En Madrid se conoce como barrio de las Letras a la zona del distrito Centro delimitada por la carrera de San Jerónimo al norte, por la calle de Atocha al sur, por la calle de la Cruz y la plaza de Jacinto Benavente al oeste y por el paseo del Prado al este. Debe este nombre a la intensa actividad literaria que se desarrolló allí durante los siglos XVI y XVII. Así por ejemplo, en esta zona fijaron su residencia algunos de los literatos más destacados del Siglo de Oro español, como Lope de Vega, Quevedo o Góngora, y en ella estuvieron situados los teatros de la Cruz y del Príncipe, dos de los corrales de comedias más importantes de aquella época. Allí estuvo también la imprenta de Juan Cuesta, donde se imprimió en 1604 la primera parte de Don Quijote de La Mancha (una placa conmemorativa en la fachada del número 87 de la calle de Atocha recuerda el lugar donde estuvo la imprenta).
La mayor parte de las casas actuales del barrio de las Letras fueron construidas a finales del siglo XIX y principios del XX, conservándose escasos edificios de la época del Siglo de Oro. Entre los que permanecen cabe destacar el Convento de San Ildefonso de las Trinitarias Descalzas, lugar donde fue enterrado Miguel de Cervantes, la iglesia de San Sebastián y la Casa Museo de Lope de Vega, donde vivió el escritor entre 1610 y 1635. Es a esta última a la que dedicaré mi atención hoy.
Situada en el número 11 de la actual calle Cervantes (antiguamente calle Francos), se trata de la casa en la que el escritor vivió los últimos 25 años de su vida. El edificio fue restaurado para su utilización como museo abierto al público (la entrada es gratuita, pero es imprescindible para acceder solicitar inscripción previa) y en la ambientación se ha seguido el inventario del testamento de Lope de Vega de 1627, el legado de su hija Antonia Clara de 1664 y la documentación histórica sobre la finca. Reseñar que desde 1935 tiene la declaración de Monumento Histórico Artístico.
La visita a este museo es guiada, lo que hace que el recorrido, de unos 45 minutos de duración, resulte muy didáctico.
Se parte del zaguán (vestíbulo) y tras una breve explicación introductoria se sube a la planta principal, en donde encontramos el oratorio, (el escritor daba misa diaria en él tras su ordenamiento como sacerdote), el estudio (donde escribía sus obras), el estrado (estancia preminentemente femenina, de orientación oriental, reservada para la costura, la oración, la lectura o la tertulia), la alcoba donde murió Lope, el comedor, la cocina y el dormitorio de las hijas (Feliciana y Antonia Clara).
En la planta abuhardillada del piso superior se han recreado algunas alcobas que pudo haber en el piso bajo. Así vemos el cuarto de huéspedes (por decreto, todas las casas de dos o más plantas debían ceder una estancia a invitados del rey, y en esta estuvo alojado bastante tiempo el Capitán Contreras) y el aposento de los hijos (Lope Félix y Carlos Félix).
Vistos los pisos superiores se vuelve a bajar al zaguán y desde allí se accede ahora al jardín, al que Lope denominaba en alguno de sus escritos “mi güertecillo”.
Finalizada la visita al museo, dado que es de bien educados despedirse del dueño, propongo acercarse un momento a la cercana Iglesia de San Sebastián (Calle Atocha 39) en la que está enterrado Lope de Vega. La verdad es que esta iglesia tiene mucha historia y un archivo biográfico de los más importantes de Madrid, pues entre algunos nombres que figuran entre los bautizos, nacimientos, matrimonios y difuntos en ella celebrados, podemos encontrar, además de Lope a: Miguel de Cervantes, Ruiz de Alarcón, Ramón de la Cruz, Fernandez Moratín, José de Espronceda, Gustavo Adolfo Bécquer, Mariano José de Larra, Luis Madrazo, Echegaray, Jacinto Benavente, Pereda, Ventura Rodriguez, Sagasta, etc. ¡Casi nada!.