante los meses de primavera y verano es: Martes a viernes de 10 a 14 horas y de 18 a 20 horas. Sábados, domingos y festivos de 9:30 a 20:00 horas. En la web informativa que sobre el templo tiene el Ayuntamiento de Madrid se ofrece más información, así como un vídeo que nos habla del edificio y de la actividad que en él tenía lugar (puedes acceder desde aquí al mismo).

Alcobendas: Dehesa de Valdelatas

Entre las opciones que los madrileños tenemos de pasear por zona de monte sin tener para ello que alejarnos demasiado de la ciudad, quiero en esta ocasión recomendar la Dehesa de Valdelatas.

Situada en la zona norte de la Comunidad, esta dehesa es relativamente desconocida por muchos, siendo seguramente los vecinos de Alcobendas y los aficionados al ciclismo que usan el cercano carril bici entre Madrid y Colmenar Viejo los que más la frecuentan.

.La Dehesa de Valdelatas, perteneciente en parte al Ayuntamiento de Madrid y en parte al de Alcobendas, tiene una extensión de 290 hectáreas y es un pequeño reducto natural de bosque mediterráneo continentalizado, actualmente desgajado por las autovías e infraestructuras urbanas que lo circundan del ecosistema que componen los Montes del Pardo, Soto de Viñuelas y la Dehesa Boyal. Desde 1995 está catalogado como Monte Preservado y confiemos en que se cuide y se respete, mejorando si es posible algunos aspectos, como el saneamiento de los dos arroyos que lo recorren. La flora existente es fundamentalmente de encina, pino, majuelo y jara, estando en esta época en avanzado esplendor.

Diversos caminos y senderos recorren la Dehesa, permitiendo prolongar nuestros paseos. No hay por lo general mucha gente, lo que ayuda a disfrutar más de la naturaleza y de la paz del campo. ¡Bueno!, no asustarse si paseando por una de las lindes de la Dehesa escuchamos tiros. Allí está el Club de Tiro Cantoblanco (ligado al grupo del actual vicepresidente de la CEOE Arturo Fernandez y que fue fundado por su abuelo). Tiene una pequeña terraza bar que, sin ser nada del otro mundo, llegado el caso puede servirnos para refrescar la garganta con una cervecita.

Para ir a la Dehesa de Valdelatas deberás normalmente acercarte en coche, por lo que paso seguidamente a indicarte como llegar: Debes tomar la Carretera de Madrid a Colmenar Viejo (M-607) y aproximadamente en el kilómetro 13,5 tomar la desviación existente hacia la Autónoma. En seguida, nada más pasar el Hospital "Labora", encontrarás una pequeña área de aparcamiento donde debes dejar el vehículo. La entrada a la Dehesa está allí mismo. Otra opción, especialmente si no hubiese sitio en el parking anterior, es seguir por la vía de servicio y desviarnos más adelante hacia el Campo de Tiro Cantoblanco, aparcando en la zona justo a la entrada de este (también desde allí, a la derecha, se puede acceder a la Dehesa).

Rivas Vaciamadrid: Ruta de los cantiles del cerro del Telégrafo

La población de Rivas Vaciamadrid nos ofrece diversas alternativas de disfrute al aire libre que resultan especialmente interesantes para esta época primaveral. Son rutas generalmente sencillas, adecuadas para andar o para disfrutar en bicicleta. En esta ocasión voy a recomendar la denominada ruta del Camino del Monte y Acantilados de Rivas, ya que su recorrido en altura nos permite, además de disfrutar del paseo, ver toda vega del Jarama.

El camino debemos iniciarlo junto al Polideportivo (podemos llegar a él andando desde la estación de metro de Rivas Vaciamadrid o, si nos hemos desplazado en coche, dejando este en el amplio aparcamiento existente junto al polideportivo). El camino a seguir es facilmente visible, pues va recorriendo el borde de los abruptos cantiles del Jarama que separan el cerro del Telégrafo de la fertil vega.

Sorprende, si no se conoce la zona, descubrir desde la altura, la gran cantidad de lagunas existentes y visibles hasta el horizonte, donde se une el río Manzanares con el Jarama. Justo bajo los cortados en los que estamos observamos la laguna de El Campillo, objetivo tambien en otro momento de un paseo por su perímetro y en la que puede visitarse el Centro de Interpretación de la Naturaleza edificado por la Comunidad de Madrid. Esta laguna, como las otras existentes, se originó a raiz de la masiva extracción de gravas y arenas utilizadas como material de construcción.

Los cantiles o llamativos cortados de los montes que practicamente acompañan al Jarama a lo largo de su curso han ido exculpiéndo su forma a lo largo de los años. Los cerros yesíferos son el resultado de los sedimentos originados tras la evaporación de enormes masas de agua, rica en sales, que cubrían los fondos pantanosos y las depresiones salinas de La Mancha durante el Mioceno, época geológica que se inició hace unos 26 millones de años. El terreno resultante es facilmente erosionable, produciendo desplazamientos y desprendimientos que, en las laderas, al caer sobre el río Jarama, van poco a poco desplazándolo hacia el Oeste, alejándolo de los acantilados y creando meandros que, a su vez, originan depósitos en la cara interna de la curva. Es así como se forman los terrenos, fértiles y ricos en gravas y arenas de la vega que admiramos desde la altura del monte y que en su zona más próxima a la base de nuestro recorrido de hoy se conocen como la finca de El Piul.

Nuestra ruta va subiendo poco a poco hasta la cima del cerro del Telégrafo (así llamado por la existencia antiguamente en él de una torre de comunicaciones visuales). La vegeración existente durante todo el recorrido es de matorral, no existiendo árbolado (tenerlo en cuenta para evitar las horas y días de fuerte sol). En este tiempo, las cigueñas sobrevuelan con frecuencia nuestro paseo y ponen su punto adicional de encanto a la caminata. En la cima del cerro podemos dar por finalizado el paseo y regresar o, si lo preferimos, continuarlo hasta incorporarnos nuevamente a "la civilización" por Rivas-Urbanizaciones (en este caso el recorrido total sería de 16,3 Km).

Casa de Campo: Monumento del Sagrado Corazón

Sorprende encontrar en medio de la Casa de Campo, en un lugar tranquilo, alejado de las zonas de afluencia masiva de visitantes, una imagen religiosa del Sagrado Corazón, custodiada además por dos obuses de la guerra civil pintados de verde (es de suponer que para darles un toque “ecológico”),  y rodeado todo el conjunto por un cuidado y poético jardincillo. El lugar tiene un origen bélico, pero allí hoy se respira paz.

Durante la Guerra Civil la Casa de Campo fue zona de grandes enfrentamientos (hablaré de ellos en otra ocasión y de los restos existentes de la contienda que pueden aún verse) y en uno de ellos, en el lugar que nos ocupa, cuentan que salvó “milagrosamente” la vida el Alférez Mayalde, que después, tras la victoria del bando nacional, fue nombrado Conde de Mayalde y alcalde de Madrid. En agradecimiento a la intervención divina en su salvación mando erigir el monumento, convirtiéndose por lo visto en la época en lugar de celebración de misas e incluso de peregrinación. Hoy son ciclistas y paseantes campestres, independientemente de que tengan crencias religiosas o no, quienes suelen hacer allí un alto en su ruta. Anotar al respecto de este lugar que el Ayuntamiento de Madrid lo tiene catalogado desde 2007 como monumento.

El recinto ajardinado está rodeado por una pequeña valla con cancelas, pero puedes entrar libremente a curisear y a recrearte leyendo los poemas que firmados por S.V.C. (iniciales de Santos Vaquero Cuerva) este ha ido dedicando a todo lo que allí se encuentra.

Aunque en los planos de la Casa de Campo se indica aproximadamente la situación del Sagrado Corazón, puede servirte también de referencia el plano esquemático que facilité en este blog al referirme a la ruta de los árboles singulares: Debes dirigirte hacia el marcado como punto 15 (Pinar del Santo) y continuar por el camino que se apunta con línea discontinua.

Identificador callejero

Paseando por las calles del casco histórico de Madrid es posible que hayas observado que en algunas fachadas aparece un azulejo como el de la foto adjunta (corresponde a la fachada del Monasterio de las Descalzas Reales) y te hayas preguntado su razón de ser. Paso seguidamente a contártela:

Pese a que desde antiguo las calles de la ciudad se identificaban con un nombre (hay constancia de ello ya en planos de 1635), las casas no tenían identificador más allá del de sus ocupantes. En 1749, con el fin de facilitar la recaudación de impuestos, se realizó la llamada Visita General de Regalía de Aposento, consistente en una relación detallada de las casas y manzanas que había en Madrid. Se identificaron 557 manzanas y 7.049 casas, lo que dio lugar a que en 1765 se numeraran todas las casas y manzanas con los azulejos de porcelana como los que observamos hoy y en los que aparece rotulado: Visita G. Manzana nº....

Hay que decir que la medida, si bien sirvió para recaudar, no resolvió en cambio los problemas de identificación general de viviendas, ya que al numerarse por manzanas, en una misma calle se repetían los números de viviendas. Si añadimos a ello que muchas calles tenían el mismo nombre e incluso que algunas tenían más de uno comprenderemos que resultaba complicado moverse por el callejero. Fue por este motivo que en 1835, el marqués viudo de Pontejos, corregidor de la Villa, ordenó numerar las casas y poner el nombre de las calles en sus dos extremos (de entonces data el criterio actual de que la numeración parta del punto más cercano a la Puerta del Sol, situando los pares en la acera de la derecha y los impares en la izquierda).


Exposición: Antes del Diluvio. Mesopotamia 3500-2100 a.C.

Caixa Forum Madrid nos ofrece , hasta el 30 de junio 2013, la exposición " Antes del Diluvio. Mesopotamia 3500-2100 a.C.", una interesante visión sobre la cultura sumeria que nos ayuda a entender además el origen de muchos de los fundamentos existentes en la cultura europea actual.

Mesopotamia se extendió desde los Montes Tauro hasta el Golfo Pérsico, en el área comprendida entre los rios Eufrates y Tigris. Fue en el rico delta de estos dos rios, donde la Biblia situa el Eden y el origen de nuestra humanidad, donde hace unos 5000 años se asentaron los primeros sumerios (posiblemente provenientes de poblaciones de Arabia o de la India). Sorprende saber que, 2500 años antes de que en Europa se levantasen los primeros dólmenes y menhires, los sumerios contasen ya con una gran ciudad de 40.000 habitantes como fué Uruk, quizás la primera ciudad importante de la historia.

Los sumerios crearon una lenguaje oral y escrito, organizaron la vida comunitaria (fijaron leyes, crearon catastros, establecieron criterios de parcelación de los terrenos, normas de comercio, etc) y asentaron muchas de las bases políticas y sociales que aún hoy podemos descubrir en nuestra cultura. Antes que en Egipto surgiesen las monumentales pirámides, allí se levantarón pirámides escalonadas, conocidas como zigurat.

Merece la pena verla con calma, leyendo los carteles informativos y recreándose en los detalles de los elementos expuestos.  Si en vez de ir por libre preferimos una visita comentada, existe la posibilidad por 3 € de apuntarse a una de las que se organizan a las 18 horas miercoles, jueves y viernes, a las 12 y 18 los sábados y a las 11 y 18 domingos y festivos. El aforo a estas visitas comentadas es limitado, por lo que conviene ir pronto y apuntarse.

La entrada a la exposición es gratuita.

Para más información puedes acceder desde aquí a la web de Obra Social de la Fundación Caixa en la que se hace referencia a esta exposición temporal.