Oculto a la vista del paseante madrileño tras la barrera de
edificios que lo rodea y únicamente insinuada su presencia desde la calle Menéndez Pidal a través de algunas copas de
árbol que sobresalen tras el muro, sorprende
encontrar un olivar con más de cien olivos, entre los que es posible admirar ejemplares que por su antigüedad muestran un impresionante y hermoso porte (35 de los olivos son centenarios y formaron parte del que
en su día fue el gran Olivar de Chamartín). Estoy refiriéndome al denominado
Olivar de Castillejo, una finca con larga historia cultural que es gestionada
actualmente por la Fundación que lleva el mismo nombre y a la que hay que
agradecer que pese a la presión inmobiliaria de la zona haya querido y sabido
mantener en su estado original buena parte del recinto.
Sin duda merece la pena
visitar el Olivar y, puesto que no siempre es accesible, recomiendo aprovechar hacerlo
ahora, en la época estival, en que se organizan allí al aire libre las denominadas "Noches del Olivar", recitales de música,
representaciones teatrales y proyecciones de cine, que unen al placer en sí del
acto cultural el encanto del lugar (se puede incluso completar la tarde noche cenando
en el jardín a la luz de las velas).
Allá por los comienzos del siglo XX la zona norte de Madrid
terminaba en lo que hoy son los Nuevos Ministerios. Más allá, junto al camino
que llevaba al pequeño pueblo de Chamartín de la Rosa, apenas existían
construcciones y lo que destacaba en el paisaje era un extenso campo. En esta
zona, concretamente en la parte suroeste alzada sobre una colina y que por sus
buenas vistas sobre Madrid era conocida como el Olivar del Balcón (el ejército de Napoleón acampó allí antes de su
asalto a la ciudad), compró en 1917 unos
terrenos José Castillejo Duarte, Secretario de la Junta para la Ampliación de
Estudios, institución que jugó un importantísimo papel como promotora de la investigación y la
educación científica en España (fue la precursora del actual CSIC) y que recordemos había sido
creada en 1909 bajo el marco de los ideales pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza (ILE).
Castillejo convenció a varios de sus amigos y colegas para
que se trasladaran a vivir también a dichos terrenos, para lo cual parceló y
vendió a estos parte de los mismos. Allí se instalaron por ejemplo reconocidos
intelectuales y científicos como Ignacio Bolívar, director del Museo Nacional
de Ciencias Naturales (y sucesor de Ramón y Cajal como Presidente de la Junta),
el filólogo y erudito historiador Ramón Menéndez Pidal, el catedrático de
ictiología y piscicultura Luis Lozano Rey, el poeta Dámaso Alonso o el médico Juan
López Suarez, gran mecenas del progreso de Galicia. El Olivar se convirtió así
en un importante núcleo de cultura, frecuentado además por numerosos colegas
nacionales y extranjeros que, invitados por los propietarios, gustaban de
charlar y debatir sobre la forma de modernizar una España que sentían sensiblemente
retrasada respecto a otros países de Europa y América.
La vida “campera” en el Olivar de estos intelectuales y sus
familias encajaba gratamente con los ideales conservacionistas y de contacto
con la naturaleza promovidos por la ILE y eso ayudó sin duda a la conservación
natural del entorno hasta la llegada de la Guerra Civil, que obligó a la
mayoría de las familias de nuestros ilustres vecinos a exiliarse. En el Olivar,
según cuentan, sólo quedó Juan Lòpez Suárez, quien ante el temor de que las
casas y terrenos de sus colegas quedasen destruidas y los valiosos bienes de
estas embargados, consiguió que el Olivar quedara bajo la protección de la
bandera inglesa, alquilando la casa de su cuñado Castillejo (refugiado ya en
Londres) a J. Walters, el propietario del periódico londinense The Times. Tras
la Guerra sólo algunas de las antiguas familias propietarias volvieron a sus
casas y, mal que bien, durante la dura Posguerra pudieron servirse del aceite
de los olivos (era llevado a un molino en Toledo) y de los frutos del pequeño
huerto para sobrellevar el hambre que padeció el país. La casa de Castillejo
fue alquilada por entonces a un importante hombre de cine americano y, por lo
que dicen, el Olivar vio pasear bajo sus árboles durante una época a estrellas
de la talla de Lana Turner, Joan Fontaine, Frank Sinatra o Ava Gardner.
Actualmente, lo que fue en origen el Olivar del Balcón ha
quedado reducido de forma reconocible a dos fincas colindantes (sobre el resto del terreno
se han edificado bloques de pisos). La finca del Olivar de Castillejo, a la que aquí he querido
hacer mención conserva, en su aproximadamente algo más de una hectárea, las
casas de José Castillejo y Juan López Suárez, una pequeña alberca y el jardín agrícola en él que junto a los olivos centenarios apreciamos otros más jóvenes, salpicándose además el terreno aquí y allá con almendros, granados, membrillos, madroños, jaras, retamas,
romeros, adelfas, lilos y hasta algún laurel. La otra finca, situada aledaña a
la anterior en su esquina noreste, pertenece a la Fundación Areces y es la “Casa
de Menéndez Pidal”. También dispone de un jardín, aunque bastante más pequeño
que el anterior, con olivos centenarios.
Si quieres saber más sobre la historia del Olivar de
Castillejo te recomiendo acceder, además de a la propia web de la Fundación, al siguiente artículo incluido
en el foro en Defensa del Olivar de Chamartín.
Situación: c/Menéndez Pidal, 3 bis
Metro próximo: Cuzco