Elmyr de Hory fue uno de los más famosos falsificadores
internacionales de obras de arte de la historia. Se dice de él que llegó a
pintar más de mil cuadros bajo la firma de artistas consagrados, como Picasso,
Matisse, Modigliani o Degas, entre otros, y que debido a su asombrosa técnica
imitativa, que engaño a profanos y expertos, sus obras fueron adquiridas no solo por ricos snob para decorar sus lujosas mansiones, sino también por museos de todo el mundo, exponiéndolas como auténticas (escandaloso fue por ejemplo el descubrimiento, tiempo después, que la pintura seleccionada para la portada del catálogo oficial de la gran exposición sobre Matisse que tuvo lugar en París, era en realidad obra de nuestro personaje). Aún hoy la sombra de la duda sobrevuela sobre la autoría real de obras colgadas en muchas pinacotecas pero, salvo que se tengan pruebas, mejor dejar las cosas como están. ¿Quién quiere renunciar a poseer obras de los grandes maestros?.
La exposición del Círculo reúne óleos, dibujos, grabados y acuarelas que,
si bien aquí están en todos los casos firmados por Elmyr, nos permiten entender
perfectamente el por qué podrían pasar por haber sido pintadas por los respectivos famosos, especialmente cuando suprimimos la firma o, mejor aún, la cambiamos
por la del pintor imitado. Aunque no sea creíble,
Elmyr siempre se defendió de las acusaciones de falsificador diciendo que lo
que él hacía era pintar “a la manera de” y que si algunos de sus cuadros, una vez
vendidos, aparecían luego con la firma de otros autores no se debía a él, sino
a la actuación de marchantes o personas malintencionadas, pero siempre sin su
conocimiento y, por supuesto, consentimiento. “Yo no copio, -dijo en más de una
entrevista-, sino que trato de introducirme en el espíritu de artistas que
admiro y expresarme según sus propias maneras”. ¡No me digas que esta manera de
justificarse no es también artística! ¡Genio y figura!
Elmyr, que no cabe duda era un excelente pintor, empezó como
casi todos los artistas pasando penurias económicas, pero cuando
en una ocasión una conocida suya creyó descubrir entre las obras de su estudio
un auténtico Picasso (nuestro personaje parece ser que coincidió en alguna
ocasión con él en París) y le pidió que se lo vendiese, nuestro personaje, poco escrupuloso de engañarla accedió, viendo de paso que se le abría
allí un nuevo camino más lucrativo que el llevado hasta entonces y que le permitiría, como así fue, hacerse rico. La trayectoria vital y artística de Elmyr fue
glosada en el libro “¡Fraude! La historia
de Elmyr de Hory, el pintor más discutido de nuestro tiempo”, escrito por
Clifford Irving, amigo suyo y también célebre estafador. Las andanzas de ambos
personajes atrajeron la atención de Orson Welles, quien les dedicó a principios
de los años setenta el documental “F for Fake!, historia de y sobre engaños en
la que él mismo dentro del filme –tal como lo hizo en la vida real (recordemos
su famoso serial radiofónico sobre la Guerra de los Mundos)- les acompaña en la
reflexión sobre la realidad y la falsedad en el mundo de la creación artística.
Elmyr se consideraba a sí mismo como un intérprete y defendía que igual que se
puede amar por ejemplo a Bach a través de un virtuoso músico, se podía también amar a
Modigliani a través de él. Sin duda hay razón en sus palabras, como también la hay en la evidencia de que la mayoría de las veces acudimos a las exposiciones a ver las obras no tanto por su valor
artístico en sí, sino porque nos dicen que son de este o aquel autor. Sin la firma seguramente ni llamarían nuestra atención ni las
contemplaríamos con la admiración reverencial que dedicamosa menudo a las de los
maestros consagrados.
Elmyr vivió los últimos quince años de su vida en España,
concretamente en Ibiza (perseguido por la ley, llego sin pasaporte y bajo la
falsa identidad de Joseph Boutin). En nuestro país, donde una vez más podemos comprobar que a los corruptos no les suele pasa nada, vivió disfrutando de lujo y
diversiones 15 años. Francia solicitó durante aquella etapa por tres veces su extradición y, justo el día antes de que por fin en diciembre de 1976 fuese concedida por nuestros tribunales, Elmyr se suicidó ingiriendo una gran cantidad de barbitúricos (por lo visto ya lo había
intentado otras veces). La extradición no se llevó ya a cabo, quedando su cuerpo enterrado en la isla.
Para terminar con la propuesta que hoy nos ocupa, ya que estamos en el Círculo de Bellas Artes (precioso edificio que merece sin duda una visita), recomiendo completar nuestro recorrido con la
subida a la azotea. Las vistas de Madrid son realmente estupendas
desde allí, permitiendonos redescubrir un paisaje urbano en el que se mezcla lo viejo
con lo nuevo, la ostentosidad de edificios singulares, coronados a menudo artisticamente, con la simplicidad de las viviendas de los barrios antiguos en las que llama la atención sus techumbres rojas de teja y alguna que otra envidiable azotea aquí y allá, evocándonos imágenes casi de pueblo. Salpicando el horizonte,
rascacielos e iglesias animan a los observadores a probar con el juego de las identificaciones: ¿Cuantos lugares reconoces?.
Al fondo, si el día es claro, se ve la sierra. ¿No te parece que merece la pena
la visita?
Dirección: Alcalá 42 (Círculo de Bellas artes)
Horario: Martes a sábado 11 a 14 y 17 a 21 h. /
Domingo y festivos: 11 a 14 h.
Precio: 2 €
(3 € si pedimos entrada combinada a exposición y subida a la azotea)
Metros más próximos: Sevilla y Banco