Plaza del Campillo del Nuevo Mundo

Popularmente la Plaza del Campillo del Mundo Nuevo es conocida por muchos madrileños asiduos del Rastro como "la plaza de los cromos", pues domingo tras domingo allí es donde se lleva a cabo la tradicional actividad de la compraventa e intercambio de esos cromos que al coleccionista, infantil o no, le faltan para completar su álbum. Seguramente nosotros mismos, bien de niños o bien en el papel de padres acompañantes, hemos participado de esta actividad: Sile, sile, sile ¡NOLE!, sile, ....

Para los que disfrutamos muchas mañanas de domingo con un paseo por el Rastro, la Plaza del Campillo del Mundo Nuevo es sin duda uno de los sitios de referencia, ya que acoge, además del mencionado mercadeo de cromos, una buena representación de puestos especializados en libros, películas, revistas y tebeos, mercancías todas ellas de interés y que sumadas a las ofrecidas en otros tenderetes allí existentes orientados al ramo de la ferretería, la electricidad o la cocina, cubren en gran medida el espectro básico de las aficiones lúdico caseras de muchos visitantes asiduos u ocasionales.

Informándome sobre el origen del nombre de la plaza logro entender el significado del dibujo ilustrativo que acompaña a la placa de cerámica indicativa del lugar, pues según cuentan las crónicas, allá por el siglo XVI tiraron un enorme peñón que había en este sitio lo que permitió que a raiz de ello se abriese a la vista de los vecinos toda la campiña del Manzanares y los Carabancheles. Fue por lo visto tanta la sensación que causó el hecho que la gente empezó a decir que se veía “el mundo nuevo” y, desde entonces, con este nombre se quedó el lugar.

Revisando alguna de las viejas fotografías de Madrid, como la que acompaña a este texto, vemos que en la plaza hubo en su momento actividad industrial. Allí estuvo durante tiempo una fábrica de curtidos en la que se trataban especialmente las pieles de los animales que eran sacrificados en el cercano Matadero de Puerta de Toledo. Hoy no quedan ya restos de aquella fábrica y en el interior de la plaza lo único que llama quizás nuestra atención es el grupo escultórico alusivo a la protección a la infancia. Esta escultura, como muchas de las que adornan Madrid, tiene una historia viajera. Fue creada a finales del siglo XIX por el escultor alemán A. Knipp para la sede de la Sociedad de Seguros la Equitativa, instalándose en un nicho de la fachada de su emblemático edificio, en el chaflán entre las calles Alcalá y Sevilla. Allí permaneció hasta 1920 en que el edificio es adquirido por Banesto, entidad que tras acometer obras de ampliación, retirará el conjunto escultórico y lo donará al Ayuntamiento quien lo va a ubicar en esta plaza, aunque no de forma definitiva, pues en 1962 es retirada y trasladada al centro médico Fabiola de Mora y Aragón, en la Dehesa de la Villa. En 2003 se acomete la más reciente remodelación de la Plaza del Campillo del Nuevo Mundo y se decide restituir el conjunto escultórico a donde hoy lo vemos.



 La razón de ser de esta escultura en la plaza guarda relación con el edificio más emblemático que en ella hay, pues lo que actualmente es el Centro de Publicaciones del Ministerio de Economía y Hacienda fue la Casa Central de la Institución Municipal de Puericultura y Maternología, institución de gran valor social ya que ofrecía servicios de atención materno infantil, entre los que se incluía de forma destacada el suministro de biberones con leche adecuadamente esterilizada y la impartición a las madres de clases sobre el cuidado y alimentación de sus hijos.