La
exposición, para la que se ha acondicionado el patio interior del Palacio, nos
muestra la historia de esta condecoración a través de imágenes, cronogramas y
una variada selección de piezas, entre las que hay medallas, objetos
ceremoniales, retratos, documentos, diplomas, etcétera.
Tal
como se nos cuenta en la muestra, el rango de honores y premios otorgados históricamente
por el Reino de España se iniciaba con la Grandeza de España y los Títulos del
Reino, continuándose por los collares del Toisón de Oro, los hábitos de las Órdenes
Militares, las Medallas de la Real Efigie (c.1630), y las cruces de la Real y
Distinguida Orden Española de Carlos III (1771). A estas se sumaron en el
tiempo de la guerra contra los franceses otras dos nuevas, las de las Reales y
Militares Órdenes de San Fernando (1811) y de San Hermenegildo (1814). Al poco
de regresar a España “el deseado” rey Fernando VII y ante el aumento de los
aires de independencia que se extendían por las colonias americanas, dicho
monarca creará en 1815 la Real y Americana Orden de Isabel la Católica, una
institución cuyo objetivo será premiar a los españoles –peninsulares y
americanos- que destacasen en la defensa de la soberanía del Rey en Ultramar.
Existían tres niveles de distinción dentro de ella: Grandes Cruces, Caballeros
y Comendadores.
Tras la muerte en 1833 de Fernando VII y perdidas ya buena parte de las posesiones americanas, la Orden de Isabel la Católica se transformó pronto en un premio de carácter generalizadamente civil, aunque conservando su vocación de ultramar (en la península su equivalente era la Orden de Carlos III) y su tradición caballeresca. Será a partir de 1868 cuando pierda ya dicho carácter y se transforme en una verdadera condecoración de Estado, consolidándose a partir de ese momento y hasta hoy como la condecoración civil más utilizada, así como el más difundido instrumento de premio utilizado por España en el ámbito de las relaciones internacionales.
Tras la muerte en 1833 de Fernando VII y perdidas ya buena parte de las posesiones americanas, la Orden de Isabel la Católica se transformó pronto en un premio de carácter generalizadamente civil, aunque conservando su vocación de ultramar (en la península su equivalente era la Orden de Carlos III) y su tradición caballeresca. Será a partir de 1868 cuando pierda ya dicho carácter y se transforme en una verdadera condecoración de Estado, consolidándose a partir de ese momento y hasta hoy como la condecoración civil más utilizada, así como el más difundido instrumento de premio utilizado por España en el ámbito de las relaciones internacionales.
La
insignia identificativa de esta condecoración, que digamos iba en su origen acompañada
de rentas y honores para sus poseedores, es la conocida como Cruz de Isabel la Católica. Está formada esta por
cuatro brazos iguales, esmaltados en color rojo conforme al pabellón español, y entre ellos se entremezclan rayos dorados. En el centro de la cruz un escudo
circular en el que se ven esmaltadas dos columnas y dos globos terraqueos, representativos del viejo y nuevo mundo, enlazados
con una cinta y cubiertos con una corona imperial. Alrededor del escudo, sobre
campo blanco dentro de una corona de hojas de olivo, se lee en letras de oro la leyenda: A la lealtad acrisolada.
La
Orden de Isabel la Católica consta actualmente de los siguientes grados:
Collar, Gran Cruz, Encomienda de Número, Encomienda, Cruz de Oficial, Cruz,
Cruz de Plata, Medalla de Plata, Medalla de Bronce. En el caso exclusivo de personas
jurídicas se puede conceder además la Corbata o la Placa de Honor.
El Rey
ejerce el cargo de Gran Maestre de la Orden, y el Ministro de Asuntos
Exteriores y de Cooperación, como Gran Canciller de la misma, es quien eleva al
Consejo de Ministros las propuestas de concesión de los grados superiores de la
Orden, que se otorgan por Real Decreto.
Destacadas figuras de la política, la cultura, la ciencia, las bellas artes y el deporte, así como numerosos jefes de Estado y de Gobierno extranjeros ostentan la Orden, en sus variados grados, como reconocimiento a su labor al servicio de España.
Destacadas figuras de la política, la cultura, la ciencia, las bellas artes y el deporte, así como numerosos jefes de Estado y de Gobierno extranjeros ostentan la Orden, en sus variados grados, como reconocimiento a su labor al servicio de España.
En
2016, a fecha de publicación de este post, no tengo constancia de que se haya concedido aún ningún collar
de Isabel la Católica (el máximo galardón de la Orden), aúnque sí diversas Grandes Cruces y
medallas. En 2015 el collar se concedió a cuatro
personalidades: Matthew Festing (Príncipe y Gran Maestre de la Soberana Orden
de Malta), Ollanta Moisés Humala Tasso (Presidente de la República del Perú), François
Hollande (Presidente de la República Francesa), y Juan Manuel Santos Calderón (Presidente de la República de Colombia).
Exposición: A la Lealtad Acrisolada. Bicentenario Real Orden de Isabel la Católica
Lugar: Palacio de Santa Cruz (Pza. de la Provincia, 1)
Fecha. Hasta el 28 de febrero de 2016
Horario: Laborables de 10 a 14 y de 17 a 19 h. Sábados y domingos de 10 a 14 h.
Entrada gratuita.
Exposición: A la Lealtad Acrisolada. Bicentenario Real Orden de Isabel la Católica
Lugar: Palacio de Santa Cruz (Pza. de la Provincia, 1)
Fecha. Hasta el 28 de febrero de 2016
Horario: Laborables de 10 a 14 y de 17 a 19 h. Sábados y domingos de 10 a 14 h.
Entrada gratuita.