El Ayuntamiento ha aprobado en su pleno del 27/01/2016 erigir en la plaza de Cibeles una
estatua a Enrique Tierno Galván, el querido “viejo profesor”, considerado por
muchos como el mejor alcalde que ha tenido la
ciudad en los últimos años (hay incluso quienes defienden que es el mejor de la historia, si no contamos claro está, al
rey Carlos III). Bienvenida sea en cualquier caso la decisión,
especialmente si como se ha informado esta ha sido tomada finalmente por
unanimidad de todos los representantes municipales tras solventarse, con la
ubicación en Cibeles, el escollo que inicialmente suponía la propuesta de
instalación de dicha estatua en la Plaza de la Villa, sustituyendo a la allí
existente del almirante Don Álvaro de Bazán. ¡Pero que manía con mover de sitio
las cosas!
Enrique Tierno Galván fue el primer alcalde electo que tuvo
Madrid en la actual etapa democrática. Elegido como tal en 1979 tras un acuerdo
alcanzado entre los partidos de izquierdas (el ganador en votos había sido el
representante de UCD), su gestión y el cariño que supo ganarse de los madrileños, más allá de las preferencias políticas que estos tuviesen, le llevaron en las siguientes elecciones, las de 1983, a ser reelegido con mayoría absoluta.
Aquel Madrid de Tierno Galván es recordado en gran medida como el
Madrid de la “movida madrileña”, un periodo de esplendor de la vida cultural,
artística y social que contó con el decidido respaldo municipal, alentándose desde la alcaldía, a través de aquellos famosos “bandos”, a que todos, jóvenes y no tan jóvenes, saliesen a vivir la ciudad. Una ciudad que dicho sea de paso se hacía también por entonces
más humanamente agradable gracias, entre otras iniciativas municipales destacadas, a la
puesta en marcha de un plan de saneamiento integral de Madrid que posibilitó la
recuperación de nuestro querido Manzanares. Fue entonces cuando se trajeron los patos para simbolizar
que el río ya quedaba limpio a su paso por la ciudad.
Enrique Tierno Galván fallecido en enero de 1986 siendo aún alcalde
de Madrid, y su entierro, llevado a cabo el 21 enero, se convirtió en todo un
acontecimiento. Miles de personas, en la que fue sin duda una de las mayores
manifestaciones de duelo que se recuerdan, se echaron a la calle para acompañar
el recorrido de la comitiva fúnebre. Mi recuerdo, como bien refleja la foto adjunta, es el de una plaza de Cibeles abarrotada.
En su honor, se dio entonces el nombre de Parque Enrique Tierno
Galván al nuevo espacio verde urbano que a finales de 1985, siendo aún alcalde
nuestro protagonista, se había empezado a construir al sureste de la ciudad,
en el denominado Cerro de la Plata (se trataba de una zona hasta entonces muy degradada ecológicamente,
pues su suelo estaba cubierto de varios millones de metros cúbicos de lodo y
carbonilla provenientes de los antiguos trenes de vapor que salían de las cercanas
estaciones de Atocha y Delicias). Este Parque, con sus 45 hectáreas de extensión,
es hoy uno de los grandes parques de Madrid, con agradables zonas de paseo, con
un hermoso lago, y con diversos recintos culturales y de ocio lamentablemente poco rentabilizados actualmente. En la parte alta del Parque, cerca del recinto del Planetario, se encuentra también una estatua del
alcalde homenajeado y que en su día fue sufragada por donativos de miles de madrileños. La
nueva estatua que ahora va a erigirse en Cibeles podrá ser quizás más bonita, más artística, más … lo
que sea, pero me temo que difícilmente tendrá para muchos de los que vivimos
aquella etapa el mismo emotivo significado. No obstante, como ya he dicho ¡Bienvenida sea!