Cuando el calor veraniego aprieta en la Comunidad de Madrid, bueno es conocer donde podemos los madrileños darnos un chapuzón refrescante más allá de las piscinas municipales o privadas de nuestro barrio. Aquí van algunas propuestas interesantes:
Pantano de San Juan (S. Matín de Valdeiglesias): Una de sus playas, la de la Virgen de la Nueva, cuenta con bandera azul, siendo la única con tal reconocimiento en la Comunidad de Madrid. Acceso gratuito.
Embalse de Picadas (Pelayos de la Presa): Hay zonas acotadas de este embalse para el baño. Puede hacerse también un agradable paseo por la vía verde que lo recorre. Acceso gratuito.
Las Presillas de Rascafría: Muy frecuentada los fines de semana, cuenta con amplia área verde y buena zona de baño en el propio río represado. Desde allí, alejándonos un poco, podemos ir a la cascada del Purgatorio. Acceso gratuito andando desde El Paular. En coche, aparcamiento 9 €.
La Isla (Rascafría): El área recreativa se encuentra en el km 31,700 de la carretera M-604 que nos lleva de Rascafría al Paular. La zona de baño es en el río y se dispone de amplia zona de campo. También existe un restaurante. Acceso gratuito.
Las Berceas de Cercedilla: Recinto de piscinas con agua serrana fresquita. Cuenta con vestuarios, merenderos, bar, etc. Abierto hasta el 2 de septiembre de 10 a 20 h. Entrada adultos 6 € (7€ fin de semana).
La Playa de los Villares (Estremara): En este municipio, a unos 60 kms de Madrid, existe una coqueta playa fluvial con servicios y un chiringuito.
El Arenal del Río Alberche (Aldea del Fresno): En este paraje unen sus cauces el río Perales y el Alberche y cuenta con zonas de arena, merendero, algunos chiringuitos e incluso duchas. Acceso gratuito. Aparcamiento 2€.
Riosequillo (Buitrago de Lozoya): Este complejo cuenta con una larga piscina junto al río y una amplia zona verde con sombrillas y área de pícnic. Entrada adultos 4€.
Pozas de Puebla de la Sierra: Algunos las conocen como las pozas de Berrueco, aunque realmente están en Puebla de la Sierra, cerca de Torrelaguna, en la caida de Somosierra. El acceso es gratuito a la mayor parte de las pozas naturales.
Polideportivo Puerta de Hierro (Ctra. Coruña, km 7): Este Complejo Deportivo, antígüamente conocido por los madrileños como El Parque Sindical, cuenta con la piscina al aire libre más extensa de Madrid. Acceso 4,5 €.
La zona de la Pedriza, en la que era posible el baño antes, ha dejado de serlo pues en el verano del 2016 la Comunidad prohibió el baño en todas sus pozas y chascas (la más famosa era la Charca Verde). ¡Lástima! Compensemos no obstante esta pérdida incorporando a nuestra relación de áreas de baño dos interesantes lugares que aunque pertenecientes a Segovia, limitan con la Comunidad de Madrid:
Área recreativa del Chorro (Navafría): Zona serrana muy arbolada, cuenta con mesas y cocinas de barbacoa. Hay también un restaurante. El baño es posible en varias lagunillas artificiales con agua del río. Cerca, a 20 minutos de marcha, se alcanza la vistosa cascada de El Chorro. Aparcamiento 5 €.
Área recreativa de La Panera (El Espinar-estación): Amplia zona arbolada que cuenta con mesas y cocinas de barbacoa. Hay también un bar que ofrece comidas. Dispone de piscina de adultos e infantil. Aparcamiento 6 €.
Compartiendo sitios donde ir, actividades a realizar y curiosidades relacionadas con Madrid que quizás también pueden ser de tu interés
Arroyo Meaques (Casa de Campo)
Nuestro Arroyo Meaques nace allá por el paraje conocido como Ventorro del Cano, en el término municipal de Alcorcón fronterizo con el de Pozuelo. Tras avanzar bordeando la Ciudad de la Imagen por la parte trasera de los cines Kinépolis, el arroyo va a entrar en la Casa de Campo a través de la colonia Santa Mónica (recomiendo, si vamos a hacer el recorrido a pie, desplazarnos en metro hasta la estación de Colonia Jardín y desde allí bajar caminando hasta la tapia de la Casa de Campo, que no está lejos).
Senderismo por la Comunidad: Entre Navalafuente y Valdemanco
La ruta que hoy traigo a colación es la que une las
poblaciones de Navalafuente y Valdemanco, un circuito senderista de perfil
moderado tirando a sencillo que nos permite disfrutar de las estribaciones de
la sierra norte de Guadarrama en un recorrido por el valle que se encuentra protegido por el
perfil montañoso de las Sierras de la Morcuera y la Cabrera.
La ruta senderista que propongo y cuyo detalle puedes como
en otras ocasiones ver pulsando sobre el enlace que te facilito al final del
texto, deja no obstante la cascada del Cancho para el final, pues aunque está próxima al punto de salida, resulta un buen broche a nuestro paseo, camino que no nos resultará dificultoso pues carece de grandes
desniveles en general, siendo la parte más exigente la que discurre precisamente
junto al barranco del Gargüera, cuando nos toque ir bajando hacia el arroyo. El
valle lo recorreremos en la ida por la derecha, siguiendo en parte el trazado
del arroyo Albalá, para tras atravesar una zona de pradería y dehesa terminar
llegando a Valdemanco. El regreso a Navalafuente lo
haremos siguiendo la vía pecunaria que discurre algo más
elevada y que nos va a permitir tener una visión amplia de la zona. La jara, ahora
en flor, el cantueso y el tomillo contribuyen al placer del paseo campestre esparciendo en
el aire su aroma y, aunque no es un recorrido a hacer en días demasiado
calurosos por atravesar amplias zonas de escaso arbolado, junto a las zonas
próximas a los arroyos, encontramos proliferación de chopos, sauces y alisos que
aportan agradable sombra.
El elemento destacado en buena parte de esta ruta va a ser
el granito, piedra representativa de nuestra sierra madrileña y que aquí cobra
protagonismo, no sólo por verla en su estado natural sino por la presencia de
una gran cantera para su extracción (cantera de Navazales) y la existencia
testimonial en el recorrido de diversos elementos representativos del uso que tradicionalmente
se ha dado a esta piedra (puentes, piletas, muros, muelas de molino, potros de
herrar, etc). En línea con la buena costumbre de complementar el placer del
pasear con algo de “culturilla” sobre aspectos de nuestro recorrido completaré
esta entrada de blog con una breve información en torno al granito y el trabajo
de cantería que aquí se lleva a cabo.
De nuestra etapa escolar casi todos recordamos aquello de
que el granito es una roca producto del enfriamiento lento durante siglos del magma
del interior de la tierra y que se compone en esencia de tres minerales:
Cuarzo, feldespato y mica. También sabemos que el granito es utilizado mucho en
la construcción por su dureza y resistencia. ¿Algo más?
La cantera de Navazales II, la que bordearemos en nuestra
ruta, es actualmente la segunda cantera de granito más extensa de la región (la
primera es la de Marcelino Martínez, en Cadalso de los Vidrios). La concesión
de explotación de esta cantera se concedió en enero de 1.989 y su explotación
ha sido recientemente renovada por 30 años más, desarrollando sus trabajos
mineros en dos unidades de explotación próximas denominadas Unidad de
Explotación Norte y Unidad de Explotación Sur. El recurso que se explota, al
amparo de este derecho minero, es granito ornamental para la obtención de
bloques, que una vez extraídos sirven para ser suministrados a la industria de transformación
de la piedra natural (se hacen, por ejemplo, baldosas, adoquines, bordillos,
placas, plaquetas, etc). Mineralógicamente, el granito aquí extraído está
constituida por los siguientes minerales: cuarzo (32%), feldespato potásico
(29%), plagioclasa (29%), biotita (9%) y minerales accesorios (1%).
Además de la extracción de bloques de granito para su empleo
como piedra ornamental, en la cantera se lleva a cabo la trituración del
granito procedente de los descartes o sobrante. Los áridos así producidos, en
diferentes fracciones granulométricas, son suministrados, por ejemplo, para la
elaboración de hormigón, mortero, para drenajes, etc.
Apuntar por último en torno al tema del granito que asociada
a su presencia también lo es la de otro elemento gaseoso, la del radón. El
granito, junto a algunos tipos de pizarra y los yesos fosfatados, figura entre
los materiales que emiten mayores concentraciones de radón. El gas radiactivo
es inofensivo en el espacio exterior, pero puede tener graves consecuencias
para la salud cuando se acumula en espacios cerrados por encima de ciertos
límites (por encima de cuatro picocurios por litro de aire). Al tratarse de un
gas pesado (siete veces y media más que el aire), tiende a concentrarse sobre
todo en sótanos y viviendas bajas. Es por ello que las personas que viven en
zonas graníticas (en España Galicia es la comunidad autónoma más expuesta, junto con Asturias, parte de Cataluña y la sierra madrileña) deben guardar ciertas precauciones,
siendo el remedio casero más sencillo para minimizar las concentraciones de
radón en sus casas abrir de par en par las ventanas al menos una vez al día o
colocar, especialmente en las áreas más bajas, como sótanos y garajes, un extractor que
facilite de cuando en cuando la salida del aire al exterior.
Detalle de la ruta aquí propuesta.
El hito natural más destacado de esta ruta lo encontraremos muy
cerca de Navalafuente. Se trata de la cascada del Cancho, un vistoso salto de
agua que nos ofrece el arroyo Gargüera, afluente del río Guadalix, al atravesar
el barranco que lo encajona ya cerca de la linde del pueblo y que en estas
fechas, con el deshielo de la nieve en las cumbres de la sierra, se muestra
pletórico de caudal. Algo más arriba de la cascada se intuye la presencia de
algunos saltos más, pero son de difícil accesibilidad, por lo que nos deberemos
conformar con imaginar su presencia a través del sonido que flota en el
ambiente.


El granito efectivamente es y ha sido desde hace mucho
tiempo un elemento importante en la construcción y, debido a su abundancia y
calidad, el granito del área madrileña reconocido como uno de los mejores. De
las canteras madrileñas salió el granito para construir, por ejemplo, La Puerta
de Alcalá, el museo de El Prado, El Palacio Real, la Catedral de la Almudena, o el monasterio de El Escorial, y de dichas
canteras también partió el granito para grandes edificaciones más allá de
nuestro país, como es el caso de los aeropuertos de Atenas y Cork, el consulado
británico de Hong Kong o varios modernos centros comerciales de China.
Inicialmente fueron las canteras de Alpedrete, Zarzalejo y
Colmenar Viejo las que mayoritariamente proporcionaron la piedra para las
grandes y pequeñas construcciones en Madrid, aunque a ellas fueron sumándose con
el tiempo otras. Actualmente la región madrileña cuenta con 28 canteras de
piedra granítica en explotación, que se hallan dispersas en un arco que abarca
desde Cadalso de los Vidrios hasta Colmenar. En Cadalso abunda la variedad
conocida como monzogranito de grano grueso, de tonos rosáceos. Hay importantes
hitos en San Martín de Valdeiglesias, con monzogranitos de grano medio, y en
Chapinería, El Escorial, Galapagar-Torrelodones, Guadarrama, Collado Mediano,
Alpedrete, Zarzalejo, Moralzarzal, donde el granito recibe el nombre de piedra
berroqueña; y en Navalagamella, Sieteiglesias, El Berrueco, El Boalo,
Bustarviejo, Valdemanco y La Cabrera, entre otros enclaves.

Lejos queda ya el trabajo manual de los antiguos canteros,
incluso el de las voladuras en masa del macizo rocoso con explosivos de
pólvora, dinamita o gelatina explosiva, en los que el barrenado consistía en
abrir una cavidad cilíndrica en la roca con mazas y distribuir en los huecos abiertos cargas interconectadas
que se activaban por inflamación eléctrica. Hoy, para el corte de la piedra se
aplica hilo de diamante, disco metálico, chorro de agua, láser, haces de
electrones y reactivos, plasma o cementos expansivos.

Detalle de la ruta aquí propuesta.
Senderismo por la Comunidad: Guadalix-Cascada del Hervidero y Canal del Mesto
Cerca de la población de San Agustín de Guadalix el río Guadalix nos ofrece una de esas cascadas que estos días merece la pena visitarse por su espectacularidad. Hablo de la cascada del Hervidero, accesible en un paseo senderista relativamente sencillo, aunque eso sí, sin olvidar la lógica prudencia y cumpliendo las recomendaciones básicas asociadas a todo paseo senderista por el campo.

El trazado de este canal del Mesto pasa próximo a la zona de la cascada del Hervidero y si deseas ampliar el paseo campero hoy propuesto es una opción muy recomendable, pues te permite descubrir no sólo algunas de las construcciones de esta obra de ingeniería hidráulica sino también disfrutar del paisaje del cañón del Guadalix. Y para animarte a emprender el paseo veamos seguidamente un poco de la historia asociada a la construcción de este canal, historia íntimamente ligada a la de los comienzos del Canal de Isabel II y los esfuerzos por abastecer de agua a la capital.
Hasta el siglo XIX Madrid sobrevivió a sus necesidades de abastecimiento de agua explotando los numerosos acuíferos
subterráneos existentes en sus alrrededores y extendiendo desde ellos a la ciudad toda una red de “viajes de agua”. Estas construcciones, implantadas originalmente por los primeros pobladores árabes, consistían en esencia en la creación de una hilera de pozos unida
por una galería subterránea que llegaba hasta la ciudad como si de ríos bajo tierra se tratase, finalizando su recorrido generalmente en caños de fuentes públicas para abastecimiento de vecinos y aguadores, aunque también existían ya algunos caños de uso privado con salida en palacios, hospitales,
conventos, albercas para campos de cultivo, etc.
Pero entrado el siglo XIX, con una población en rápido
crecimiento y con hábitos sociales que demandan un mayor suministro de agua y
que esta llegue hasta las viviendas, va urgiendo la necesidad de buscar nuevas soluciones que pasarán necesariamente por tratar de canalizar hacia la ciudad el agua de
alguno de los "grandes" ríos medianamente próximos, pues el Manzanares nunca fue la solución por su bajísimo caudal. Diversos proyectos asociados fundamentalmente con
los cauces de los ríos Jarama, Guadalix y Lozoya son sometidos a análisis de viabilidad
técnica y presupuestaria, aprobándose finalmente el 18 de junio de 1851, siendo
reina de España Isabel II, la creación de un canal desde el Lozoya.
Dicho canal, en honor a la soberana, promotora en buena medida de la aprobación
final del proyecto, llevaría el nombre de Canal de Isabel II. Ese mismo año se
inician las obras, que incluyen como parte del proyecto la construcción del Pontón
de la Oliva (1851 – 1857) para embalsar las aguas del río Lozoya y hacer desde
allí el trasvase. En 1858 se culminas las obras y tras la solemne inauguración del 24 de junio el
agua del Lozoya llega a la capital (para la ocasión se construyó una fuente provisional en el solar del cuartel de Monteleón, en la calle Ancha de San Bernardo, a la altura de la iglesia de Montserrat, del que brotaba un gran chorro vertical que en la época se definió como "un río puesto en pie"). Como curiosidad decir que el pilón de esta fuente pasó dos años después a la Puerta del Sol, luego a la Glorieta de Cuatro Caminos y actualmente es el que puede verse a la entrada de la Casa de Campo por el puente del Rey, frente al Palacete de los Vargas.
La alegría de aquella traída de agua va a verse pronto matizada, pues el proyecto se constata ese mismo año que “hace aguas”. Las filtraciones que se presentaban en el terreno donde se había construido el embalse del Pontón de la Oliva son de tal magnitud que, en las épocas de estiaje del río, el nivel del agua en esta presa descendía por debajo de la cota del canal de salida, haciendo imposible el aprovechamiento de las aguas del embalse. Como solución de emergencia, en el año 1859 se construyó en pocos meses, entre febrero y julio, un pequeño canal de sección rectangular de 0,42 por 0,55 metros que desembocaba en el Canal Bajo. Este canal tomaba el agua del río Guadalix, en concreto de un pequeño azud de 4 m. de altura y 26 m de longitud (el término azud es de origen árabe y hace referencia a una barrera, una presa de pequeño tamaño). Años después, con la construcción en el Lozoya de la pequeña presa de Navarejos (1860) y sobre todo de la Presa del Villar (1873 – 1882) el problema del Pontón de la Oliva quedó subsanado y el canal del Guadalix primigenio quedó sin uso.
La alegría de aquella traída de agua va a verse pronto matizada, pues el proyecto se constata ese mismo año que “hace aguas”. Las filtraciones que se presentaban en el terreno donde se había construido el embalse del Pontón de la Oliva son de tal magnitud que, en las épocas de estiaje del río, el nivel del agua en esta presa descendía por debajo de la cota del canal de salida, haciendo imposible el aprovechamiento de las aguas del embalse. Como solución de emergencia, en el año 1859 se construyó en pocos meses, entre febrero y julio, un pequeño canal de sección rectangular de 0,42 por 0,55 metros que desembocaba en el Canal Bajo. Este canal tomaba el agua del río Guadalix, en concreto de un pequeño azud de 4 m. de altura y 26 m de longitud (el término azud es de origen árabe y hace referencia a una barrera, una presa de pequeño tamaño). Años después, con la construcción en el Lozoya de la pequeña presa de Navarejos (1860) y sobre todo de la Presa del Villar (1873 – 1882) el problema del Pontón de la Oliva quedó subsanado y el canal del Guadalix primigenio quedó sin uso.
En 1906 y ante la necesidad de acometer algunas obras en el canal primitivo de la red de abastecimiento a la ciudad se va a retomar el uso del canal del Guadalix como canal de refuerzo, aunque introduciendo reformas. Se construyó en la zona donde estaba el antiguo azud, una presa algo mayor a la que se denominó Azud de El Mesto y también un nuevo canal que siguiendo en parte el trazado del anterior enlazaba con el Canal Bajo. El canal cumplió su cometido, aunque no podía utilizarse a menudo en verano pues el azud no disponía de capacidad de almacenamiento de agua y el caudal del río en esta época es muy bajo. Fue por ello que años después se va a proyectar la construcción de un embalse aguas arriba, obra que no se ejecutaría hasta 1967. Se trata del embalse de El Vellón, que más tarde pasó a denominarse oficialmente Embalse de Pedrezuela, aunque por ambos nombres es conocido hoy en día. Con la construcción de este embalse el azud quedó en desuso para los objetivos del canal, pero ahí permanece como parte de la historia.
Te animo a que visites tanto la cascada del Hervidero como el
trazado hidráulico del canal del Guadalix. En el enlace que facilito al pie de
esta entrada de blog puedes ver una ruta senderista que recorre ambos lugares. Se trata de una ruta que parte de la población de San Agustín de Guadalix y en un primer tramo,
siguiendo la ribera del río en dirección ascendente nos acerca, tras pasar por
instalaciones del denominado Canal Bajo de Isabel II, a unos pequeños pero
vistosos saltos de agua en la conocida como zona del Charco del Aliso (el aliso
es un árbol abundante en el lugar). Más adelante encontraremos la espectacular cascada del Hervidero.

Una vez vista la cascada, la ruta propuesta nos exige ascender una corta pero empinada pendiente para alcanzar la llamada Senda del Mesto. Dicha senda discurre, ya en suave pendiente, sobre el trazado mismo del Canal del Guadalix (veremos varios respiraderos y algunas construcciones más durante el recorrido, así como varios viejos túneles en las rocas del cañón por los que pasó en su día el canal primitivo).
Una vez vista la cascada, la ruta propuesta nos exige ascender una corta pero empinada pendiente para alcanzar la llamada Senda del Mesto. Dicha senda discurre, ya en suave pendiente, sobre el trazado mismo del Canal del Guadalix (veremos varios respiraderos y algunas construcciones más durante el recorrido, así como varios viejos túneles en las rocas del cañón por los que pasó en su día el canal primitivo).
El camino hasta
la presa del Azud del Mesto discurre en todo momento a bastante altura respecto
al río, lo que nos permite contemplar bien el paisaje de la zona y descubrir más
construcciones hidráulicas de canalización, como el acueducto del Zegrí que se
divisa al fondo y que forma parte del Canal del Vellón, que desde el embalse del mismo nombre trasvasa
agua al canal del Atazar. Tras visitar la antigua presa de Azud del Mesto
propongo emprender el camino de vuelta, aunque la ruta descrita se prolongue un
poco más.
Puedes ver la descripción detallada del recorrido propuesto pulsando aquí.
Exposición temporal: "Gerardo Contreras. La mirada amable"
En la Sala El Águila (c/ Ramírez de Prado, 3) puede verse hasta el 15 de mayo la exposición “Gerardo Contreras. La mirada amable”,
una pequeña retrospectiva de imágenes captadas por este reportero
fotográfico en Madrid desde la posguerra hasta los años sesenta de mediados del
siglo XX.
Gerardo Contreras Saldaña, nacido en La Coruña en 1902, comenzó
su carrera profesional con catorce años en el diario La Tribuna, primero como
ayudante y más tarde como fotógrafo. Se asoció con Alejandro Vilaseca para
formar la Agencia Contreras y Vilaseca.
En 1926 fueron contratados por la Compañía Telefónica Nacional de España, junto
a otros fotógrafos como Marín, Alfonso, Gaspar y Claret, para documentar las
actividades de esta nueva empresa. Además, la agencia suministró fotografías a
las revistas Estampa y Semanario Gráfico As, y al periódico
ilustrado Ahora. Contreras fue también
uno de los miembros fundadores en Madrid de la Unión de Informadores Gráficos
de Prensa, que se crea en 1934 para la defensa de los derechos de los
reporteros gráficos en el ejercicio de su profesión, siendo durante dos años y
medio, hasta el levantamiento militar de julio de 1936, el organismo encargado
de regular la actividad de los fotógrafos de prensa vinculados a los principales
diarios, revistas y agencias con sede en la capital.

En el año 2016 la Comunidad de Madrid compró a los herederos
del fotógrafo, fallecido en 1971, centenares de negativos en nitrato o acetato
de celulosa, placas de vidrio y cajas de positivos, a fin de garantizar la
conservación del importante legado fotográfico y dejarlo custodiado en el Archivo
Regional de la Comunidad de Madrid, que desde el año 2003 tiene su sede en la antigua
fábrica de cervezas El Águila, lugar en el que se integra también la sala de
exposiciones que acoge la muestra de la que hoy hablo, y que sin duda es uno de
los más importantes ejemplos de la arquitectura industrial madrileña de
principios del siglo XX.
La exposición es de entrada libre, existiendo adicionalmente la
posibilidad de apuntarse a hacer en grupo un recorrido teatralizado por la misma, que debido al tono simpático que imprime el actor, añade al visitante un plus de esa "mirada amable" objetivo de la muestra. Si te interesa consulta la información que se suministra en la web de la sala de exposiciones.
Quijorna
Hoy quiero desde aquí animaros a visitar Quijorna, no tanto
para descubrir aspectos relevantes en su casco urbano, pues realmente no tiene
atractivos especialmente destacables más allá de su reconstruida iglesia (de la
originaria del s. XVI sólo quedó en pie el ábside y los cuerpos inferiores de
la torre) y el populoso restaurante El Águila, con
su afamado cocido de los miércoles al increíble precio fijo de 7 €, sino porque en
su entorno podemos descubrir un interesante espacio natural en el que persisten además varios
elementos históricos de interés.
Empezaré por señalar, pues será el camino que seguiremos en
su dirección hacia Valdemorillo, que por Quijorna pasa la Cañada Real Segoviana,
antigua vía pecuaria de alrededor de 500 km de longitud que desde La Rioja a
tierras de Badajoz atravesaba el centro de la Península Ibérica entrando en la
Comunidad de Madrid por el Puerto de Somosierra y saliendo por Navalcarnero.
Testimonio del trazado de esta cañada es, además del cartel actual indicativo de
Vía Pecuaria, la presencia en el recorrido de algunos antiguos mojones de piedra
instalados en la segunda mitad del siglo XVIII que marcaban el camino de trashumancia.
Siguiendo nosotros la pista de tierra de esta vieja cañada encontraremos, además
de algún mojón de los antes señalados, otro mojón curioso que destaca por su
tamaño y por las marcas que tiene grabadas en su piedra. Se trata de una
señalización de 1793 indicativa de que aquellas tierras formaban parte de un Coto
Real para la caza menor, que estuvo adscrito al señorío del Castillo de Villaviciosa de Odón.
La flora visible en nuestro recorrido es variada, abundando
especialmente las encinas, quejigos, matorrales y pastizales. Entre la fauna destacan
los conejos, cuyas madrigueras se observan en las lindes del camino, y sobre
todo las aves (la dehesa municipal es zona ZEPA, es decir, Zona de Especial
Protección de Aves). Podremos descubrir por ejemplo perdices, águilas,
cernícalos, etc.
Avanzando en nuestro recorrido descubriremos poco después, a
unos 3,5 kms del pueblo, en el denominado lugar de Vetago, un área con
abundantes antiguas caleras. Las caleras, u hornos de cal, son construcciones
en las que se cocía a temperatura de más de 1000 grados la piedra caliza extraída
de las canteras cercanas para obtener el óxido de calcio, es decir la cal. De
estas caleras se sabe que se surtió material ya en 1566 para las obras del Monasterio
del Escorial y que también aportaron su cal, por ejemplo, para la construcción
en el s. XVIII del Puente de Toledo en Madrid. La abundancia de caleras que
hubo en Quijorna explica incluso según dicen el nombre del municipio, pues “jorna”
se asocia a la palabra “horno” y “qui” derivaría de “quinientos”, indicativo de
que había muchos (hay estudiosos del tema que asocian el “qui” más con una de
las especies arbóreas predominantes en la zona como es el quejigo).

A mediados del siglo XVIII se inicia el declive productivo
de la cal en la zona y hacia finales del XIX las caleras de Vetago prácticamente
están ya todas abandonadas. ¡ Ojalá no se dejen perder los restos aún existentes
!
Tras la visita a las canteras, continuamos por la pista en
dirección noreste hacia el Cerro del Castillejo, desviándonos a la derecha para
contemplar los restos de otro horno de cal y, en lo alto, un bunker de la
Guerra Civil con amplia visibilidad sobre el área de caleras que antes habíamos
visitado. En sus alrededores se pueden observar los restos de las trincheras excavadas
en zigzag, para evitar en la medida de lo posible los ataques aéreos y que
facilitaba el acceso a los fortines existentes en la zona. Como ya señalé, en terrenos
de esta localidad tuvo lugar parte del enfrentamiento de la llamada Batalla de Brunete, desarrollada desde el 6 hasta el 25 de julio de 1937 durante la Guerra
Civil Española, ofensiva lanzada por el ejército de la República con el objetivo
de disminuir la presión ejercida por las fuerzas sublevadas sobre Madrid y al
mismo tiempo de aliviar la situación en el Frente Norte Peninsular.
Puedes encontrar la descripción del itinerario propuesto pulsando aquí.
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