Esta dehesa, conocida ya en el siglo XVIII como Dehesa Vieja, parece ser que pasó a ser conocida como de Navalcarbón en referencia a la existencia allí de carboneras para la producción de carbón vegetal. Las numerosas encinas existentes en la zona fueron sin duda las principales víctimas de las talas requeridas y las repoblaciones que a lo largo del tiempo se fueron haciendo en la zona optaron predominantemente por implantar el pino piñonero, convirtiendo a este actualmente en el ejemplar predominante.
Es una pena que la presión urbanística de los últimos años y su proximidad a dos importantes vías de circulación automovilística como son la Carretera de la Coruña y la M-50, hayan dejado a este espacio natural encorsetado y algo desvirtuado, principalmente en su parte más próxima al polideportivo existente en uno de sus márgenes, pues allí la dehesa es más puramente un parque, con área de juego infantil y merendero (el primer domingo de mayo se celebra en este lugar la romería de la Virgen del Retamar, cuya ermita está allí mismo). Valoremos no obstante lo que actualmente se mantiene y pidamos que se proteja y mejore la conservación del espacio natural, pues recordemos que por ejemplo no hace mucho, en agosto de 2013, sufrió un incendio que, por suerte, no tuvo graves consecuencias.
Pero la Dehesa de Navalcarbón es también como dije un visible testimonio histórico. En el lugar se mantienen aún numerosos vestigios de la pasada Guerra Civil, como búnkeres, trazados de atrincheramiento y diversos restos de otras edificaciones militares, todos ellos construidos en 1938 como parte de la llamada “Línea de Detención” del Ejército Popular de la República y cuya defensa correspondió en este subsector a la 111 ª Brigada Mixta, adscrita a la 8ª División (la misión que tenía esta línea, situada a retaguardia del frente de batalla, era la contención del enemigo en caso de que pudiese traspasar la primera línea).
Argumentaré por último, como motivación para planificar una visita a la Dehesa de Navalcarbón, su relación con el proyectado en el siglo XVIII Canal del Guadarrama. El proyecto, ideado por el ingeniero D. Carlos Lemaur en 1781, pretendía dar a Madrid, sede de la corte, una salida fluvial al mar, recurriendo para ello a la interconexión navegable de diversos ríos, desde el Guadarrama al Guadalquivir. El proyecto era faraónico, pues exigía la construcción de canales de interconexión entre ríos y el uso de presas y exclusas que salvarán limitaciones de caudal y desniveles del terreno. Algunas obras empezaron a acometerse, quedando hoy constancia de ello en diversos restos de los trabajos realizados en lugares como el Gasco, el Parque Lineal del Manzanares o aquí, en la Dehesa. El proyecto finalmente se abandonaría por excesivamente problemático y costoso, contribuyendo a la decisión el que en marzo de 1799, tras una fuerte tormenta, un deslizamiento del terreno arruinase la avanzada presa del Gasco, que era la que estaba previsto garantizase el caudal necesario al río Guadarrama (restos de la presa pueden hoy verse junto a la urbanización Molino de la Hoz, en el término de Torrelodones). Hay que señalar que los restos existentes del Canal de Guadarrama en la Dehesa de Navalcarbón son hoy más testimoniales que arqueológicamente contrastables, pues lo que se ha hecho es construir sobre el foso inicial un canal artificial que alude simbólicamente a aquel proyecto.
Para acceder a la Dehesa de Navalcarbón lo mejor es ir en coche: Desde la M-50, dirección Ctra. de la Coruña, tomar poco antes de llegar a esta la salida hacia Zona Comercial de las Rozas y, en la primera rotonda, girar para coger la Travesía de Navalcarbón. En seguida veremos, a la derecha, un amplio parking de acceso libre donde dejar el coche. La Dehesa está al otro lado de la calle.