
El Panteón de Hombres Ilustres, ambicioso proyecto creado en
el siglo XIX y que hoy acoge sólo realmente los restos mortales de José
Canalejas, es un interesante lugar que merece nuestra atención y visita, tanto
por el edificio como por que los monumentos funerarios que alberga, obra de algunos de los mejores escultores españoles de la época.
Está situado junto a la Basílica de Nuestra Señora de Atocha, ocupando el
claustro de un monumental conjunto arquitectónico inicial que no llegó a
culminarse, pues solo se construyó éste y el campanario (hoy inaccesible, al menos para visitantes). Repasemos un poco de historia al respecto antes de centrarnos en el
contenido del Panteón:

Desde muy antiguo, existió en el lugar al que hoy nos referimos una
ermita a la que se llamó de Atocha, por encontrarse por lo visto en sus
alrededores abundancia de unas plantas parecidas al esparto llamadas
"atochas" (hay quienes defienden también que el nombre proviene en
realidad de la palabra Antioquia, derivada en
antiocha por corrupción del lenguaje y de ella en atocha, al considerar que es de ese lugar de donde se
cree procede la imagen). Sobre esta primitiva ermita, muy deteriorada por el
paso del tiempo, se construyó en el siglo XVI una gran iglesia y un convento de
dominicos. Su impulsor fue fray Juan Hurtado de Mendoza, confesor del rey
Carlos V. La realeza española sintió desde entonces especial predilección
devota por la Virgen de Atocha, sirviendo como ejemplo de ello que Felipe II,
cuando iba a combatir y cuando regresaba victorioso de una batalla, visitaba siempre
el santuario para rogar ayuda divina y dar gracias. El reconocimiento Real
llegó con Felipe IV, quien proclamó en 1643 a la Virgen protectora de la
Familia Real y de la Monarquía española (recordemos como curiosidad que se
mantiene aún una tradición en la Familia Real española de que las reinas y
Princesas de Asturias acudan a la Basílica de Atocha a presentar ante su Virgen
a los nuevos príncipes que nazcan, siguiendo un rito iniciado por la reina
regente María Cristina de Habsburgo-Lorena con su hijo, el futuro Alfonso XIII.
Así el Príncipe Felipe y Letizia Ortiz llevaron a sus hijas las Infantas Leonor
y Sofía, al igual que anteriormente hicieron el rey Juan Carlos I y Sofía de
Grecia con sus hijos Felipe, Elena y Cristina).
En 1808, con motivo de la invasión napoleónica, el complejo
religioso va a sufrir un grave deterioro. Las tropas francesas expulsan a los
religiosos y convierten el lugar en cuartel, produciéndose el robo y
destrucción de innumerables obras de arte existentes. Finalizada la invasión,
los dominicos vuelven al convento, pero el recinto, bastante deteriorado, ya no
recuperará el esplendor de antaño pese a ser ascendida a Basílica en 1863 (fue
la primera de las cinco que actualmente hay en la ciudad de Madrid).

En 1888, la reina regente María Cristina, viuda de Alfonso
XII, al ver el estado en que se encontraban los edificios, mandó el derribo de
los mismos y ordenó la construcción de otro complejo en donde se incluiría,
adosado al templo, un Panteón de Hombres Ilustres. El concurso público lo ganó
el arquitecto Fernando Arbós y Tremanti, proyectando una basílica en estilo
neobizantino, con un campanile exento y un panteón inspirado en el Camposanto
de Pisa. Las obras empezaron en 1891, pero los altos costes del proyecto, junto
con la necesidad de llevar a cabo paralelamente otra gran obra, que era la
Cripta de la Catedral de Nuestra Señora de la Almudena, hizo que en 1899
finalizaran los trabajos, habiéndose construido hasta entonces sólo el
claustro-panteón y la torre-campanario. La congregación de dominicos prosiguió
por su cuenta las obras de la nueva iglesia, aunque sin seguir ya el proyecto
arquitectónico inicial. No obstante, la que actualmente vemos data de 1951,
pues el 20 de julio de 1936, durante la Guerra Civil, convento e iglesia fueron
incendiados, perdiéndose todas las obras de arte excepto la imagen de la Virgen
de Atocha que se había ocultado previamente en un domicilio particular.

Entendido ya el origen del por qué el claustro-panteón que
nos ocupa e interesa no guarda relación arquitectónica con la iglesia aneja,
volvamos a centrarnos en el Panteón, aunque haciendo nuevamente un pequeño
paréntesis histórico para conocer el por qué aquí de un recinto funerario para nuestros
“hombres ilustres”: parece ser que en 1837 las Cortes Generales votaron un
proyecto para convertir la iglesia de San Francisco el Grande en Panteón
Nacional de Hombres Ilustres, que acogería los restos mortales de los
personajes considerados de especial relevancia en la historia de España, los
cuales deberían ser elegidos por las Cortes pasados cincuenta años de su
fallecimiento. Se propusieron muchos nombres, descartándose con el tiempo los
de aquellos cuyos restos no pudieron ser hallados (fue el caso de los de Cervantes,
Lope de Vega, Luis Vives, Antonio Pérez, Juan de Herrera, Velázquez, Claudio
Coello, Tirso de Molina y otros). Finalmente este primer panteón se inauguró
con boato el 20 de junio de 1869, acogiendo los restos de los poetas Juan de
Mena, Garcilaso de la Vega y Alonso de Ercilla; los militares Gonzalo Fernández
de Córdoba (el Gran Capitán) y Federico Gravina; el humanista Ambrosio de
Morales; el Justicia Mayor de Aragón Juan de Lanuza; los escritores Francisco
de Quevedo y Pedro Calderón de la Barca; el político Zenón de Somodevilla y
Bengoechea (Marqués de la Ensenada) y los arquitectos Ventura Rodríguez y Juan
de Villanueva. Los restos fueron depositados en una capilla y años después
devueltos a sus lugares de origen, con lo que se cerró por un tiempo la idea de
crear un panteón nacional.

La reina regente María Cristina, viuda del rey Alfonso XII, la
retoma en 1890 y decide destinar a tal propósito parte del recinto de la futura
Basílica de Atocha tal como ya hemos explicado (la elección venia abalada
además por la circunstancia de que en el lugar estaban enterrados algunos
ilustres personajes, como José de Palafox, Francisco Castaños, Manuel Gutiérrez
de la Concha o Juan Prim, pues fueron directores del cuartel de Inválidos que
se habilitó en parte de este recinto tras la salida de España de las tropas
francesas). Finalizado el panteón se trasladaron a él en 1901 los restos de los
anteriormente mencionados pero al igual que ocurriría con los de los políticos
allí enterrados en años posteriores, todos fueron nuevamente trasladados a
otros lugares, reclamados por sus ciudades de origen. Sólo permanece enterrado
Canalejas.
Los monumentos funerarios que podemos contemplar actualmente
en el Panteón de Hombres Ilustres, y que fueron esculpidos por artistas de la
talla de Mariano Benlliure, Pedro Estany o Agustí Querol, son los siguientes:
- José
Canalejas
- Manuel
Gutiérrez de la Concha, marqués del Duero
- Práxedes
Mateo Sagasta
- Eduardo
Dato
- Antonio
de los Ríos Rosas
- Antonio
Cánovas del Castillo
- Mausoleo
Conjunto
Panteón de Hombres Ilustre
Dirección: c/ Julián Gayarre, 3
Horario: 10 a 14 y 16 a 18:30 martes a sábado.
Domingos de 10 a 15 h.
Precio: entrada gratuita
Metro más próximo: Atocha Renfe (salida Alfonso XII)