
Tras la vuelta de la corte a Madrid en 1606 la ciudad se va a ver sometida a una importante remodelación urbanística, en la que destacará, por su utilidad pública y por su aporte ornamental, la construcción de nuevas y vistosas fuentes para algunas de sus plazas más significativas, como las de la Provincia, Cebada, Descalzas Reales, San Salvador, Puerta Cerrada, Puerta de Moros y Puerta del Sol. La mayoría de dichas fuentes se proyectó rematarlas con esculturas mitológicas de corte clásico y para ello se encargó en 1619 al florentino mercader de arte Ludovico Turchi la adquisición en Italia de diversas estatuas. Una de ellas es nuestra protagonista: Una Venus, diosa romana del amor, la belleza y la fertilidad, que aparece sobre dos cabezas de delfines, símbolos del mar que vio nacer a la diosa, y acompañada de su hijo Cupido. La figura está realizada en marmol blanco y tiene 1,68 m de altura.
La Venus, que como anécdota diremos que llegó a España decapitada como consecuencia del traqueteo del viaje, se destinó a la fuente de la Puerta del Sol, instalándose allí en 1625. A la diosa se le añadió en la mano por lo visto una cruz verde de la esperanza a fin de evitar comentarios críticos relacionados con la falta de decoro público (estaba situada justo delante de la hoy desaparecida Iglesia del Buen Suceso). La Venus pasó oficialmente a ser una representación de la Fe y como Fuente de la Fe se dio a conocer, aunque también fue desde el principio llamada de las Arpías, debido a que sus cuatro caños estaban colocados sobre figuras de arpías que arrojaban agua por los pechos.
La Venus, que como anécdota diremos que llegó a España decapitada como consecuencia del traqueteo del viaje, se destinó a la fuente de la Puerta del Sol, instalándose allí en 1625. A la diosa se le añadió en la mano por lo visto una cruz verde de la esperanza a fin de evitar comentarios críticos relacionados con la falta de decoro público (estaba situada justo delante de la hoy desaparecida Iglesia del Buen Suceso). La Venus pasó oficialmente a ser una representación de la Fe y como Fuente de la Fe se dio a conocer, aunque también fue desde el principio llamada de las Arpías, debido a que sus cuatro caños estaban colocados sobre figuras de arpías que arrojaban agua por los pechos.

En 1727
se encargó a Pedro de Ribera un profundo rediseño de la fuente que incluyó por
ejemplo la eliminación de las arpías y otros elementos ornamentales, pero se
respetó a la Mariblanca debido al enorme apego que sentían
por ella los madrileños. Con el paso de los años la fuente va a verse seriamente deteriorada, decidiéndose su demolición en 1838, aunque conservándose eso sí la escultura que es trasladada a la fuente de la Plaza de
las Descalzas Reales. Esta fuente desaparecerá también en 1892 y la Mariblanca
es llevada entonces a los depósitos municipales, donde permanecerá almacenada hasta que en 1914
el ayuntamiento le busca ubicación pública, instalándola primero en el Parque de El Retiro y
posteriormente en el Museo Municipal.
No
obstante, el periplo viajero de esta estatua, a semejanza del sufrido por otras muchas esculturas de la ciudad no termina aquí. En 1969 fue colocada, como quizás algunos recordaréis, entre
dos dobles columnas y junto al estanque rectangular existente al inicio del
Paseo de Recoletos. Allí, al alcance de actuaciones incívicas, la escultura
sufrirá diversos y serios desperfectos. Retirada finalmente de este
emplazamiento y tras ser convenientemente restaurada, encontró refugio en 1984 en
el zaguán principal de la Casa de la Villa (antiguo Ayuntamiento) donde continúa
estando actualmente.

De la Mariblanca, además de la mencionada réplica instalada en la Puerta del Sol, se hizo otra destinada al Museo de la Ciudad que estaba en la calle Principe de Vergara. Dicho museo cerró en agosto de 2012 y su colección fue repartida, llevándose la escultura al Museo de Historia de Madrid en la Calle de Fuencarral, donde desde 2014 y hasta ahora se exhibe.
Para terminar esta entrada, como curiosidad adicional un apunte musical relacionado con nuestra protagonista: A principios de los años 50, la cantante Olga Ramos, la reconocida última reina del cuplé madrileño, incluyó en su repertorio una mazurca, con letra de Francisco de la Vega, dedicada a la Mariblanca. Si quieres puedes escucharla pulsando este enlace a youtube (en una actuación televisiva emitida en 1981).