Aunque la casa más estrecha de España parece ser que se
encuentra en Valencia (mide solo 105 centímetros de ancho y la localizamos en
el número 6 de la Plaza de Vega del Barrio de Sta. Catalina), Madrid cuenta
también con curiosas antiguas casas dignas de mención por su extrema estrechez,
testimonio evidente de que aprovechar espacios, más allá de criterios mínimos
de habitabilidad que por suerte hoy no serían aceptados, es algo que siempre se
ha buscado en las grandes urbes.
Pero la casa anteriormente mencionada no es en realidad la
más estrecha de Madrid, ya que en la misma calle, en el número 57 de Mayor, encontramos otra casa que por lo leído sólo
tiene tres metros y medio de fachada.
Cerca de los dos edificios anteriormente señalados, en la
calle Postas número 6, encontraremos el que, metro en mano, sí puede
ser el más estrecho, pues tiene tan sólo tres metros y doce centímetros de
anchura. Aloja uno de los centenarios establecimientos de artículos
religiosos de Madrid -“Sobrinos de Pérez”- abierto en 1867 y que por cierto sale
mencionado en la novela Fortunata y Jacinta de Don Benito Pérez Galdós. El
acceso a los pisos superiores del edificio se hace mediante una escalera
alojada dentro del propio comercio.
Las anteriores estrechas edificaciones y otras similares hoy
ya desaparecidas, como la conocida Casa
de las Cinco Tejas (así llamada porque en su tejado sólo cabían cinco
únicas tejas) situada en la calle de Santa Ana y demolida en 1851, o la Casa del Ataúd que podemos ver en la foto de la derecha (conocida popularmente así por su forma, estuvo en la esquina de la calle de Alcalá con Caballero de Gracia, donde ahora está el edificio Metrópolis, y fue una de las primeras demolidas para la construcción de la Gran Vía) mantenían
por lo general una característica común de aprovechamiento habitacional. A menudo
la planta baja alojaba un comercio, la primera planta una habitación y las dos
plantas siguientes una cocina y un baño, respectivamente. En la fachada exterior sólo hay lugar para un pequeño balcón por planta.Hoy, por suerte, estas edificaciones, frecuentes antaño, han quedado como curiosas rarezas para contemplación de paseantes.